"(...) Pedro J. no sólo ha sabido moverse bien en el periodismo y la
política, sino también en los negocios. Tras ser destituido del Grupo 16
en 1989, según denunciaron, por motivos políticos debido a sus
investigaciones críticas contra el Gobierno de Felipe González, Pedro J.
Ramírez y Alfonso de Salas crean la empresa Unidad Editorial (Unedisa),
editora del diario El Mundo.
Los responsables intentaban
presentar el proyecto como colectivo y participativo. Afirmaban que "el
capital del periódico está fragmentado en participaciones inferiores al
10%, distribuidas entre más de 400 accionistas (buena parte de ellos
empleados de la propia empresa)"[6]. Roberto Montoya, hoy ya fuera del periódico, fue responsable de Internacional, afirma que "El Mundo
nunca fue algo parecido a una cooperativa.
El banquero Mario Conde fue
el primero o uno de los primeros accionistas. Los directivos, gente como
Pedro J. Ramírez, Alfonso de Salas (en la parte económica), J.
Fernández, Alfonso Rojo y el resto de fundadores, tenían un paquete de
acciones y ofrecieron a los curritos comprar participaciones,
pudiendo pagarlas de sus propias nóminas, pero los trabajadores nunca
tuvieron un porcentaje significativo. Jamás hubo espíritu de
cooperativa, ni a nivel de las decisiones económicas ni a nivel de la
línea editorial ni nada de nada"[7].
En 1991, el grupo italiano Rizzoli-Corriere della Sera
(RCS) adquiere el 45% del capital. Los directivos y profesionales
acumulaban un 26% y Banesto (Mario Conde) un 4'5 %. Tal y como
alardeaban en el diario, "El Mundo se había convertido, entre
tanto, en elemento determinante de la vida española como consecuencia de
sus revelaciones sobre los casos Filesa, Ibercorp, GAL, Fondos
Reservados o Cesid"[8].
El 28 de noviembre de 1998 El Mundo
y el Grupo Recoletos establecen una gran alianza estratégica por la que
Recoletos adquirió entre el 20% y el 30% del capital de Unidad
Editorial y se adhirió al pacto entre el Grupo Rizzoli y los fundadores
de El Mundo.
El periodista José Díaz Herrera cuenta en su libro Pedro J. Ramírez al desnudo,
el pelotazo que algunos directivos del periódico hicieron en este
periodo con los trasvases de accionariado. Conocedores los componentes
del núcleo dirigente del diario del interés de Recoletos por comprar
acciones de El Mundo, crearon una sociedad de inversiones con
el objetivo de adquirir el pequeño paquete que tenían algunos de los
profesionales al 200% de su valor nominal. Así lo cuenta Díaz Herrera:
"Otros
muchos periodistas ajenos al "chanchullo" que se traían entre manos
Pedro J. Ramírez y Alfonso de Salas, cuya lista se haría interminable,
se desprendieron de los títulos adquiridos en 1989 y 1991 para que "El Mundo
fuera suyo". Endeudados hasta las cejas en algunas ocasiones para que
nadie arrebatara a la sociedad el derecho a recibir información libre y
pluralista, forzados a vender antes de tiempo porque nadie les informó
de los "manejos" de sus jefes, su esfuerzo se convertía a partir de
1998/1999 en un negocio de cuatro espabilados"[9].
En opinión de Díaz Herrera,
"La compra de la participación de El Mundo
por Recoletos escondía en realidad uno de los mayores "pelotazos" de la
prensa española de los últimos años para unos pocos elegidos. Así,
mientras una parte de la redacción vende anticipadamente sus títulos al
200% al carecer de información privilegiada, los "jefes" lo hacen al
520% y los super-jefes, el núcleo duro, esperan al 2002 o 2003 y
obtuvieron plusvalías de 1.900% e incluso más"[10].
El
Grupo Rizzoli mantendrá, con su participación del 45% en el capital de
Unidad Editorial, su condición de principal accionista. Entre los
negociadores del acuerdo se encontraba Cesare Romiti, recién nombrado
presidente del Grupo Rizzoli, tras dejar la presidencia de Fiat. Según
informó El Mundo, "Romiti se ha implicado personalmente en la
negociación de los acuerdos dentro de su nueva etapa de activa
dedicación a la empresa periodística"[11].
Dos años después, mientras seguía siendo presidente de Rizzoli, Cesare
Romiti fue condenado en Italia, en firme, a once meses y diez días de
prisión por "falsedad contable" relativa al periodo en el que fue
directivo de la Fiat. La condena terminaría anulada gracias a las
reformas legales introducidas por Berlusconi por las cuáles la falsedad
contable dejaba de ser delito.
Más tarde, en 2003, Recoletos
vende a Rizzoli su 30% de acciones de Unedisa, lo que convertía a los
italianos en propietarios del 87% de la editora de El Mundo. En
esa época, algunos otros altos directivos del periódico pegaron otro
"pelotazo" vendiendo sus acciones, ahora a los italianos.
Por ejemplo
Pedro J. Ramírez, se embolsó "entre 1999 y 2003 alrededor de 2.000
millones de pesetas por la venta de los títulos que le correspondían por
la autocartera de Unidad Editorial y otros propios"[12]. Así lo explica Juan Carlos Escudier, uno de los periodistas de El Mundo que vendió sus acciones antes de que llegasen Recoletos y Rizzoli con el talonario:
Ramírez
conoce, porque es un periodista de una pieza, que los accionistas
italianos de su medio van a comprar en un plazo de meses acciones del
periódico con una prima del 500%. ¿Qué hace el avispado informador?
Ofrece a algunos trabajadores de El Mundo, a través de una
sociedad instrumental en la que figura él mismo, comprar esos mismos
títulos al 200%. La libertad de mercado es uno de los pilares de la
libertad de expresión[13].
En
la actualidad Pedro J. Ramírez posee un 1% de acciones de Unidad
Editorial, pero se trata de una participación a la que no le preocupa la
evolución económica del grupo. Tiene un contrato de sindicación de sus
acciones con Rizzoli con una cláusula especial, mediante la cual, si se
marcha de la empresa o es despedido, sus títulos pasarán a ser
adquiridos por Corriere della Sera al 3.000% de su valor facial[14]. Porque para dirigir un periódico hay que saber mucho más que periodismo. (...)" (Público, 05/02/2014)
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