23/3/18

3.475 periodistas italianos han sido amenazados desde 2004 por los grupos criminales

 Amenazas a periodistas en Italia desde el año 2006. ossigenoinformazione.it

"Ossigeno per l’informazione es un observatorio sobre la libertad de prensa en Italia. Un reflector dirigido hacia los obstáculos que se interponen en el trabajo de los periodistas, no solo las mordazas políticas, censuras ocultas o proyectos de reformas liberticidas, sino las violencias reales que atemorizan, desaniman y marginan. 

En los primeros meses de 2018, Ossigeno tiene ya documentadas 51 amenazas a periodistas. Los episodios de violencia figuran en una tabla, una clasificación de violencias y ofensas, un riguroso contador de las intimidaciones por área geográfica y orden cronológico. 

Basta con echar un ojeada a los datos de estas primeras semanas del año para entender la dimensión de problema de la legalidad en el campo de la información periodística: 22 agresiones físicas, 21 advertencias, un ataque con daños a la propiedad. El Estado protege en este momento a tiempo completo a 19 informadores.

Es un parte de una guerra no declarada en el corazón del mundo occidental, en donde las mafias, la ‘Ndrangheta (originaria de Calabria), Cosa Nostra (Sicilia) y la Camorra (que actúa sobre todo en Campania, entre Nápoles y Caserta) han sabido alargar sus tentáculos más allá de Italia. 

En el informe Mafias Unidas de Europa, elaborado por el diario Il Fatto quotidiano y financiado por el Parlamento Europeo, un mapa interactivo del viejo continente señala por áreas geográficas las zonas de influencia de las organizaciones criminales, capaces de asentar sus raíces en cualquier rincón de Europa.

La relación es inversamente proporcional: cuanto mayor es la penetración de las mafias en el tejido social y político más se reducen los espacios de libertad y más arriesgada se vuelve la narración de los hechos criminales, con las implicaciones que saben crear las mafias con las economías locales y los potentados de la política.

En Sicilia, Calabria y Campania, tres regiones bellísimas pero desafortunadas, el porcentaje de periodistas amenazados respecto a al número que están en activo oscila entre el 10% y el 16%. La enésima y dramática brecha entre el norte y el sur del país, una distancia que, según la Autoridad Garante de las Comunicaciones, no puede sino producir consecuencias sobre la calidad y cantidad de la información, sobre todo local. 

Si, además, se tienen en cuenta los sólidos lazos entre los medios de comunicación y la clase política, las presiones sobre la libertad de prensa producen efectos no solo de tipo económico y social, sino también sobre la propia democracia en grandes áreas del país.

A menudo son los periodistas de los pequeños diarios quienes pagan esas presiones. En la noche del 21 de enero de 2018, en Vibo Valentia (Calabria) –tierra de la ‘Ndrangheta, reina del tráfico de cocaína, a través de España, en plazas nacionales e internacionales– incendiaron el coche del periodista del Quotidiano del Sud Francesco Mobilio, que ya había recibido anteriormente un sobre con balas.

Es uno de los últimos episodios que parece confirmar la teoría del periodista norteamericano Arnold Eric Sevareid: “Mientras más grandes sean los medios”, dijo, “menos valor y libertad se permiten”. “Grandeza significa debilidad”.

CTXT ha hablado con el escritor y periodista napolitano Arnaldo Capezzuto, bloguero de Il fatto Quotidiano y coautor de Il Casalese, el ensayo sobre el ex vicesecretario de Economía Nicola Cosentino, el “hombre fuerte” en Campania del partido de Berlusconi, bajo arresto domiciliario hasta hace unas semanas, considerado por la Dirección Antimafia de Nápoles como “el referente nacional de los Casalesi”, el clan de la provincia de Caserta que condenó a muerte a Roberto Saviano.

“Italia está fuera de control, es una anomalía en Europa”, afirma Capezzuto con amargura. “Desde 2006 hasta hoy 3.574 periodistas han acabado en la diana, una imagen sombría contrastada por los observadores internacionales”.

 Capezzuto trata los asuntos de Camorra y lleva amenazado desde que en 2004 se produjo el asesinato de Annalisa Durante –una joven alcanzada por una bala perdida durante el tiroteo entre los clanes dei Forcella, un barrio marginal del centro histórico de Nápoles– y comenzó a informar sobre la trágica noticia. 

“Escribí sobre esta historia desde Nápoles y seguí haciéndolo cuando ya el clamor mediático se había apagado”, cuenta Capezzuto. De ahí surgió una investigación muy seria para el diario Napolipiù, una pequeña publicación local. “A los camorristas no les gustó nada porque los hechos que se relataban con muchos detalles luego sirvieron de base para nuevas investigaciones de la magistratura”, añade.

“A partir de ahí”, recuerda Capezzuto, “empezaron a llegar a la redacción amenazas a través de cartas, llamadas de teléfono y, más tarde, intimidaciones en los propios juzgados. El mensaje era: ‘Si continúas publicando cosas sobre Forcella o mencionas ese apellido, te ocurrirá una desgracia”.

“El impacto de las amenazas para un periodista o una redacción es devastador”, explica el cronista. “No vives, temes que antes o después alguien te haga daño. El clima se vuelve sofocante. Evitas escribir artículos sobre hechos concretos, son los efectos de una especie de autocensura impuesta”, explica

Las amenazas estaban llenas de rencor. Se denunciaron, y se abrieron investigaciones judiciales que terminaron en dos procesos penales concluidos con penas de prisión para los camorristas. Una historia diferente; de reacción, quizá de resistencia."                   (Pierluigi Morena es abogado internacional. CTXT, 21/03/18)

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