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17/9/10

Photoshop para hacer de Mubarak el gran líder mundial


Arriba, la foto manipulada por el diario Al-Ahram, debajo, la imagen original de Getty

"El principal diario oficialista egipcio Al-Ahram publicó el martes pasado tanto en su edición digital como en la impresa una imagen del arranque a principios de mes en la Casa Blanca de las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos en la que se ve al presidente de Egipto, Hosni Mubarak, de 82 años, abriendo camino sobre una alfombra roja seguido del presidente de EE UU, Barack Obama, del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el rey Abdalá de Jordanía y el líder de la Autoridad Nacional Palestina Mahmud Abbas. En la imagen auténtica, tomada por el fotógrafo Alex Wong para la agencia Getty, era Obama el que encabezaba la comitiva. La silueta de Mubarak, no sólo ha sido recortada y llevada a la primera fila, también ha sido rotada en espejo.

La manipulación de la imagen fue detectada por el bloguero egipcio Wael Jalil y, según cuenta el diario británico The Guardian, en seguida ha desatado en la blogosfera opositora del país árabe una cascada de parodias (Mubarak llegando a la luna, Mubarak como Napoleón)." (El País, 17/09/2010)

27/4/09

Michelle Obama y la reina de Inglaterra, su foto



"Respecto al rol de las fotos en la comunicación política, los fanáticos de lo real olvidan que los ciudadanos ya sólo prestamos atención a las imágenes. Saturados y escépticos ante el bombardeo informativo propiciado por las nuevas tecnologías, no podemos prestar nuestro escaso tiempo de atención a titulares o declaraciones políticas -por no hablar de los textos de acuerdos, leyes o manifiestos- y apenas nos detenemos en las imágenes. En la lucha cotidiana por captar la atención de los ciudadanos, la fotografía política ha ido perfeccionando su visual storytelling, la capacidad de contar una historia compleja mediante un golpe de retina.

Las fotos, que nacieron como mera ilustración del texto, evolucionaron hacia la certificación de la noticia, "está pasando, lo estás viendo". A continuación se dedicaron a matizar o interpretar la noticia, y han acabado por convertirse en la noticia misma. El texto, por cierto, ha sufrido el proceso inverso y ha terminado siendo la explicación del gesto en la fotografía. De esta manera, el gesto momificado en una foto se ha convertido en la herramienta de comunicación que le ha quedado al político si quiere que su mensaje llegue al ciudadano medio. (...)

Pensemos en cómo el mayor éxito político mundial en lo que llevamos de crisis, la última cumbre del G-20, quedó sintetizado en una foto. No fue la pretendida instantánea de los políticos a pie de photo call, respaldados por el lema "Estabilidad, Crecimiento, Empleo", sino la de la angry black woman Michelle Obama y la intocable reina de Inglaterra abrazadas por la cintura. El sueño más delirante de cualquier jefe de prensa -también la pesadilla más suicida de cualquier responsable de protocolo- hecho realidad. Dos mujeres líderes, no dos hombres. Dos razas antes enfrentadas. Dos cunas bien distintas. Dos potencias mundiales, la vieja Europa y el joven Estados Unidos. Dos formas de entender la diplomacia y la política. Dos iconos globales. El grumo de recelos, prejuicios y protocolos caducos, que tanto había atascado la coordinación mundial de las medidas anticrisis, disuelto gracias a la voluntad de entenderse, tolerar culturas distintas y trabajar unidos para superar la situación.

Para los fanáticos de lo real, la cumbre fue una patética pantomima, un belén viviente con figuras gesticulando al escaparate. Sin embargo, los gestos que hacen posible fotos como la de Michelle Obama y la reina Isabel de Inglaterra son una fuente de inspiración para todos y ayudan a construir el imprescindible relato simbólico global que necesitamos para salir de la crisis." (ANTONIO NÚÑEZ LÓPEZ : Señores políticos, sigan gesticulando, por favor. El País, ed. Galicia, Opinión, 21/04/2009, p. 27)

4/11/08

La post-televisión

"Dentro del proceso de espectacularización que padece la cultura mediática, la televisión, hoy, ha dejado de ser "ventana al mundo", fiel reproducción de la realidad objetiva, para convertirse en espacio de proyección, espejo del sujeto. Se privilegia lo inmediato, la relación afectiva, proyectada en relatos, lúdicos unos, ficticios otros. Éstos se desenvuelven a la vez en lo verbal (importancia de la oralidad, de la confesión en este nuevo dispositivo) y al mismo tiempo en lo no-verbal, el mundo de lo emotivo en el que el sentido es secundario en relación con el sentir, privilegiando un régimen conversacional (Bettetini).

Con la postelevisión, como la he llamado, la que emerge en la década de los 90, se da un paso más. Vinculada a la aparición de la telerrealidad, se plasma en la creación de "mundos posibles", pero ya no regidos por la imaginación como en la ficción, sino por la invención de universos imaginarios engendrados por y desde el medio, que ya no escenifican contenidos narrativos estructurados sino, simplemente (y eso constituye una nueva forma de narratividad), la relación misma, el contacto entre protagonistas de estos nuevos juegos televisivos. Han nacido los reality shows.

Después de la espectacularización del mundo, viene la espectacularización del individuo, de lo vivencial en sus aspectos positivos y negativos. Los realities de segunda generación, tipo Gran Hermano, instauran lo relacional como nueva categoría referencial: lo que interesa no es lo que pasa -en términos de acción narrativa- sino las relaciones internas que establecen los concursantes, sus constantes estrategias de interacción y negociación, la permanente construcción / deconstrucción de su identidad. (...)

Representarse a sí mismo, "jugar a ser sí mismo" -es decir, en términos semióticos, construirse un personaje-, jugar a estar juntos, tal podría ser la finalidad de estos programas, dentro de una total redundancia identitaria. Este proceso no es ajeno a la carencia comunicativa de la sociedad moderna, a la ausencia o difuminación del otro, a los propios déficit de identidad del sujeto. (...)

Con esto la televisión cumple cada vez menos una función referencial y crea mundos virtuales (en los juegos, en los realities, en las series), deviene cámara de eco del imaginario colectivo. Esta evolución no es baladí, entronca con las mutaciones que se están operando en los imaginarios y en la relación con la realidad, la tendencia a jugar con la realidad y con la identidad, la maleabilidad mayor del concepto mismo de realidad, erosionado por los avances de la ciencia y el desgaste del discurso público y de las prácticas políticas. (...)

La televisión de hoy fomenta todas las transformaciones posibles. Por eso he calificado la postelevisión, jugando con las palabras, de transformista. Transformista en el sentido cabaretero del término: el gusto por el disfraz, la parodia, los dobles, el juego con el rol (incluso el sexual). Transformista, también, por esa capacidad que tiene el medio de deformar la realidad hasta llegar a lo grotesco y llevarla hacia los límites de lo fantástico.

¿Es ésta una nueva versión de "lo real maravilloso", una visión que, partiendo de la realidad, la amplifica, manipula, transforma en su doble? Con ello se diluyen las fronteras entre lo informativo y lo ficcional. Más que nunca, la televisión está dividida entre la necesidad de informar y el deseo de espectáculo fomentado por la cultura de masas. (...)

Sin huella no hay ética de la responsabilidad, porque si la acción no trae consecuencia, invalida cualquier idea de compromiso de cara al futuro. Lo que hago en televisión es del orden de la exhibición: sólo vale en el marco del medio, se sitúa al margen del mercado social del valor. Entonces ya no operan los valores sociales. No compromete, me exime de responsabilidad y me saca de toda lógica de la acción. No imperan los valores al uso y ya no choca el escándalo (lo que es de cariz accidental): ya no hay ni valores estéticos (bello versus feo, desbancados por lo freak) ni éticos (bueno versus malo, suplantados por lo performativo, la capacidad de crearse una imagen por los medios que sea), ni siquiera morales (dignidad, recato, honor, integridad se borran y dejan paso a códigos de sustitución: la competencia práctica, el valor de uso del medio, la capacidad de desenvolverse en él), ni tampoco valores simbólicos (en cuanto al estatus de veracidad de la realidad), lo que rompe con el pacto de verosimilitud que une espectador y realidad representada. (...)

La televisión ha llegado a ser un mundo de relaciones "líquidas" (Bauman) donde se diluyen las categorías, en particular las que fundan la representación moderna -realidad versus ficción- con inquietantes derivas hacia lo grotesco. De ahí la moda de lo friki como estética de la deformación, atracción hacia lo cutre, lo estrafalario, fascinación por lo monstruoso (freak en inglés).

¿Habrá que concluir que se ha salido de la realidad? Y que, frente a la carencia de lo real, a su dilución, fabrica su propio antídoto, una realidad ex profeso, que se complace en lo especular y lo hiperrreal y procede mediante una licuefacción de las identidades.

"Bienvenido al desierto de lo real", decía Morfeo en Matrix, frase premonitoria que podríamos adaptar así a la postelevisión: Bienvenido al desierto de lo hiperreal..." (GÉRARD IMBERT Bienvenidos al desierto de lo hiperreal (El País, Ed. Galicia, Opinión, 31/10/2008, p. 25/6)