" Le Monde y el Guardian narran con entusiasmo y generosidad (y el Guardian con
dos portadas extraordinarias) el Swissleaks de Falciani. La prensa
socialdemócrata local se muestra, en cambio, extrañamente comedida.
La investigación del ICIJ revela datos contundentes sobre presuntas prácticas del primer banquero español, pero nuestra prensa prefiere dedicarse a la ramificación venezolana. Llamativa, sin duda, porque como dice la periodista Berta González de Vega, «Podéis ficha a Falciani, cuya lista debería hacer dimitir al gobierno... venezolano.» Pero incomparable con la importancia del presunto fraude de la familia Botín.
No veo en lo que se conoce de la lista nadie de la importancia fáctica que el banquero y su familia tuvieron y tienen en España. El tratamiento de su caso, antes y ahora, por el conjunto de la prensa española merese una reflesión, que ni siquiera tiene por qué ser honda. (...)
La comparación entre Wikileaks y Swissleaks es interesante. Wikileaks dio cuenta de una conversación diplomática. Es decir, de una conversación muchas veces teatralizada y de dudosa relación con la verdad.
Desde el punto de vista de los hechos la superioridad de Swissleaks es aplastante. Basta con preguntarse si Wikileaks dio alguna noticia comparable a esos dos mil botines incrustados en una trama impenetrable de sociedades. (...)" (Arcadi España, El Mundo, 10/02/2015)
"El día de hoy define uno de esos casos perfectos que ejemplifican la lenta y patética agonía de las seis cabeceras de referencia de la prensa tradicional española: la publicación de la lista Falciani, el llamado caso Swiss leaks, llevado a cabo por The International Consortium of Investigative Journalists, que afecta a miles de clientes en todo el mundo entre los que se incluye España (el país número 12 en volumen de depósitos en cuentas suizas del HSBC), es un escándalo tratado como noticia de portada por toda la prensa internacional, no tanto por su novedad (la lista fue obtenida en el año 2009, aunque no había sido publicada como tal) como por la evidente trascendencia de la información contenida en ella.
La investigación del ICIJ revela datos contundentes sobre presuntas prácticas del primer banquero español, pero nuestra prensa prefiere dedicarse a la ramificación venezolana. Llamativa, sin duda, porque como dice la periodista Berta González de Vega, «Podéis ficha a Falciani, cuya lista debería hacer dimitir al gobierno... venezolano.» Pero incomparable con la importancia del presunto fraude de la familia Botín.
No veo en lo que se conoce de la lista nadie de la importancia fáctica que el banquero y su familia tuvieron y tienen en España. El tratamiento de su caso, antes y ahora, por el conjunto de la prensa española merese una reflesión, que ni siquiera tiene por qué ser honda. (...)
La comparación entre Wikileaks y Swissleaks es interesante. Wikileaks dio cuenta de una conversación diplomática. Es decir, de una conversación muchas veces teatralizada y de dudosa relación con la verdad.
Desde el punto de vista de los hechos la superioridad de Swissleaks es aplastante. Basta con preguntarse si Wikileaks dio alguna noticia comparable a esos dos mil botines incrustados en una trama impenetrable de sociedades. (...)" (Arcadi España, El Mundo, 10/02/2015)
"El día de hoy define uno de esos casos perfectos que ejemplifican la lenta y patética agonía de las seis cabeceras de referencia de la prensa tradicional española: la publicación de la lista Falciani, el llamado caso Swiss leaks, llevado a cabo por The International Consortium of Investigative Journalists, que afecta a miles de clientes en todo el mundo entre los que se incluye España (el país número 12 en volumen de depósitos en cuentas suizas del HSBC), es un escándalo tratado como noticia de portada por toda la prensa internacional, no tanto por su novedad (la lista fue obtenida en el año 2009, aunque no había sido publicada como tal) como por la evidente trascendencia de la información contenida en ella.
En
la prensa internacional, The Guardian y BBC encabezan su portada con
noticias relacionadas con la lista o con casos de personas incluidas en
la misma, lo mismo que hacen Le Monde en Francia, Der Spiegel en
Alemania, Bloomberg en los Estados Unidos, y muchos otros en medio
mundo.
En España, sin embargo, las noticias sobre el tema se limitan a pequeñas reseñas en páginas interiores de muy pocos medios en papel (aquí un estudio realizado en ese sentido por ElDiario.es), y el medio elegido para filtrar la lista no es ninguno de los seis “clásicos del quiosco”, sino el diario online El Confidencial.
En España, sin embargo, las noticias sobre el tema se limitan a pequeñas reseñas en páginas interiores de muy pocos medios en papel (aquí un estudio realizado en ese sentido por ElDiario.es), y el medio elegido para filtrar la lista no es ninguno de los seis “clásicos del quiosco”, sino el diario online El Confidencial.
¿Qué les pasa a los medios tradicionales? Ah, que
incluidos en la lista Falciani están muchos de aquellos a los que, a
cambio de dinero, han prometido no importunar.
La caída de la
prensa tradicional española es un patético espectáculo. Incapaz de
adaptarse a la llegada de la red, sigue lógicamente languideciendo en
las ventas en el quiosco, convertido en el lugar que habitan únicamente
personas de cierta edad, nostálgicos llevados por la fuerza de la
costumbre, ejemplares repartidos en salas de espera y clases
ejecutivas de algunos medios de transporte, y medios
de comunicación que por razones difícilmente sostenibles siguen
reseñando únicamente sus portadas, como si realmente siguiesen
conformando la agenda informativa del ciudadano medio.
La caída de
las ventas de papel ha sumido a esos medios en una crisis durísima, lo
que les ha llevado a destruir empleo de manera feroz: años de duros
recortes han llevado a los mejores profesionales a abandonar esos
medios, en parte para iniciar sus propias aventuras empresariales
relacionadas, lo que ha supuesto la muerte de todo lo relacionado con el
periodismo de investigación.
La consigna evidente de estos medios es
que el periodismo de investigación es caro, incómodo y complejo, lo que
los ha llevado a convertirse en simples gacetillas de opinión
polarizadas para al menos seguir vendiendo a los incondicionales,
mientras el verdadero periodismo de opinión se hace en la red. (...)
Llevadas por la crisis de su modelo de negocio, las cabeceras
tradicionales españolas han vendido su línea editorial y la mismísima
esencia del periodismo a todo aquel que estuviese dispuesto a pagar por
ello.
Publirreportajes encubiertos disfrazados como noticias, omisión de
aquello que afecte a sus principales anunciantes, y connivencia
absoluta con el poder. Comparar las noticias de medios como La
Vanguardia, El País o El Mundo, que vieron cesados a sus directores en
un espacio de tres meses, antes y después de dichos ceses resulta
sencillamente patético: toda cobertura de noticias incómodas para el
gobierno se diluyó como un azucarillo.
Literalmente, ya solo cuentan
noticias que no resulten incómodas para el gobierno o para sus
anunciantes. Si quieres informarte, tendrás que acudir a Twitter, donde
la lista Falciani y #SwissLeaks han sido lógicamente trending topic
durante todo el día, o a medios en la red que han tomado el relevo del
auténtico periodismo, y que empiezan a convertirse, a pesar de la
precariedad de sus medios, en la meca para los profesionales
verdaderamente comprometidos.
Las fuentes de financiación tradicionales de la prensa experimentan
un fenómeno similar: lo único que justifica hoy anunciarse en un medio
de papel es o bien la necesidad de llegar a la cada vez más menguante
población que los compra, o el pago de favores en el tratamiento de
ciertas noticias.
Desde empresas que directamente “pagan para no
aparecer”, hasta otras que comprometen campañas para ocultar determinada
cobertura, o el ya totalmente vergonzoso caso de la publicidad
institucional gestionada por los gobiernos nacionales y autonómicos, que
ignora todo criterio de audiencia o cobertura y que directamente sirve
para ocultar escándalos de corrupción y obtener un tratamiento
informativo propicio.
Literalmente para eso es para lo que han quedado
las cabeceras tradicionales españolas: si no están negociando con el gobierno un canon por enlazar y provocando la huída desesperada de Google News de España
(único país supuestamente democrático en el que se ha vivido semejante
circunstancia), están vendiendo su portada al mejor postor.
Si un
observador internacional quiere hacerse una idea de la actualidad
española hoy, haría bien en ignorar semejantes “falsos amigos” por mucho
valor histórico que crea ver en la supuesta tradición de su cabecera, y
dirigirse directamente a medios en la red.
Una triste realidad. Y una penosa agonía que todavía promete durar bastante tiempo." (Enrique Dans, 09/02/2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario