"¿Qué coyuntura vive hoy la prensa en el estado español? “Catastrófica”,
zanja un periodista de fino análisis y largo recorrido, Pere Rusiñol (...)
En los últimos años han confluido múltiples factores que explican la
degradación mediática. Se le suelen achacar a Internet buena parte de
los males, pero el problema no se limita a la influencia de la Red. De
entrada, prácticamente todas las empresas periodísticas (prensa, radio y
televisión) se hallan en quiebra.
No generan ingresos, siquiera, para
cubrir una décima parte de las deudas contraídas. Pero como estas
empresas producen información, cuentan con capacidad para configurar la
opinión pública y construir realidades, los bancos se han hecho con
ellas para servir a sus intereses.
El fenómeno remite, a juicio de Pere Rusiñol, a dos factores.
Primero, se ha producido una crisis del modelo de negocio comunicativo
tradicional, debido a la influencia de Internet pero, sobre todo, a que
los grandes grupos mediáticos siguieron –a finales de los 90 y principio
de los 2000- las mismas pautas que el capitalismo de “casino”.
En
términos más simples, el objetivo consistía en generar valor para los
directivos de unos grupos inmersos en dinámicas especulativas, con
dinero regalado por los bancos. No serían, por tanto, las empresas
mediáticas sino una industria más en las dinámicas de la época (con más
de 10.000 periodistas despedidos desde que empezó la crisis).
Uno de los casos paradigmáticos lo constituye el grupo Prisa. En 2007
(antes de que estallara la crisis), El País era un periódico rentable,
buque insignia de un grupo cuyos beneficios rondaban los 140 millones de
euros. Pero fue acumulando deudas hasta alcanzar los 5.000 millones de
euros.
En términos comparativos, los titulares de la época elevaban a
esta misma cantidad la deuda (agregada) de todos los clubes de fútbol.
En resumen, “la situación de los medios se fue a pique cuando reventó la
burbuja; y no hay un periodismo sin un mínimo de solvencia económica”,
resume Pere Rusiñol.
Ocurre que en circunstancias normales las empresas cerrarían las
puertas, pero al tratarse de empresas mediáticas a los bancos les
resulta más rentable (y no sólo en sentido económico) quedarse con las
mismas. Por ejemplo, si la banca necesita que España pida un rescate
financiero a la Unión Europea o requiere toneladas de dinero en
préstamos a nulo interés del Banco Central Europeo, es mucho más “útil”
que esto lo apoye un periódico (considerado para muchos de izquierdas)
como El País, que no una campaña publicitaria.
En el caso del rotativo
de Prisa, ha pasado de una deuda de 5.000 millones de euros a una de
3.000. Los 2.000 millones de euros de mengua corresponden a un crédito
sindicado por parte de La Caixa, el Banco de Santander y el HSBC, que
han ingresado como accionistas (de referencia) en la empresa.
La familia Polanco, que tradicionalmente controlaba El País, podía
tener muchos intereses en el periódico, pero son muy superiores los de
los bancos accionistas en un contexto de rescates, planes de austeridad,
privatización de servicios públicos, desahucios y estafa de las
preferentes.
Antes de la nacionalización, el principal accionista de YPF
era Repsol, cuyo principal accionista es La Caixa, a su vez accionista
de El País. ¿Qué posición defenderá este medio ante el gobierno de
Cristina Kirchner y el proceso nacionalizador de YPF en mayo de 2012?
Por lo demás, si en otra época resultaban inverosímiles las críticas a
Polanco, ahora sucede lo mismo con los bancos accionistas.
Pere Rusiñol destaca que de los 16 miembros del consejo de
administración del grupo Prisa, 12 han sido directamente colocados por
el sector financiero o grandes fondos de inversión. Pero algo muy
parecido sucede con La Vanguardia. El dueño del grupo Godó, Javier Godó,
que edita el diario, es vicepresidente segundo de La Caixa y consejero
de Caixabanc.
En el caso de El Periódico de Cataluña, formalmente está
en manos del grupo Zeta y de la familia Asensio, pero el consejero
delegado del Grupo, Juan Llopart, es una persona muy vinculada a La
Caixa.
Nadie escapa de la simbiosis entre poder financiero y medios de
comunicación. En el consejo de administración del ABC se sientan el
Banco de Santander y el BBVA. José Manuel Lara, presidente del Grupo
Planeta y vicepresidente del Banco de Sabadell, apuesta a diferentes
bazas: Antena 3 (PP), la Sexta (“progresista”) y La Razón (compró este
periódico, comenta Rusiñol, únicamente para que le dieran una
televisión).
En su día también Lara cruzó intereses en periódicos tan
dispares como Avui y La Razón. Por otro lado está El Mundo, en manos de
una multinacional italiana –RCS Mediagroup- y de la banca de este país,
que puede sacar informaciones que afecten a la familia Botín, por
ejemplo, a quien no se considera más que un competidor financiero. (...)
A pesar de la crisis, explica el periodista, “los medios tienen una
gran capacidad para hacer ver que nada ha cambiado”. Pueden mostrar
dramas humanos, hacer recreaciones literarias y hasta poética con la
inmigración o los desahucios, “pero no explicar cómo han pasado las
cosas y señalar a los responsables: el porqué de los hechos, por
ejemplo, la estafa de las preferentes y las 700.000 personas afectadas”.
La segunda pata por la que ha quebrado el modelo en los últimos cinco
años es la publicidad. En la prensa española la dependencia de la
publicidad era tradicionalmente inferior (en torno al 40% de los
ingresos del periódico) a la de otros países, como Estados Unidos.
Además, el reparto de la “tarta” publicitaria se daba entre muchos
anunciantes. Pero las cosas han cambiado. Entre los años 2008 y 2013,
los ingresos publicitarios en la prensa han caído en 700 millones de
euros; 1.300 millones de euros en la televisión durante el mismo
periodo, mientras que en Internet se ha producido un incremento en este
capítulo de 80 millones de euros.
Las Administraciones públicas, las multinacionales y los bancos son
hoy los grandes anunciantes. Las grandes compañías y la banca, cuando se
anuncian, no lo hacen con el fin de “poner en valor” sus productos,
sino fundamentalmente de controlar a los medios de comunicación. Así,
Telefónica gasta mucho más anualmente en anuncios de lo que ingresan en
publicidad El País, El Mundo y La Razón.
¿Con qué objetivo? En 2013 tuvo
lugar en Barcelona una huelga de hambre de más de un mes contra los
despidos en Telefónica. Organizaciones sociales, sindicales y diputados
hicieron acto de presencia para apoyar a los huelguistas. Pero los
medios no informaron. La Administración es el otro gran anunciante. El
Metro de Madrid y el Canal de Isabel II, también en la capital, han
invertido grandes sumas en los medios.
Todas estas transformaciones han dado lugar a sustantivos cambios en
las redacciones. En 2013 El País aprobó un ERE que supuso el despido de
140 trabajadores. “Sobran buenos periodistas; algunos de los mejores de
España, con 30 años de experiencia, resultaron despedidos”.
Prisa se
ahorró 14 millones de euros con el ERE. Cuando Prisa salió a bolsa en
2000, la acción se cotizaba a 20 euros, mientras hoy vale 0,3 euros. Los
emolumentos del consejero delegado, Juan Luis Cebrián, caminaron en
sentido inverso, hasta alcanzar los 14 millones de euros en 2012. (...)
Por ejemplo, a la “caída” de Pedro J Ramírez como director de El
Mundo contribuyó la retirada, de modo concertado, de la publicidad
institucional que los ministerios insertaban en el rotativo. Al final,
salvo que la información la elabore un activista en condiciones de
precariedad, “siempre hay alguien que paga la información”. “Y el
público ha de pagarla si quiere que sea independiente”.
La burbuja inmobiliaria y financiera en el estado español tuvo una
dimensión fabulosa. Los bancos permanecen llenos de productos tóxicos y
aún viven de la “barra libre” del BCE. ¿Se da el mismo horizonte
mediático en otros países de la Unión Europea?
En Francia Le Monde está
participado por el sector financiero (además, uno de sus accionistas es
el grupo Prisa); Liberation, que en su día echó a andar por suscripción
popular, está hoy en manos de la banca Rothschild. Aunque el caso
inglés, según Pere Rusiñol, es diferente, dado que existen medios
solventes que la gente compra.
“Los medios tradicionales han perdido el monopolio informativo y,
sobre todo, mucha credibilidad”. Ahí está, estridente en la pequeña
pantalla, el fenómeno de las tertulias. Recuerda Pere Rusiñol que más
del 50% de los contertulios son seleccionados por los jefes de prensa de
partidos políticos e instituciones.
“A ese punto hemos llegado”.
¿Alternativas? “Son buenos momentos para el cooperativismo, como se
hacía a principios del siglo XX”. Volver a los orígenes y picar piedra.
Con mucha humildad." (Enric Llopis, Attac Madrid, 22/04/2014)
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