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22/7/23

Vuelven los intoxicadores titulares: Ana Rosa, Susana, Antonio y Ana, Federico, Eduardo, Vicente, Carlos Primero y Carlos Segundo, Carlos Tercero en el TD2, Mari Ángeles... y ese ABC, y ese "riguroso" Vocento al completo, tocando a rebato sin parar contra el Gobierno de coalición como el Grupo Joly, como La Voz de Galicia, como el grupo Prensa Ibérica... Y eso sin contar con los Naranjos, Alvises, Bustos, Negres y compañía... Buscadme diez medios honestos y no quemaré Sodoma... Y en las redacciones, soldados desconcertados viven sin vivir en ellos, intentando entender y asumir que quien paga manda y no se le puede dar más vueltas, y esos becarios recién llegados descubriendo que los han estafado... la ultraderecha mediática ha vuelto con el cuchillo entre los dientes. La izquierda necesita instrumentos de comunicación para contrarrestar la ofensiva inmisericorde que se avecina, desmontar bulos, desenmascarar montajes... Hay que llegar a la mayoría. Los podcasts decentes, algunos digitales que hacen un buen trabajo... son pistolas de juguete frente al fuego de artillería que disparan los medios distorsionadores (Juan Tortosa)

 "Cuando llegue septiembre todo será maravilloso, decía una canción de los tiempos del franquismo. Jamás fue verdad, pero ahora es más mentira que nunca.

En septiembre vuelven los intoxicadores titulares: Ana Rosa, Susana, Antonio y Ana, Federico, Eduardo, Vicente, Carlos Primero y Carlos Segundo, Carlos Tercero en el TD2, Mari Ángeles... Morenos y vitaminados ellos y ellas! Que el señor nos coja confesaos! Aunque mejor sería que nos cogiera dispuestos a plantarles cara, ¿no?

Querrán copiarles el incompetente de Marc Sala, con una Silvia Intxaurrondo tan cabal como desubicada. Ana Blanco ya no, por fortuna (me han hecho mucha gracia buena parte de los hipócritas panegíricos que le han dedicado), el gallego Xabier Fortes intentando mantener el tipo haciendo equilibrismos imposibles, y una Sonsoles Ónega convertida en star system nada dispuesta a perder la posibilidad de seguir escalando, un Joaquín Prat tan corto como atrevido, una Helena Resano que se encuentra en la misma tesitura que mi querida Sandra, intentando hacer un buen trabajo pero sabiendo muy bien las cosas que se dejan fuera y no cuentan; un Pablo Motos que, al paso que va haciendo la pelota a quien le ordena Mauricio Casals que lo haga, va a acabar con las reservas de jabón del país...

Y en medio de todo esto, el Wyoming, la coartada progre, que él sabrá hasta cuándo está dispuesto a mantener. Y esa Asociación de la Prensa mirando siempre hacia otro lado, provocando la vergüenza y la indignación de buena parte de los indolentes que aún seguimos pagando la cuota por pura pereza, y ese Marhuenda, y ese tal Manso, el de El Mundo (que ha hecho bueno a Paco Rosell) compitiendo a ver quién es más burdo y peor periodista, y ese ABC, y ese "riguroso" Vocento al completo, tocando a rebato sin parar contra el Gobierno de coalición como el Grupo Joly, como La Voz de Galicia, como el grupo Prensa Ibérica, que ha conseguido acabar con la escasa prestancia que le quedaba al Periódico de Catalunya, y ese Jesús Cacho, ese Fernando Jáuregui, ese Pedrojota, ese Pablo Sebastián, cada uno de ellos conspirando con su respectivo periódico digital, inasequibles al desaliento, cortocircuitando la posibilidad de que el periodismo en redes pueda ser decente aunque sea de derechas... Y eso sin contar con los Naranjos, Alvises, Bustos, Negres y compañía.

Buscadme diez medios honestos y no quemaré Sodoma. Hasta La Vanguardia, referente del que me niego a prescindir, me despacha a traición trágalas impresentables defendiendo al rey emérito, hasta El País de mi admirada Pepa Bueno, quien se está dejando la piel intentando hacer el periodismo que sabe hacer, acusa carencias que sin duda tendrían mercado, porque continúa existiendo mercado para historias sabrosas aunque no sean políticamente correctas, para el periodismo de siempre en definitiva. Algún día será.

Y en las redacciones, soldados desconcertados viven sin vivir en ellos, intentando entender y asumir que quien paga manda y no se le puede dar más vueltas, y esos becarios recién llegados descubriendo que los han estafado después de cuatro años de facultad donde no han aprendido nada de lo que necesitan saber, entre otras razones porque pocos o ninguno de los profesores que han tenido a lo largo de sus cuatro años de carrera saben lo que es hacer un reportaje: no pisaron un charco informativo en su vida y tienen en sus manos, en el acta de calificaciones, el poder de decidir quiénes serán los que lo hagan, ¿no es todo maravilloso?

Cuando llegue Septiembre, como decía la canción, todo será maravilloso. Sobre todo para los mal llamados "líderes de opinión", que vuelven morenos y vitaminados, con las pilas bien cargadas para poder así continuar amasando dinero a manos llenas a cambio de tener sus almas vendidas al diablo sin cargo de conciencia alguna. Para el resto de pringaos... ajos y agua, solo queda buscarse la vida como se pueda y donde se pueda. Un panorama alentador.

En septiembre la ultraderecha mediática ha vuelto con el cuchillo entre los dientes. La izquierda necesita instrumentos de comunicación para contrarrestar la ofensiva inmisericorde que se avecina, desmontar bulos, desenmascarar montajes... A día de hoy, esos instrumentos no solo no existen sino que hasta las televisiones públicas, que practican una flagrante dejación de sus funciones, contribuyen a la confusión.

Hay que llegar a la mayoría. Los podcasts decentes, algunos digitales que hacen un buen trabajo... son pistolas de juguete frente al fuego de artillería que disparan los medios distorsionadores, empezando por la televisión pública. Hay que conseguir que la ciudadanía conozca, como sea, la otra cara de la luna. O eso, o se nos comen con patatas."             (Juan Tortosa, Público, 03/09/22)

19/1/23

La confianza en los medios españoles volvió a descender en 2022... retrocede dos puntos respecto a 2021... España, con un índice de confianza del 38% se sitúa muy por debajo de la media mundial, que es del 50%... es llamativo que ningún país occidental consiga un aprobado en este aspecto, excepto Canadá

 "Los medios de comunicación no atraviesan su mejor momento en lo que respecta a la confianza que los ciudadanos depositan en ellos. Según un estudio reciente de Edelman, los medios españoles generan una confianza del 38%. Así lo señala su Trust Barometer 2023, que se basa en 32.000 respuestas a nivel global y más de 1.100 en cada país.  

De esta forma, la confianza en los medios de nuestro país retrocede de nuevo. En esta ocasión, cae dos puntos respecto a 2021, cuando se situaba en un 40%. Resultados igualmente insuficientes para alcanzar la media global, que se sitúa en un 50%. No obstante, resulta llamativo que ningún país occidental a excepción de Canadá consiga un aprobado en este aspecto. 

Entre los países cuyos ciudadanos depositan menos confianza en los medios, y por detrás de España, se encuentran Reino Unido (37%), Japón (34%) y Corea del Sur (27%). No obstante, y pese a que nuestro país se encuentra en cuarta posición por la cola, otros países de nuestro entorno tampoco obtienen datos muy halagüeños. Francia, con un 39%, también sufre una llamativa oleada de desconfianza. 

Mejores porcentajes obtienen países como Alemania (47%), Italia (47%), Brasil (46%) o EEUU (43%). La clasificación la encabeza China, con un 79%. Le siguen Indonesia, con un 72%; Tailandia, con un 67% y Kenia, con un 63%. 

Los periodistas, a examen. El Trust Barometer 2023 de Edelman también ofrece datos llamativos en lo que se refiere a la labor de los periodistas. Según este estudio, los profesionales de la información son uno de los grandes factores de la polarización para un 43% de los encuestados. También suspenden en liderazgo, pues los ciudadanos consideran que su capacidad para liderar es del 37% frente al 41% del Gobierno."             (Daniel Pueblas, PRNoticias, 19/01/23)

30/8/22

No solamente sigue cayendo la confianza en las noticias, sino que, por primera vez, aparece otro fenómeno: la cantidad de personas que deciden evitarlas... El porcentaje de gente que dice evitarlas ha aumentado bruscamente en todos los países... comenta que las noticias le producen un efecto negativo en su estado de ánimo... En España el porcentaje de población que dice evitar las noticias a veces o a menudo ha pasado del 26% en 2017 al 35% en 2022. Si damos por evidente que un ciudadano informado es una condición imprescindible para el funcionamiento de una democracia, podemos imaginar la gravedad en la que se encuentra nuestro sistema político si una tercera parte de la población, premeditadamente, renuncia a informarse

 "El Reuters Institute, junto a la Universidad de Oxford, ha publicado recientemente uno de los informes más ambiciosos sobre periodismo, el Digital News Report 2022. Se basa en estudio de la empresa YouGov, con más de 93.000 encuestados en 46 mercados que cubren la mitad de la población del mundo.

El estudio muestra que aumenta la desconexión entre el periodismo y el público que, además, incluye la caída en la confianza, un declive en el interés por las noticias y, la gran novedad, un aumento de quienes las evitan a propósito.

El informe del año pasado no fue tan negativo para el sector informativo debido a los deseos de información sobre el Covid y a que continuaban unos confinamientos que impedían a los ciudadanos hacer muchas cosas diferentes al consumo de noticias. Pero un año después, la situación ha cambiado. No solamente sigue cayendo la confianza en las noticias, sino que, por primera vez, aparece otro fenómeno: la cantidad de personas que deciden evitarlas. 

El interés por las noticias ha pasado del 63% de los ciudadanos en 2017 al 51% en 2022. El porcentaje de gente que dice evitar las noticias ha aumentado bruscamente en todos los países, Brasil o Reino Unido se ha duplicado en cinco años. Mucha gente comenta que las noticias le producen un efecto negativo en su estado de ánimo. Un porcentaje significativo de personas jóvenes y menos estudios dicen que evitan las noticias porque pueden ser complicadas de seguir o de entender.

Otro dato curioso respecto a esta evasión de las noticias se ha producido en torno a la guerra de Ucrania, incluso en los países más cercanos como Alemania y Polonia. Si bien el informe muestra que tras el inicio del conflicto aumentó su seguimiento en televisión, con el paso del tiempo la evasión selectiva de las noticias se ha incrementado aún más, “probablemente debido a una cobertura de naturaleza complicada y deprimente”, afirma el análisis.

En España el porcentaje de población que dice evitar las noticias a veces o a menudo ha pasado del 26% en 2017 al 35% en 2022. Si damos por evidente que un ciudadano informado es una condición imprescindible para el funcionamiento de una democracia, podemos imaginar la gravedad en la que se encuentra nuestro sistema político si una tercera parte de la población, premeditadamente, renuncia a informarse. 

No se trata de una bajada de audiencia solo de los medios tradicionales, cuando se señala una disminución del interés en las noticias se incluye también su presencia en redes sociales o cualquier otro formato online. Según el estudio, una de las razones es que muchas personas sienten que no se trata de algo relevante para sus vidas, pero también el formato de las noticias o su selección. 

Quienes evitan las noticias esgrimen diversas razones. Para un 29%, el motivo es que la agenda informativa es demasiado reiterativa o que suelen sentirse agotados por las noticias (29%). Una proporción significativa dice que las evita porque no las considera fiables (29%). Alrededor de un tercio de los encuestados (un 36%), sobre todo menores de 35 años, sostienen que las noticias les bajan el ánimo, les provocan discusiones que preferirían eludir (17%) o les generan sensación de impotencia (16%). Una pequeña porción enfatiza que no tiene suficiente tiempo para consumir noticias (14%) o que resultan demasiado difíciles de entender (8%). 

Sin duda, cada casuística requeriría un tipo diferente de intervención. Por un lado, es evidente que una sociedad volcada en el placer individual cualquier agenda informativa trágica y alejada le resulta desagradable y evitable. De ahí que los temas que, en principio, son los más importantes en el periodismo (como las crisis políticas, los conflictos internacionales, las pandemias o las catástrofes climáticas) parecen ser precisamente los que alejan de las noticias a algunas personas.

Pero, por otro, que un tercio no se fíe de lo que cuentan los periodistas o que sientan que aburrimos con los mismos temas, sí debería ser un asunto a reflexionar en la profesión. En el caso español, solo un 32% de los encuestados responde que “confía en la mayoría de las noticias la mayor parte del tiempo”. 

En la media global, el estudio muestra que solo un 19% de los encuestados considera que los medios priorizan lo que es mejor para la sociedad en vez de sus propios intereses comerciales o políticos. Aunque el mantra neoliberal insiste en que el sesgo que influye en la información son las posiciones políticas, el informe muestra que más gente (un 42%) piensa que son los intereses comerciales (frente al 40% que afirma que la política).

Por último, es evidente que se necesita más pedagogía, más contexto y más antecedentes para que las audiencias encuentren sentido a las noticias. Para que se comprendan los procesos y las informaciones no sean partes de guerra o de conflicto aislados. 

La idea de hacer informaciones divertidas y espectaculares alguna vez pudo ser una opción, pero ya no sirve. En el actual mundo de la competencia audiovisual, el entretenimiento como inspiración para las noticias no podrá competir con las series, los videojuegos y toda la oferta de ocio. 

Necesitamos que la gente comprenda cómo se relaciona con su vida lo que sucede en la otra parte del mundo, explicarle cómo se llega a esta situación, los intereses de todos los actores y todos los elementos que influyen. Si no hacemos todo eso, las audiencias no entienden, se abruman con el bombardeo de informaciones, no ven en qué les afecta a su vida y terminan viendo una serie en streaming. Pero para eso hace falta que los intereses económicos de las empresas de prensa lo permitan. "                                (Pascual Serrano  , eldiario.es, 29/08/22 )

25/5/21

Los periódicos solían ser un cartel con características de oligopolio... La era digital aceleró en gran medida el declive, y representó un desafío que la mayoría de editores y directores de periódicos no comprendieron intelectualmente... El periodismo tradicional se ha convertido en una profesión muy deteriorada y empobrecidalos... los jóvenes periodistas viven en pisos compartidos... los periódicos, poco a poco irán difuminándose en nuestra conciencia colectiva. Un día, todavía lejano, desaparecerán, y nadie se dará cuenta de nada

 "Que el príncipe Guillermo acusara efectivamente a la BBC de conspirar en la muerte de su madre fue una declaración sorprendente a muchos niveles. Es difícil exagerar las repercusiones que el caso Martin Bashir tendrá para los medios de comunicación de Reino Unido, y no solo para el servicio público de radiodifusión.

 En mis 35 años como periodista he sido testigo de la caída de los baremos tanto en la radiodifusión como en los denominados periódicos de calidad. Ambos tienen algo más en común: una base económica en declive. Lo primero y lo segundo están relacionados. De hecho, creo que la mejor manera de contar la historia es desde una perspectiva económica.

El servicio público de radiodifusión constituye un monopolio, por ejemplo, en Reino Unido, y un oligopolio en muchos otros países. Los periódicos solían ser un cartel con características de oligopolio. Lo trágico es que ambos siguen comportándose de la misma manera, aunque su entorno haya cambiado. Antes, los periódicos vendían historias a los lectores por un módico precio o una cuota de suscripción, y vendían lectores a los anunciantes. 

Tanto los lectores como los anunciantes eran audiencias cautivas. No tenían alternativa a la que acudir. Todos sabemos lo que pasó cuando aparecieron Google y Facebook. Hace 20 años, había que ver las noticias políticas antes de que llegaran los deportes. Hoy en día uno mira lo que quiere cuando quiere.

 Mi experiencia en los medios de comunicación me ha enseñado que los que prosperan en los carteles oligopólicos no son los mismos que triunfan en los mercados competitivos. En los primeros, como los medios de comunicación y la industria cinematográfica, codearse con los jefes es lo que permite llegar a lo más alto. Los medios de comunicación reclutan su personal en un pequeño número de universidades de élite. La mayoría de las veces, la selección y los ascensos no son transparentes. El jefe decide. Los economistas han acuñado una expresión para esta práctica: selección adversa.

La decadencia de los periódicos empezó antes de la era digital. En Reino Unido y Estados Unidos yo la dataría en la década de 1970, cuando la época del editor de periódicos rico y poco dado a involucrarse llegó a su fin. Ese momento quedó bien retratado en la obra teatral Ink.

  La era digital aceleró en gran medida el declive, y representó un desafío que la mayoría de editores y directores de periódicos no comprendieron intelectualmente. Desde entonces, muchas publicaciones locales han desaparecido. Las grandes cabeceras nacionales siguen resistiendo. Tienen menos lectores que antes, les resulta más difícil hacer trampas con sus cifras de tirada que antes, y pagan sueldos bajos. 

Hoy en día, los jóvenes periodistas viven en pisos compartidos o en las zonas residenciales de la periferia de Londres. El periodismo tradicional se ha convertido en una profesión muy deteriorada y empobrecida, por debajo del nivel de las superestrellas de los medios de comunicación y de los empresarios del sector.

 

En los viejos tiempos, las cadenas determinaban la agenda. Cuando era un joven periodista en Londres, solía seguir casi religiosamente la programación de noticias de la BBC, que por lo general consistía en el telediario de las nueve y las emisiones Newsnight, Panorama y Question Time. No estoy seguro de si han cambiado los programas, he cambiado yo, o hemos cambiado los dos, pero ahora casi todos me parecen infumables. Y lo mismo se puede decir de los periódicos. No conozco a muchos jóvenes que sigan leyéndolos, pero incluso para los adictos a la información como yo, no tienen la importancia que tenían antes.

Lo que ocurre es que los antiguos medios de comunicación siguen cultivando el mismo modelo de venta de historias, cuando lo que deberían hacer sería ofrecer información, es decir, contenidos de interés para el público que, de otro modo, nadie contaría. La mayoría de las primicias no entran en esta categoría. Son filtraciones. O peor aún, son globos sonda. ¿Por qué pagar dinero por falsas primicias o por noticias para entretenerse si las hay gratis en abundancia? La gente todavía está dispuesta a pagar por información política o financiera de calidad, o por análisis que pongan en entredicho las opiniones convencionales en contraposición a los editoriales anónimos redactados por comités.

Esto es lo que yo aconsejaría hacer a los directores y editores de periódicos:

1. Dejar de recompensar las primicias. Recompensar la información.

2. Dejar de aceptar premios de periodismo. Establecen los incentivos equivocados.

3. Dejar de mezclarse con los ricos y famosos en sitios como Davos.

4. Hacer su trabajo.

Este sería solo el principio de una larguísima lista de tareas. Unos pocos lo pondrán en práctica. La mayoría, no. La vieja guardia sigue empecinándose. Hay más premios periodísticos que nunca. La cultura de las falsas primicias perdura. Se aferran a un mundo que hace tiempo que pasó. En vez de buscar nuevas fuentes de ingresos, el sector de la prensa suplica a Facebook y a Google que compartan parte de los suyos. El camino que separa la arrogancia oligopolista de la autocompasión y la nostalgia es increíblemente corto.

Hay un famoso dicho de la era digital atribuido a Bill Gates, según el cual solemos sobreestimar la velocidad a la que cambian las cosas, pero en última instancia subestimamos sus repercusiones globales. La observación es un poco demasiado simplona para mi gusto, pero encaja con el cambio en el sector de los medios de comunicación. Gran parte de los servicios de radiodifusión públicos y de los periódicos seguirán haciendo lo que hacían antes, pero con menos dinero y menos audiencias y lectores. Poco a poco irán difuminándose en nuestra conciencia colectiva.

Un día, todavía lejano, desaparecerán, y nadie se dará cuenta de nada."               (Wolfgang Münchau , El País, 24/05/21) 

19/2/21

La verdad de Pablo Iglesias sobre el poder mediático... en España dos empresas acaparan el 80% de la audiencia de televisión privada y el 83% de ese mercado publicitario...

 "El pasado 17 de febrero el vicepresidente Pablo Iglesias intervino en el Congreso durante poco más de doce minutos para hablar del poder mediático y su papel determinante en la democracia.

En realidad Iglesias no descubrió nada nuevo, no aportó ninguna información que no supiéramos, no ofreció ningún dato novedoso, no argumentó algo que no se haya dicho y escrito muchas veces. Sin embargo, sí hay algo excepcional en lo que sucedió, sí que resultó emocionante, sí que nos encontramos ante una intervención fuera de lo común, muy alejada de lo habitual. Y porque tuvo el valor de, desde el cargo más alto de un país hasta ahora, en el lugar más legítimo y valioso de la democracia (el Parlamento), decir lo que nadie había dicho.

 Ya comenzó advirtiéndolo en su discurso: “No es habitual que se debata en el Congreso cual es el papel de los medios de comunicación en las sociedades democráticas, es un tema tabú, síntoma de una carencia de nuestra democracia”, vino a señalar. Claro que no es habitual, los políticos se dedican a criticar a los otros políticos, a defender posiciones y propuestas a favor de los sectores sociales con los que se identifican, pero nunca a denunciar a los actores que tienen el poder para decidir qué mensaje y qué imagen de ti va a llegar a los ciudadanos.

Y ese es el gran problema. Hoy, más que nunca, el papel de los medios es fundamental, sobre todo porque vivimos tiempos en los que nada o muy poco se puede hacer sin el apoyo de la opinión pública, lo cuál no es mala cosa. El problema es que también lo más infame se puede hacer si consigues ese apoyo.

 Y más problema todavía es si es un reducido núcleo de poder el que tiene la capacidad de conformar esa opinión pública. Tan reducido que, como recordó Pablo Iglesias, en España dos empresas acaparan el 80% de la audiencia de televisión privada y el 83% de ese mercado publicitario.

 El sistema mediático lleva años abusando de mitos que es necesario desmontar:

1. Los medios tienen como misión ejercer la libertad de expresión.

 No es verdad. La libertad de expresión no debe ser patrimonio de los medios, ni siquiera de los periodistas, es de los ciudadanos. Si los medios seleccionan qué personas se expresan en ellos y quiénes no, de qué temas se ocupan y de cuáles no; lo que están ejerciendo es el derecho a la censura. Es decir, a señalar lo que sale a la luz y lo que se silencia.

2. Los medios son el contrapoder a los otros poderes.

Los medios no son contrapoder de nada, son un poder por sí mismo que se dedicará a apoyar lo que consideren oportuno. Y considerarán oportuno lo que establezcan los dueños de ese medio, como sucede con todo en el mercado. Precisamente los otros tres poderes, esto también lo señaló Iglesias, tienen una cierta representación y legitimidad democrática, con todas sus deficiencias. Quienes no la tienen son los grandes medios, que nadie les vota ni elige.

 3. Los medios son los mediadores entre los políticos y los ciudadanos porque a través de ellos conocemos sus propuestas y posiciones.

En realidad los medios son interceptadores entre los representantes y los ciudadanos. Diría más, obstaculizadores, porque se encargan de conformar la imagen que quieren que tengamos de un político y de su discurso. Mediante su selección y edición pueden presentar estúpido al más inteligente, y brillante al memo. Mediante técnicas de descontextualización, omisión de antecedentes y datos pueden tergiversar cualquier propuesta o iniciativa del político. O simplemente pueden silenciarlo. O, al contrario, pueden encumbrarlo si es de su interés. El sistema mediático consigue que todos los días un columnista que no representa a nadie pueda dirigirse a cientos de miles de personas de su audiencia, mientras que un ministro o un diputado, elegido por millones de personas puede no tener acceso a ese medio para poder responder al periodista.

4. Nuestro derecho a la información nos lo proporcionan los medios de comunicación.

Ninguna empresa privada puede garantizar ningún derecho, las empresas privadas ofertan en el mercado productos y servicios, lo cuál está bien, pero los derechos son otra cosa. Los derechos como la sanidad, la educación, el de reunión, el de movimiento o el de asociación tenemos claro que no los garantizan las empresas privadas, los proporciona un Estado social y de derecho. ¿Por qué el de información te lo va a garantizar Atresmedia o Prisa?

5. Establecer legislaciones destinadas a garantizar la veracidad de la información supone un atentado a la libertad de expresión.

El derecho a recibir una información veraz se recoge en el artículo 20 de nuestra Constitución, cuando un medio ofrece una información que no es verdad, está violando un derecho constitucional que tienen millones de personas a los que les ha llegado esa falsa información. Legislar para impedir eso debería ser una obligación de los poderes públicos. Cuando los grandes medios quieren que no se haga es porque quieren mantener su impunidad para mentir.

6. Los medios se legitiman con sus datos de audiencia.

Cualquier análisis financiero de los grandes medios permitirá observar que se mantienen por, en primer lugar una licencia radioeléctrica dada a dedo por un Gobierno que mantienen de forma privilegiada durante décadas, después porque tienen un gran accionariado detrás conformado por entidades financieras, empresas de telecomunicaciones, energéticas, fondos de inversión... Además necesitan para su funcionamiento flujos constantes de préstamos financieros por parte de las entidades bancarias. 

Por último, es imprescindible contar con el beneplácito de anunciantes, a ser posible de gran músculo económico, para lograr rentabilizar el medio. Basta con pararse a pensar a qué medios de los que cada uno utilizamos para informarnos le pagamos por su servicio. A todo el que usted no le paga, alguien lo está haciendo a cambio de algo, que no es información plural y veraz.

La intervención de Pablo Iglesias provocará dos tipos de reacciones en los grandes medios: unos la criticarán y otros directamente la silenciarán. Lo curioso es que Iglesias se limitó a exponer una situación, ni siquiera hizo propuestas que tuvieran que preocupar a las empresas de comunicación.

 Los medios y popes de la prensa y la política que critiquen esa intervención no están criticando unas iniciativas políticas que no compartan, están combatiendo la verdad. Precisamente de lo que alardean esos grandes medios, de abanderar la verdad, es lo que no pueden soportar en la tribuna del Congreso de los Diputados."                     (Pascual Serrano, Cuarto Poder, 19/02/21)

5/12/12

Iban a una plaza y ponían un camión con una pantalla. Pasaban programas que eran sólo para la gente que estaba sentada. Los contenidos habían sido escritos por gente de la zona, actuados por ellos y eran interesantes

"–¿Cree que el enfrentamiento abierto entre los gobiernos y los medios concentrados ayuda a concientizar a la gente acerca de los intereses detrás de los medios?

–En la mayor cantidad de países, los gobiernos apoyan a los medios concentrados. Y en las ocasiones en que eso no es así, creo que la mejor forma de responder no es poniendo presión, sino desarrollando alternativas, que es algo que el gobierno puede hacer. Algo así se está queriendo desarrollar acá en una pequeña medida.

 Por ejemplo, cuando el sistema de cable apareció en EE UU a inicios de los '70, el Congreso aprobó una ley que impedía a las compañías de cable tener monopolios en algunas áreas particulares. Por ejemplo en la zona donde estamos, Cambridge. Cualquier red de cable que quisiera operar aquí debía incluir una señal comunitaria. Es una gran falla de la izquierda de EE UU que no aprovechen esta oportunidad.

 Acá hay una estación de la comunidad y si vas ahí te sorprendería ver que el equipo es bastante bueno. No es CBS, pero es mejor que otros en poder de movimientos políticos. Y muchas veces están dirigidos por lunáticos porque la izquierda no los usa. Llegan a mucha gente y podría ser usado como una base de medios alternativa.

–¿Qué es lo que les falta a los grupos de izquierda para sacar partido de esa posibilidad?

–Eso es lo que he estado discutiendo durante 40 años. Tienen muchas críticas sobre los medios que están justificadas, pero hay muy poco trabajo en tratar de crear alternativas. Y puede ser hecho, como pasó con Democracy Now, que funciona. Pero si los grupos de izquierda usaran esas posibilidades que están a mano, podrían hacer más cosas. Hay mucho para hacer.

–Y no sería importante sólo el contenido, sino también la forma en que se lleva a cabo…

–Estuve una vez en Brasil, antes de que Lula fuera elegido presidente, y una tarde él me llevó a los suburbios de Río, donde vi algo muy interesante de los medios populares que no sé si todavía funciona.

 Lo que pasaba era que un grupo de profesionales de los medios de Río iba a una plaza en el medio de una ciudad a las nueve de la noche, prime-time, y ponían un camión con una pantalla. 

Allí pasaban programas que eran sólo para la gente que estaba sentada en la plaza o en los bares de alrededor. Los contenidos habían sido escritos por gente de la zona, actuados por ellos y eran interesantes. No podía entender todo lo que decían, pero sí me daba cuenta de que algunos eran comedia, otros eran más serios y hablaban sobre la crisis de la deuda o sobre el HIV, por ejemplo.

 Después de los programas, una de las actrices iba con el micrófono y una cámara a pedirle un comentario a la gente que los había visto. Esas opiniones eran pasadas en la pantalla gigante y otra gente se sumaba. Generaba interacción comunitaria y esa gente no miraba la televisión prime-time, sino que prefería mirar eso.

 Todo estaba hecho por la comunidad salvo el equipo, que venía de la ciudad. Cosas como esas pueden ser hechas."      (Noam Chomsky, Tiempo Argentino, en Rebelión, 05/12/2012)

29/11/12

¿Descapitalización intelectual de la redacción? ¿Ajuste de cuentas político? En El País

"¿Esto puede implicar, como también se afirma (incluso por periodistas que siguen en plantilla), el fin de El País? ¿Por qué?

Aplicando cierta lógica, lo cierto es que si una empresa despide a un tercio de sus trabajadores, como es el caso, parece difícil que esa empresa pueda mantener los estándares de calidad de su “producto” –entrecomillo “producto” porque así es como el actual director de El País, Javier Moreno, llama al periódico- o una idéntica generación de plusvalía sino deprecia lo fabricado. 

Además también ha habido una descapitalización intelectual de la redacción y algún ajuste de cuentas político. 

¿Descapitalización intelectual de la redacción? ¿Ajuste de cuentas político? Nos das algún detalle por favor.

Una empresa periodística como El País posee características peculiares que, para bien y para mal, la diferencian de otras empresas –periodísticas y no. La plantilla de un diario es de alguna forma, además de un colectivo de trabajadores, una especie de intelectual colectivo. Si un tercio de esa plantilla es despedida, ese intelectual colectivo no volverá a ser el mismo. 

Sobre el ajuste de cuentas político, un ejemplo: una de las últimas grandes informaciones exclusivas destapadas por El País fue la de las dietas cobradas por Carlos Dívar, el presidente del Consejo General del Poder Judicial. Es sabida la cercanía de este individuo al Opus Dei, como es sabida la cercanía al Opus Dei de algún miembro de la alta dirección de Prisa o del presidente de La Caixa, Isidre Fainé –esta entidad se encuentra entre los principales acreedores del entramado empresarial al que pertenece El País

Pues bien, el periodista que reveló la corrupción de Dívar, José Yoldi, y que además ha llegado a denunciar en sus magníficos artículos de los lunes las torturas policiales en el Estado español y las repetidas condenas de la justicia europea por ello, ha sido despedido. Puede ser una casualidad. No lo sabemos. 

No parece que sea casualidad. Sus crónicas sobre el caso Urdangarin-Torres-Cristina de Borbón también eran excelentes. Juan Luis Cebrián, el actual presidente del grupo Prisa, dicen –creo que lo dice él mismo- que se embolsó por ese cargo, en 2011, unos 13 millones de euros? ¿Es el caso?

Como presidente del grupo Prisa, puesto al que ha sido aupado tras la entrada en el capital del entramado del fondo buitre Liberty, su salario es de cuatro millones de euros. Pero el año pasado se ha embolsado nueve millones más en concepto de lo que llaman “bonus”.

¿Cómo casan ese sueldazo estratosférico y estos despidos con mano de hierro y corazón congelado? Si mis cálculos no me fallan, a un “coste total” por trabajador de 50 mil euros, la empresa de El País podía contratar a 240 trabajadores (los despedidos más unos 100 más) con 12 millones. A Cebrián le quedarían 1 millón de euros anuales. No parece que con ese millón de euros pudiese morirse de hambre.

Los trabajadores suponemos que, además de responder a la lógica salarial dominante en la etapa actual del capitalismo, los emolumentos de Cebrián se deben a su nueva función de verdugo laboral. Vamos, que la nueva propiedad de El País le paga todo eso para que, en su neolengua, “abarate la estructura de costes del periódico”.

 Traducido, para que consume una carnicería que, en nuestra opinión, solo está comenzando, ya que habrá nuevas bajas, seguro. Todo ello en una empresa, la editora del diario, que no ha conocido pérdidas en ninguno de sus 36 años de historia y que, si lo va a hacer este año, se debe paradójicamente al dinero gastado en las indemnizaciones de los despedidos. 

Se ha hablado también que un día antes de la presentación del ERE, don Cebrián se reunió con Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo. ¿Es así? ¿De qué hablaron si llegaron a reunirse?

No sé si exactamente un día antes, pero sí en esas fechas. Y no es la primera vez: durante la negociación del último convenio, pactado finalmente en noviembre de 2011 por empresa y comité con un respaldo mayoritario de la plantilla y que supuso una rebaja salarial del 13%, ya lo habían hecho.

 Lo que sospechamos los trabajadores, y tenemos indicios fiables de ello, es que Cebrián promete “buen trato” mediático a estas dos centrales sindicales –que, añade Cebrián, solo cuentan con El País como altavoz medianamente imparcial- siempre y cuando no armen demasiado follón en los conflictos laborales del grupo Prisa. 

Que, por cierto, no ocurren únicamente en El País, sino también en otras empresas de la misma propiedad. Porque la estrategia laboral inducida por Liberty afecta a todas y los tambores de guerra suenan ahora en la Cadena Ser. (...)

Dicen que se llegó a amenazar a algunos periodistas del diario, a algunas de las firmas “destacadas”.

En las primeras semanas de la negociación del ERE –la ley la restringe a un mes-, entre las medidas de presión aprobadas por la asamblea de trabajadores del diario, en la que participaban más de un 80% de la plantilla, acordamos retirar las firmas de todas las informaciones elaboradas por la plantilla –es decir, sin contar a los colaboradores, cuyo estatus los deja completamente desprotegidos frente a las frecuentes arbitrariedades del director Javier Moreno. 

Pues bien, Moreno decidió utilizar el miedo y las amenazas para instar a determinados periodistas a reconsiderar su decisión –que nosotros amparamos en la deontología periodística y en el Libro de Estilo de El País. Por esas amenazas, el comité ha denunciado al director ante los tribunales.

 Y el 76% de los trabajadores de la redacción exigieron su dimisión. Por supuesto, se negó a ella con el argumento de que él responde ante la empresa, no ante los trabajadores ni ante los lectores –lo que contrasta con la argumentación pública de la dirección, con ese pomposo y cínicamente falso “El País es de los lectores”. 

¿Y cuál es la situación de la denuncia?

Ahora mismo la desconozco.

Se han citado unas palabras de un ex director del diario: el despido de 149 trabajadores hará imposible mantener “los estándares de calidad del periódico”. ¿Será así? ¿Quién es ese ex director?

Sí, así lo comentó Joaquín Estefanía en una reunión del comité de dirección del diario, ante el monumental y desabrido enfado de Cebrián. Estefanía, ahora director de la escuela de periodismo de El País, añadió, además, que la plantilla no podrá superar el “desgarro moral” que supone el despido de un tercio de la plantilla y el enconado conflicto laboral que supone. O que ha supuesto. (...)

¿Cómo se ha llegado a esta situación? ¿Por qué está en crisis El País? ¿Tan mal lo han hecho? ¿No era, con diferencia, el diario más leído y vendido del país?

El origen último, siempre que hablemos en los propios términos de la empresa, se encuentra en la enorme deuda que arrastra el grupo Prisa. Producto, sobre todo, de las erróneas, disparatadas, decisiones de un periodista liberal de derechas como Juan Luis Cebrián metido a alto ejecutivo durante los años noventa. 

Pero la excusa, o la torticera argumentación, utilizada por la empresa en la mesa de negociación apunta a la incapacidad de mantener los márgenes de beneficio –la tasa de ganancia decreciente- en el actual contexto. La crisis del neoliberalismo en Occidente ha afectado a la publicidad, principal soporte económico de El País, y a esto se le añade la estrategia atolondrada del periódico en Internet. 

Con todo, insisto, el periódico gana dinero, al contrario que sus homólogos europeos y españoles. Antes de todo esto –en 2005, si no recuerdo mal-, sin embargo, el grupo colocó a Javier Moreno en la dirección. Este periodista, situado ideológicamente a la derecha y con un papanatismo absoluto por los Estados Unidos –como se puede observar en la cada día más lamentable, si cabe, sección de Internacional del periódico-, venía de ejecutar órdenes del grupo en el diario económico Cinco Días: despedir a más de 30 periodistas. 

Se rumorea que la estrategia para El País es reducirlo a una redacción de cien trabajadores, donde convivan unas cuantas estrellas –los llaman así- junto a una mayoría de trabajadores mal pagados. Todo ello en un contexto donde no existirá ya el periódico en papel. Moreno es el capataz apropiado –derechista, obediente, sin escrúpulos- para realizar esta reforma. Más tarde, en 2010, la entrada del fondo buitre Liberty puso la guinda y aceleró el proceso. (...)

Cito un artículo de Pere Rusiñol. “La caída de 'El País' no es una catástrofe natural, sino un ejemplo de libro de cómo una mala gestión puede arruinar incluso a la institución periodística más sólida que ha tenido nunca España. Internet y el supuesto cambio de paradigma son sólo actores muy secundarios del drama”. ¿Te parece correcta esta aproximación? ¿La situación de El País es también un caso del capitalismo de casino en que hemos estado envueltos?

Ese artículo de Rusiñol, que trabajó en El País hasta que se hartó de su deriva (aún más) derechista, fue una de las aproximaciones más informadas y lúcidas –junto a varios reportajes publicados por la revista mensual de humor y periodismo de investigación Mongolia- al contexto del conflicto desencadenado en El País. 

Efectivamente, la entrada en 2010 del fondo buitre Liberty en el accionarado de Prisa –creo que fórmula usada no fue exactamente a través de las acciones, pero sí ha desembocado en el control del grupo- aceleró un proceso que había comenzado dos años antes con el despedazamiento de la empresa original editora de El País.

 Lo curioso, sintomático e ilustrativo de todo esto es que sea Juan Luis Cebrián, personaje clave de la Transición, académico de la lengua (¿!, en esto consiste la Real Academia Española) y presunto novelista, quien se presta como pistolero del capitalismo de casino. A cambio de 13 millones de euros, eso sí, y justo es recordarlo. (...)

¿Es cierto que “la expansión” de Prisa llegó a generar una deuda de 5.000 millones de euros (equivalente a la que suman todos los clubes de fútbol españoles)? ¿Dónde invirtieron, por qué aventuras suicidas apostaron?

Desconozco la historia con detalle, pero se puede consultar en casi cualquier hemeroteca (no en la de El País). El origen, creo recordar, se encuentra en la guerra de las plataformas digitales y los derechos sobre la retransmisión de fútbol. Todas esas operaciones las dirigió el propio Cebrián.

¿Qué papel ha jugado en la situación el polémico financiero Nicolas Berggruen que, según creo, se ofreció para el rescate? 
 
Pues este personaje, se dice que cercano a la extrema izquierda en su juventud pero vástago de una familia de la alta burguesía centroeuropea, es el propietario último de Liberty, el fondo buitre del que hemos hablado a lo largo de la entrevista. 

Además, tiene ínfulas de filántropo y contrata, a menudo, a personajes de la socialdemocracia realmente existente para sus jornadas de debate: Felipe González, Tony Blair, Gerard Schroeder…

¿Quiénes son actualmente los principales accionistas de El País? ¿La familia Polanco ha quedado desplazada? ¿Cebrián es uno de los grandes amos del cotarro?

Efectivamente, la familia Polanco ya no pincha ni corta. Cebrián es el encargado, digitalmente señalado por Berggruen, de trabajar para aumentar los márgenes de beneficio de Liberty en esta operación buitre sobre El País.

 La complejísima composición última de la propiedad del diario y sus dependencias aparece perfectamente diagramada en el penúltimo Mongolia: allí, además, constan los hilos que, en la actualidad, unen al periódico con La Caixa, Botín y el Opus. Siento no poder aportar más datos.

Maruja Torres, en el acto de inauguración del curso académico de la Facultad de Comunicación de la UAB que se celebró el 9 de octubre de este mismo año, llamó a Juan Luis Cebrián “cateto” y “pijo rencoroso sin conciencia”. ¿Exageró la periodista barcelonesa? Prosiguió: “quería ser un tiburón de Wall Street pero era una sardinita”. ¿En eso ha acabado?

Para nosotros, los trabajadores que lo padecimos –los compañeros del comité de empresa incluso directamente-, Maruja Torres no exagera nada de nada. Y todo a apunta a que sí, a que su proyecto de tiburón no deja de naufragar, a decir de sus numerosos fracasos empresariales. (...)

Una huelga que convocó el comité de El País durante tres días la primea semana de noviembre no consiguió paralizar el diario. ¿Por qué? Tampoco el día de la huelga general, el 14N.

Con el actual funcionamiento y estructura laboral de un periódico, la única manera de impedir que salga a la calle es con una huelga indefinida. Porque durante los tres días en la que nosotros la hicimos, solo los jefes de El País –los que no están sujetos a convenio- son capaces de rellenar de letra las páginas del periódico.

 Eso sí, si alguien se paró a leer los ejemplares de esos días, se daría cuenta de que no fue más que un acto de esquirolaje en el que participaron, por ejemplo, firmas tan insignes y progresistas como Juan José Millás o Juan Cruz. 

¿En serio? ¿Juan Cruz y Juan José Millás? ¿No eran de izquierdas?

De Juan Cruz ya teníamos nuestras dudas de que no, de que en realidad no es más que un adosado al poder de derecha liberal de El País. Pero lo de Juan José Millás sí que ha resultado una gran decepción para los trabajadores del diario y para muchos lectores del mismo. Ya nunca volveremos a leer sus columnas contra el Gobierno de Rajoy con los mismos ojos."               (Salvador López Arnal, Rebelión, 26/11/2912)

8/11/10

"El periodismo digital hace de todo menos dinero"

"Pregunta. Los medios en papel impreso están volviéndose locos para encontrar un modelo económico que les permita sobrevivir. Die Zeit lo tiene. ¿Cómo lo han logrado?

Respuesta. Yo rechazo el término "sobrevivir". Porque Die Zeit, el año pasado, en el momento más terrible de crisis económica mundial, registró el mejor año de su historia, tanto en tirada como en ingresos. Este año nos va aún mejor. No digo esto para jactarme, lo digo porque no es obvio que el papel impreso tenga que estar en crisis. Rechazo las definiciones autodestructivas. Me molestan.

En los últimos años hemos hecho mucho para dañar la imagen del papel, al que, en el fondo, debemos todo. ¿Cómo lo hemos conseguido? Desoyendo todo lo que nos aconsejaron los asesores de medios. Seguimos haciendo textos muy largos, no nos adaptamos a las modas y continuamos haciendo un periódico bastante difícil.

Creo que esta fue una de las razones de nuestro éxito. En un momento en el que la gente necesita orientación, se dirige a medios que no han cedido ante compromisos.

P. En concreto, ¿qué estrategias han empleado?

R. Hemos introducido el color y la "cover story", la historia de portada, en lugar del artículo de opinión; hemos estudiado un nuevo diseño, moderno y bonito, y hemos creado nuevas ofertas: páginas para niños, la revista, páginas dedicadas a temas religiosos, páginas que pertenecen solo a los lectores...

Para ello hemos estudiado muy bien las necesidades de nuestros lectores. A menudo, nosotros, los del papel impreso, hacemos diarios solo para nosotros y para nuestro sector y nos olvidamos del público que paga. También hemos abierto nuevos campos para competir: hemos fundado ocho nuevas revistas con la marca Die Zeit, tenemos una oficina de viajes y una tienda de marca que vende nuestras ediciones.

Hemos ampliado actividades, pero no hemos traicionado nuestra propuesta de calidad. Creemos que la calidad trae dinero.

P. ¿En qué medida la revolución digital ha cambiado Die Zeit?

R. Lo ha cambiado relativamente. Buscamos no hacer lo que hacen los diarios, ni siquiera soñamos con hacer lo que hacen los online. Buscamos la profundización, la orientación, el acercamiento distinto. Nuestra tentación como periodistas es tratar siempre el tema que está en pleno debate y genera polémica.

En plena polémica acerca del libro de Thilo Sarrazin -crítico con la contribución social de los inmigrantes musulmanes- y del proyecto de Stuttgart 21 -tren de alta velocidad rechazado por su impacto ecológico-, abrimos hace dos semanas con una sobre el misterio de la autoridad, Das Rätsel Autorität -una investigación político filosófica sobre la autoridad-, que no tenía nada que ver con las discusiones actuales y que, sin embargo, era un debate sobre los valores de nuestras vidas.

Fue el número más exitoso de este año. Significa que han cambiado las necesidades de los lectores. Tenemos que cuidar a nuestro público, que es fantástico. (...)

P. La página web elabora contenidos propios, ¿cómo está organizada?

R. La redacción online es grande, está separada y se divide entre Hamburgo y Berlín. Ahí trabajan en total unas 60 personas. Un tercio de los redactores del papel además, contribuyen, de manera absolutamente voluntaria, a la web. Nos estamos comprometiendo mucho con el digital, no negamos en absoluto su valor, y creemos en ello.

Pero quiero hacer una observación: este medio celebrado en todas partes como el futuro, de momento, sabe hacer de todo menos ganar dinero. Por eso estamos invirtiendo en el digital, porque nosotros también creemos en él, pero evitamos, con todas nuestras fuerzas, hablar mal del papel. (...)

P. ¿Hay entonces un futuro para el periodismo de calidad, ése que cuesta dinero?

R. Yo no estoy negando la crisis, es inútil cerrar los ojos. Digo, sin embargo, que no está escrito en las tablas de Moisés que todos los periódicos vayan a desaparecer. Habrá excepciones. Tenemos que cambiar los periódicos, pero no podemos atribuir nuestros problemas solo a la revolución de Internet. Hubo otros errores.

P. ¿Cuáles?

R. La falta de credibilidad. El abandono de la calidad. Si se empieza a hacer diarios demasiado sensacionalistas o demasiados parecidos entre sí, se pierde tirada. La crisis de los diarios estadounidenses empezó con la actitud de la prensa hacia la guerra en Irak.

Los diarios se dejaron instrumentalizar por el aparato propagandístico, por eso los lectores empezaron a buscar en Internet, porque ahí estaba la promesa de encontrar otra información. La crisis empezó ahí." (Giovanni di Lorenzo: "El periodismo digital hace de todo menos dinero". El País, Domingo, 31/10/2010, p. 8/9)

27/4/09

Michelle Obama y la reina de Inglaterra, su foto



"Respecto al rol de las fotos en la comunicación política, los fanáticos de lo real olvidan que los ciudadanos ya sólo prestamos atención a las imágenes. Saturados y escépticos ante el bombardeo informativo propiciado por las nuevas tecnologías, no podemos prestar nuestro escaso tiempo de atención a titulares o declaraciones políticas -por no hablar de los textos de acuerdos, leyes o manifiestos- y apenas nos detenemos en las imágenes. En la lucha cotidiana por captar la atención de los ciudadanos, la fotografía política ha ido perfeccionando su visual storytelling, la capacidad de contar una historia compleja mediante un golpe de retina.

Las fotos, que nacieron como mera ilustración del texto, evolucionaron hacia la certificación de la noticia, "está pasando, lo estás viendo". A continuación se dedicaron a matizar o interpretar la noticia, y han acabado por convertirse en la noticia misma. El texto, por cierto, ha sufrido el proceso inverso y ha terminado siendo la explicación del gesto en la fotografía. De esta manera, el gesto momificado en una foto se ha convertido en la herramienta de comunicación que le ha quedado al político si quiere que su mensaje llegue al ciudadano medio. (...)

Pensemos en cómo el mayor éxito político mundial en lo que llevamos de crisis, la última cumbre del G-20, quedó sintetizado en una foto. No fue la pretendida instantánea de los políticos a pie de photo call, respaldados por el lema "Estabilidad, Crecimiento, Empleo", sino la de la angry black woman Michelle Obama y la intocable reina de Inglaterra abrazadas por la cintura. El sueño más delirante de cualquier jefe de prensa -también la pesadilla más suicida de cualquier responsable de protocolo- hecho realidad. Dos mujeres líderes, no dos hombres. Dos razas antes enfrentadas. Dos cunas bien distintas. Dos potencias mundiales, la vieja Europa y el joven Estados Unidos. Dos formas de entender la diplomacia y la política. Dos iconos globales. El grumo de recelos, prejuicios y protocolos caducos, que tanto había atascado la coordinación mundial de las medidas anticrisis, disuelto gracias a la voluntad de entenderse, tolerar culturas distintas y trabajar unidos para superar la situación.

Para los fanáticos de lo real, la cumbre fue una patética pantomima, un belén viviente con figuras gesticulando al escaparate. Sin embargo, los gestos que hacen posible fotos como la de Michelle Obama y la reina Isabel de Inglaterra son una fuente de inspiración para todos y ayudan a construir el imprescindible relato simbólico global que necesitamos para salir de la crisis." (ANTONIO NÚÑEZ LÓPEZ : Señores políticos, sigan gesticulando, por favor. El País, ed. Galicia, Opinión, 21/04/2009, p. 27)

25/2/08

La tecnología sirve para aportar superficialidad, como poco

"P. ¿Cree que se hace buena información de sucesos en la prensa? ¿No ha desequilibrado la televisión la balanza hacia el morbo?

R. Un poco de todo. En televisión se intenta explotar y exagerar lo que sucede porque son cosas que interesan a la comunidad. Hay un deseo por conocer los datos más escabrosos de los sucesos y eso las televisiones lo saben explotar bien. Conozco la prensa que se hace en mi país y estoy convencido de que hay un deterioro creciente en la investigación, se tiende a lo fácil y se construyen informaciones sin hacer demasiados esfuerzos, sin hacer algo original. Creo que a medida que se han ido desarrollando los medios técnicos se ha producido una dejación de funciones en los profesionales y consecuentemente se va perdiendo calidad. La televisión ofrece los aspectos más escabrosos de una manera directa.

P. ¿Se reflexiona poco en esa profesión?

R. El periodista de sucesos debe incitar a reflexionar sobre lo que ocurre en la sociedad. Es el periodismo más noble. Mi meta ha sido siempre llegar más allá, buscar mis propios caminos, tratar de alcanzar la mayor calidad posible en las informaciones con un punto de vista siempre diferente. Buscar los detalles, eso es lo importante, porque en una investigación el error más nimio puede provocar terribles consecuencias. Falta debate y eso es algo que percibes en cuanto lees la prensa.” (MICHAEL CONNELLY: "Todo lo que deseo cabe en una novela negra". El País, ed. Galicia, Cultura, 21/02/2008, p. 46)