11/3/14

Las portadas de la conspiración del 11M

"En las conversaciones de Trashorras, condenado por entregar el explosivo a los terroristas del 11M, con sus padres mientras estaba en prisión, y que El País publicó, decía: 

Trashorras: Mientras el periódico El Mundo pague, si yo estoy fuera, les cuento la Guerra Civil española. Desde que nací. Desde la Guerra Civil hasta ahora. Si te vienen con un chequecito cada... ¿Por qué piensas que lo hizo Nayo? 

Padre: Por dinero, si ya se sabe. 

Madre: Yo no sé por qué la justicia no le cierra la boca a El Mundo... 

Trashorras: Porque tienen más dinero que todos ellos juntos, no te jode. Son unos mercenarios. Te pagan a ti para que cuentes cuentos."










 "(...) Pedro J. Ramírez ha sido el mejor director que haya habido en la prensa de Madrid o Barcelona (un Shackleton con el que merecía la pena jugarse la vida en una expedición imposible) y un horrendo periodista cuando llegó a la conclusión de que podía asumir todos los papeles que estuvieran a su alcance (y un director es un monarca absoluto con poderes ilimitados que en los días buenos es Carlos III, sólo se puede aspirar a eso, y en los malos convierte a Fernando VII en un tipo moderado y abierto a las críticas).

Pedro J. llegó a la conclusión de que podía ser al mismo tiempo director, columnista de pluma agresiva, historiador aficionado, muñidor de un grupo de comunicación, consejero aúlico de presidentes y tertuliano omnipresente. Prensa, radio, televisión, Internet… su imperio no conocía el sol, y como todos los emperadores podía salir del despacho desnudo y que todos admiraran el corte de su traje.

No había nadie detrás que le susurrara al oído: recuerda que eres periodista. Y cuando lo hubo, no le hizo mucho caso. (...) 

Años después, se convirtió en el envés de esa hazaña alimentando la conspiración de los agujeros negros del 11M en colaboración con los personajes más tenebrosos de la clase periodística a través de una serie inagotable de artículos que tenían una característica común: lo mal que estaban escritos.

Pero entonces ya no importaba cualquier prioridad periodística. El PP había perdido de forma inesperada las elecciones, el legado de Aznar estaba en peligro y había que hacer algo para convencer a la gente de que los errores de Aznar y Acebes entre el 11 y el 14 de marzo no eran tales, que había asuntos oscuros que exigían una investigación en profundidad y que además, y esto se dijo desde el primer artículo de la campaña, existió una conspiración organizada por miembros de las fuerzas de seguridad cercanos al PSOE que confundieron al Gobierno y sembraron de pistas falsas esos primeros días de trabajo policial.

“Comienza a asomar así lo que un veterano investigador de la policía ha definido como el cuento de Pulgarcito, alguien que encuentra el camino porque previamente ha dejado las piedrecitas blancas que le indican el mismo”, decía ese primer artículo.

Curiosamente, ese texto terminaba con una llamada al teléfono móvil de uno de los terroristas que se inmolaron en la casa de Leganés y se decía que la explosión “ha enterrado definitivamente la esperanza de conocer toda la verdad del 11-M”. Punto final. Nada más lejos de la realidad paralela que comenzó a construirse. 

A partir de ese momento, se encadenó una sucesión de historias con las que sostener que la verdad había sido otra sin que nunca estuviera del todo claro cuál era. Se perdió el miedo al ridículo, y las teorías alternativas que, por ejemplo en EEUU en relación al 11S quedaban circunscritas a medios de extrema derecha o extrema izquierda, en España fueron defendidas por un periódico que se decía liberal, moderado o conservador.

Por citar uno de los numerosos ejemplos de esta loca carrera hacia el abismo, Pedro J. empeñó su prestigio, lo hundió en la miseria, regalando tres portadas a un delincuente como José Emilio Trashorras al que los médicos forenses de la Audiencia Nacional diagnosticaron “trastorno psicoafectivo bipolar, trastorno de personalidad esquizoide y antisocial y trastorno psicótico por consumo y abuso de drogas”.

¿Qué mejor fuente puede desear un periodista que está investigando el mayor atentado terrorista en la historia de España? ¿Cómo no creer a alguien que afirma que todo fue un golpe de Estado montado por las fuerzas de seguridad para asesinar a 191 hombres, mujeres y niños, que la policía le ofreció dinero para acusar a unas marionetas y encubrir la matanza o que uno de los terroristas “tenía contactos con ETA?”.

Nadie más que Pedro J. Ramírez podía llegar a esos extremos. No son los políticos los únicos que pierden la cabeza al disfrutar del poder absoluto."           (Guerra Eterna, 31/01/2014)


"(...) Hoy me gustaría hablarle de las víctimas del 11-M. No de los muertos, los heridos y sus familiares, sino de las víctimas informativas.

De todos aquellos ciudadanos que, ávidos de noticias sobre los espantosos atentados, fueron engañados por un Gobierno y por un grupo de periodistas. Los primeros, Aznar y compañía, de alguna manera pagaron su pecado con el desprecio y el olvido: ¿quien se acuerda hoy de Zaplana (algunos quieren descartar a ETA cuando todo apunta a que sea esa banda la autora de los atentados”) o de Acebes (“ETA sigue siendo la línea de investigación prioritaria”)?

Sin embargo, El Mundo sigue saliendo cada día y la COPE no ha dejado de emitir una sola jornada. Los esfuerzos de estos dos medios por relacionar a ETA con los atentados puede parecer que resultaron inútiles, pero no es cierto: les ayudaron a vender miles de periódicos, a ganar oyentes. (...)

Nunca mentir resultó tan barato. Ante la mirada atónita del resto de empresas de comunicación, y la pasividad absoluta de las asociaciones de la prensa, los medios que engañaron a los ciudadanos para alimentar la teoría de la conspiración jamás pagaron por sus mentiras.

Causaron un enorme desconcierto entre la población, multiplicaron el dolor de las víctimas, entorpecieron el desarrollo de la justicia… “El bulo del 11-M destrozó a mi familia, mi esposa no pudo aguantarlo”, ha reconocido Rodolfo Ruiz, el comisario de Vallecas al que se acusó de colocar la mochila.

 Pues ahí tiene usted a los responsables de la ignomínia, diez años después, dando lecciones de comunicación, ofreciendo masters de periodismo y reividicándose como garantes de las libertades.

Algo falla en el mundo del periodismo cuando la infamia informativa del 11-M ha quedado absolutamente impune, cuando la profesión carece de recursos para desenmascarar al tramposo, cuando el lector está absolutamente indefenso."           (Javier Pérez de Albéniz, Cuarto Poder, 11/03/2014)


"El Financial Times británico tituló un artículo el 26 de Marzo: “Un día en la historia de la infamia”. En él afirmaba que el Gobierno de Aznar puso en riesgo a Europa por retener información e insistir en la falsa autoría de ETA. 

Es entonces cuando se inicia la etapa dura de la manipulación mediática llegada al extremo en nuestros días. Como en los viejos tiempos, hemos tenido que informarnos fuera de nuestras fronteras, pero dentro existe ya el periodismo de Internet.

Marzo de 2004. Cuatro días infinitos. Madrid es el corazón del mundo. Desde el último confín se sobrecogen con nuestra tragedia. A partir de la terrible madrugada del jueves 11, hemos estado pendientes de cada detalle. Sangre, muerte, dolor, llanto, gritos, solidaridad absoluta. Imágenes para saturar la emoción. (...)

La portada de Libération al día siguiente de las elecciones no pudo ser más expresiva: “El precio de la mentira”, sobre Aznar votando.

En Le Monde, el presidente saliente de España apareció dos veces con nariz de Pinocho.

New YorK Times escribe: “Al parecer, Al Qaeda ha conseguido derribar a su primer gobierno democrático. Por supuesto ha estado ayudado por la actitud furtiva, asustadiza e inepta con la que el gobierno de Aznar ha manejado la investigación de los atentados del pasado jueves.

En el desesperado intento por mostrar que el terrorismo vasco de ETA era el responsable, ofendió a muchos votantes que se sintieron manipulados”.  (...)

Sobre los cadáveres y heridos del 11M, sobre el inmenso dolor de un pueblo, la eterna derecha española demostró que en su ideario solo figura gobernar o maniobrar para seguir gobernando. Es entonces cuando se inicia la etapa dura de la manipulación mediática llegada al extremo en nuestros días.

 Barra libre, todo vale. Un presidente de gobierno –José Mª Aznar- que cambia titulares de grandes y sólidos medios –como lo era entonces El País-. La ignominia de El Mundo inventando una conspiranoia como medio de influencia y lucro. Impunemente. Una encarnizada batalla mediática sobre quién tiene la culpa… de la derrota del Partido Popular, según parece a la postre. (...)

La SER –tan denostada por la propaganda conservadora- brinda informaciones esenciales. Contra los intentos de desactivarlas. Aquellos días se vivió una auténtica lucha por la información. (...)

La gente también ha tomado las riendas. Enorme coraje y sensatez en todo el convulso drama. Dimos ejemplo al mundo de valentía y solidaridad, como fue ampliamente resaltado. Gran pueblo cuando se le necesita y pierde la abulia y el miedo. Modélico, frente a la bajeza del gobierno y algunos medios."              ('11M, aquellas aguas turbulentas', de Rosa María Artal en Zona Crítica de eldiario.es, en Caffe Reggio, 11/03/2014)

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