30/8/22

No solamente sigue cayendo la confianza en las noticias, sino que, por primera vez, aparece otro fenómeno: la cantidad de personas que deciden evitarlas... El porcentaje de gente que dice evitarlas ha aumentado bruscamente en todos los países... comenta que las noticias le producen un efecto negativo en su estado de ánimo... En España el porcentaje de población que dice evitar las noticias a veces o a menudo ha pasado del 26% en 2017 al 35% en 2022. Si damos por evidente que un ciudadano informado es una condición imprescindible para el funcionamiento de una democracia, podemos imaginar la gravedad en la que se encuentra nuestro sistema político si una tercera parte de la población, premeditadamente, renuncia a informarse

 "El Reuters Institute, junto a la Universidad de Oxford, ha publicado recientemente uno de los informes más ambiciosos sobre periodismo, el Digital News Report 2022. Se basa en estudio de la empresa YouGov, con más de 93.000 encuestados en 46 mercados que cubren la mitad de la población del mundo.

El estudio muestra que aumenta la desconexión entre el periodismo y el público que, además, incluye la caída en la confianza, un declive en el interés por las noticias y, la gran novedad, un aumento de quienes las evitan a propósito.

El informe del año pasado no fue tan negativo para el sector informativo debido a los deseos de información sobre el Covid y a que continuaban unos confinamientos que impedían a los ciudadanos hacer muchas cosas diferentes al consumo de noticias. Pero un año después, la situación ha cambiado. No solamente sigue cayendo la confianza en las noticias, sino que, por primera vez, aparece otro fenómeno: la cantidad de personas que deciden evitarlas. 

El interés por las noticias ha pasado del 63% de los ciudadanos en 2017 al 51% en 2022. El porcentaje de gente que dice evitar las noticias ha aumentado bruscamente en todos los países, Brasil o Reino Unido se ha duplicado en cinco años. Mucha gente comenta que las noticias le producen un efecto negativo en su estado de ánimo. Un porcentaje significativo de personas jóvenes y menos estudios dicen que evitan las noticias porque pueden ser complicadas de seguir o de entender.

Otro dato curioso respecto a esta evasión de las noticias se ha producido en torno a la guerra de Ucrania, incluso en los países más cercanos como Alemania y Polonia. Si bien el informe muestra que tras el inicio del conflicto aumentó su seguimiento en televisión, con el paso del tiempo la evasión selectiva de las noticias se ha incrementado aún más, “probablemente debido a una cobertura de naturaleza complicada y deprimente”, afirma el análisis.

En España el porcentaje de población que dice evitar las noticias a veces o a menudo ha pasado del 26% en 2017 al 35% en 2022. Si damos por evidente que un ciudadano informado es una condición imprescindible para el funcionamiento de una democracia, podemos imaginar la gravedad en la que se encuentra nuestro sistema político si una tercera parte de la población, premeditadamente, renuncia a informarse. 

No se trata de una bajada de audiencia solo de los medios tradicionales, cuando se señala una disminución del interés en las noticias se incluye también su presencia en redes sociales o cualquier otro formato online. Según el estudio, una de las razones es que muchas personas sienten que no se trata de algo relevante para sus vidas, pero también el formato de las noticias o su selección. 

Quienes evitan las noticias esgrimen diversas razones. Para un 29%, el motivo es que la agenda informativa es demasiado reiterativa o que suelen sentirse agotados por las noticias (29%). Una proporción significativa dice que las evita porque no las considera fiables (29%). Alrededor de un tercio de los encuestados (un 36%), sobre todo menores de 35 años, sostienen que las noticias les bajan el ánimo, les provocan discusiones que preferirían eludir (17%) o les generan sensación de impotencia (16%). Una pequeña porción enfatiza que no tiene suficiente tiempo para consumir noticias (14%) o que resultan demasiado difíciles de entender (8%). 

Sin duda, cada casuística requeriría un tipo diferente de intervención. Por un lado, es evidente que una sociedad volcada en el placer individual cualquier agenda informativa trágica y alejada le resulta desagradable y evitable. De ahí que los temas que, en principio, son los más importantes en el periodismo (como las crisis políticas, los conflictos internacionales, las pandemias o las catástrofes climáticas) parecen ser precisamente los que alejan de las noticias a algunas personas.

Pero, por otro, que un tercio no se fíe de lo que cuentan los periodistas o que sientan que aburrimos con los mismos temas, sí debería ser un asunto a reflexionar en la profesión. En el caso español, solo un 32% de los encuestados responde que “confía en la mayoría de las noticias la mayor parte del tiempo”. 

En la media global, el estudio muestra que solo un 19% de los encuestados considera que los medios priorizan lo que es mejor para la sociedad en vez de sus propios intereses comerciales o políticos. Aunque el mantra neoliberal insiste en que el sesgo que influye en la información son las posiciones políticas, el informe muestra que más gente (un 42%) piensa que son los intereses comerciales (frente al 40% que afirma que la política).

Por último, es evidente que se necesita más pedagogía, más contexto y más antecedentes para que las audiencias encuentren sentido a las noticias. Para que se comprendan los procesos y las informaciones no sean partes de guerra o de conflicto aislados. 

La idea de hacer informaciones divertidas y espectaculares alguna vez pudo ser una opción, pero ya no sirve. En el actual mundo de la competencia audiovisual, el entretenimiento como inspiración para las noticias no podrá competir con las series, los videojuegos y toda la oferta de ocio. 

Necesitamos que la gente comprenda cómo se relaciona con su vida lo que sucede en la otra parte del mundo, explicarle cómo se llega a esta situación, los intereses de todos los actores y todos los elementos que influyen. Si no hacemos todo eso, las audiencias no entienden, se abruman con el bombardeo de informaciones, no ven en qué les afecta a su vida y terminan viendo una serie en streaming. Pero para eso hace falta que los intereses económicos de las empresas de prensa lo permitan. "                                (Pascual Serrano  , eldiario.es, 29/08/22 )

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