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19/4/24

Revelaciones de un documento secreto interno del New York Times... la directiva del Times indica a sus periodistas que sus informes deben «evitar» utilizar la frase «territorio ocupado» al describir la tierra palestina... ni deben utilizar la palabra Palestina «salvo en casos muy excepcionales»... ni utilizara la expresión «campos de refugiados» para describir determinadas zonas de Gaza... La cobertura del Times desde Gaza ha sido asombrosamente deshonesta, llegando incluso a culpar a los palestinos que esperaban comida de sus propias muertes cuando fueron atacados por las fuerzas israelíes

  "La sorprendente revelación de la ofensiva guía de estilo interna del New York Times sobre el lenguaje que no permitirá en sus reportajes sobre Palestina debería dar lugar a un amplio examen de la tradicional parcialidad del periódico.

Felicitaciones a los empleados anónimos del New York Times que filtraron la ofensiva guía interna del periódico sobre el lenguaje que no autoriza en sus informes sobre Israel/Palestina, y más felicitaciones a The Intercept por publicarla. La impactante revelación debería dar lugar a un examen aún más amplio del lenguaje tendencioso que durante mucho tiempo ha sido rutina en el Times y en todos los medios de comunicación estadounidenses (y de otros países).

Empecemos con la primicia de The Intercept. Podría decirse que el peor ejemplo de parcialidad es la directiva del Times de que sus informes deben «evitar» utilizar la frase «territorio ocupado» al describir la tierra palestina. He seguido de cerca la cobertura sesgada del periódico durante más de una década, y admito que esto me ha dejado atónito. Dejemos de lado Gaza por el momento, aunque los expertos jurídicos internacionales explican que el bloqueo aéreo, marítimo y terrestre de Israel constituía una «ocupación» incluso antes del 7 de octubre.

¿Pero qué ocurre con la Cisjordania palestina? ¿Cómo puede el New York Times pretender que la permanencia del ejército israelí en Cisjordania desde 1967 no constituye una “ocupación”? Los puestos de control militares y policiales de Israel y el hecho de que el territorio se rija por la ley militar israelí, ¿qué es sino una “ocupación”?

Igual de ofensiva es la circular interna del Times según la cual los periodistas no deben utilizar la palabra Palestina «salvo en casos muy excepcionales». Esto es otro despropósito. Varios millones de personas se autodenominan «palestinos», y Palestina está representada en las Naciones Unidas. Estados Unidos afirma que sigue estando a favor de una solución de dos Estados; ¿cómo se puede describir el segundo Estado sin decir «Palestina»?

El Times también pidió a su personal que no utilizara la expresión «campos de refugiados» para describir determinadas zonas de Gaza. El periódico justifica esta censura lingüística argumentando: «Aunque se denominan campos de refugiados, los centros de refugiados de Gaza son barrios desarrollados y densamente poblados que datan de la guerra de 1948». En resumen, dice el documento, antes del 7 de octubre los gazatíes ya no vivían en ciudades de tiendas de campaña (como lo hacen de nuevo en Rafah y en otros lugares del territorio desde que Israel destruyó barrios enteros) por lo que no se puede decir «campos». Pero esta no es la cuestión. Los palestinos tanto de Gaza como de Cisjordania sí se consideran refugiados; muchas familias aún tienen las llaves de las casas de las que ellos o sus antepasados fueron expulsados en 1948. Un periódico honesto informaría de esto de vez en cuando en lugar de cerrar el debate dictando el vocabulario.

Este bombazo de The Intercept llega tras meses de crecientes críticas al New York Times por su cobertura de Gaza y Palestina en general. Una reportera del New York Times ha sido apartada del periódico después de que saliera a la luz su parcialidad antipalestina tras protagonizar uno de los escándalos informativos más flagrantes* del periódico desde el 7 de octubre. La cobertura del Times desde Gaza ha sido asombrosamente deshonesta, llegando incluso a culpar a los palestinos que esperaban comida de sus propias muertes cuando fueron atacados por las fuerzas israelíes. Esta mala praxis no se ha limitado a Gaza, ya que el periódico también ha fracasado en su cobertura de Cisjordania.

Las revelaciones del Intercept son extremadamente valiosas. Pero algunos sesgos de la prensa dominante estadounidense son tan amplios y se han prolongado durante tanto tiempo que siguen pasando desapercibidos. Tomemos el hecho de que a los 670.000 israelíes judíos que se han trasladado permanentemente a la Palestina ocupada de Cisjordania desde 1967 se les llama universalmente “settlers” en lugar de «colonos»**, y a los lugares donde viven ahora se les llama «asentamientos», en lugar de “colonias”. La nota del Times ni siquiera tenía que ordenar este uso, ya se produce automáticamente.

Quienquiera que eligiera por primera vez la palabra «colonos» (settlers) allá por la década de 1970 merece una medalla de oro al eufemismo deshonesto. «Colonos» da la impresión de pioneros resistentes que se adentran en una tierra casi vacía, una versión más actual de la expresión sionista original: «un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo». La verdad es, por supuesto, diferente; la Palestina de Cisjordania se caracteriza por puestos de control militares israelíes, carreteras segregadas sólo para judíos y, en los últimos meses, pogromos asesinos llevados a cabo por los colonizadores con la complicidad del ejército israelí. Se leen con regularidad relatos de personas que dicen que una sola visita a la Cisjordania ocupada fue tan impactante que tuvieron que revisar sus opiniones anteriores.

George Orwell no sólo explicó que el lenguaje deshonesto y eufemístico puede ocultar verdades importantes. Fue más allá: argumentó convincentemente que lo que él llamaba «neolengua» podía incluso  impedir pensar con precisión. Imagínense cómo cambiarían las opiniones de los estadounidenses sobre Israel/Palestina si se nombrara a los «colonos» israelíes con precisión, aunque sólo fuera de vez en cuando.

N. del T.:

*La periodista, Anat Schwartz, difundió en el periódico violaciones masivas cuando Hamás atacó territorio israelí el 7 de octubre, basándose en acusaciones no confirmadas de las que nunca se presentó prueba alguna, ni denuncias ante los tribunales israelíes.

** En inglés existen el término “settler”, de “settlement” (asentamiento) y el término “colonist”. Ambos se traducen en castellano como “colono”, pero el primero describe a quien se “asienta” en una tierra vacía (normalmente adjudicada por el Estado con el fin de repoblar) y el segundo a quien se establece en una “colonia” donde antes habitaba población autóctona."             (James North , Rebelión, 19/04/2024)

 

 "La cobertura del New York Times sobre la matanza israelí en Gaza, al igual que la de otros principales medios estadounidenses, es una vergüenza para el periodismo.

Esta afirmación no debería sorprender a nadie. Los medios estadounidenses no se guían por los hechos ni por la moralidad, sino por agendas, cálculos y hambre de poder.

La humanidad de 120 palestinos muertos y heridos a causa del genocidio israelí en Gaza simplemente no forma parte de esa agenda.

En un informe –basado en un memorando filtrado de The New York Times – El intercepto descubierto que el llamado periódico estadounidense de referencia ha estado alimentando a sus periodistas con “directrices” frecuentemente actualizadas sobre qué palabras usar, o no, al describir la horrible matanza masiva israelí en la Franja de Gaza, que comenzó el 7 de octubre.

De hecho, la mayoría de las palabras utilizadas en el párrafo anterior no serían aptas para imprimir en el The New York Times, según sus “directrices”.

Sorprendentemente, términos y frases internacionalmente reconocidos como “genocidio”, “territorio ocupado”, “limpieza étnica” e incluso “campos de refugiados” estaban en la lista de rechazo del periódico.

Se vuelve aún más cruel. “Palabras como 'masacre', 'masacre' y 'carnicería' a menudo transmiten más emoción que información. Piénselo bien antes de usarlos con nuestra propia voz”, según el memorando, filtrado y verificado por El intercepto y otros medios independientes.

Aunque ese control lingüístico es, según el The New York Times, cuyo objetivo era la justicia para “todas las partes”, su aplicación fue casi totalmente unilateral.

Por ejemplo, una anterior Interceptar reporte mostró que el periódico estadounidense, entre el 7 de octubre y el 14 de noviembre, mencionó la palabra “masacre” 53 veces cuando se refería a israelíes asesinados por palestinos y sólo una vez en referencia a palestinos asesinados por Israel.

Para esa fecha, miles de palestinos habían perecido, la gran mayoría de los cuales eran mujeres y niños, y la mayoría de ellos fueron asesinados dentro de sus propios hogares, en hospitales, escuelas o refugios de las Naciones Unidas.

Juego de números de peaje de muertes

Aunque el número de muertos palestinos fue a menudo cuestionado por el gobierno y los medios de comunicación estadounidenses, más tarde fue generalmente aceptado como exacto, pero con una salvedad: atribuir la fuente de la cifra palestina al “Ministerio de Salud dirigido por Hamás en Gaza”. Esa frase es, por supuesto, suficiente para socavar la precisión de las estadísticas compiladas por los profesionales de la salud, que tuvieron la desgracia de producir tales recuentos muchas veces en el pasado.

[Ver también: El verdadero número de muertos en Gaza]

Las cifras israelíes rara vez fueron cuestionadas, o nunca, aunque los propios medios de comunicación israelíes revelaron más tarde que muchos israelíes que supuestamente fueron asesinados por Hamás murieron en “fuego amigo”, como a manos del ejército israelí.

Y aunque un gran porcentaje de los israelíes muertos durante la Operación Inundación de Al-Aqsa el 7 de octubre estaban activos, fuera de servicio o en reserva militar, todavía se utilizaban en abundancia términos como “masacre” y “masacre”. Se hizo poca mención del hecho de que aquellos “masacrados” por Hamás estaban, de hecho, directamente involucrados en el asedio israelí y en masacres anteriores en Gaza.

Hablando de “matanza”, el término, según el Interceptar, se utilizó para describir a los presuntamente asesinados por combatientes palestinos frente a los asesinados por Israel en una proporción de 22 a 1.

Escribo “supuestamente”, ya que el ejército y el gobierno israelíes, a diferencia del Ministerio de Salud palestino, aún no han permitir para una verificación independiente de los números que produjeron, alteraron y reprodujeron, una vez más.

Las cifras palestinas ahora son aceptadas incluso por el gobierno estadounidense. Cuando se le preguntó, el 29 de febrero, cuántas mujeres y niños habían sido asesinados en Gaza, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, dijo: “Son más de 25,000”, superando incluso la cifra proporcionada por el Ministerio de Salud palestino en ese momento.

Sin embargo, incluso si las cifras israelíes fueran examinadas y corroboradas plenamente por fuentes verdaderamente independientes, la cobertura de The New York Times de la guerra de Gaza sigue señalando la inexistente credibilidad de los principales medios de comunicación estadounidenses, independientemente de sus agendas e ideologías. Esta generalización puede justificarse sobre la base de que la The New York Times es, por extraño que parezca, todavía relativamente más justo que otros.

Según este doble rasero, los palestinos ocupados, oprimidos y rutinariamente masacrados son retratados con un lenguaje apropiado para Israel; mientras que una entidad racista, apartheid y asesina como Israel es tratada como una víctima y, a pesar del genocidio de Gaza, de alguna manera todavía se encuentra en un estado de “autodefensa”.

The New York Times descarada y constantemente hace sonar su propia bocina como un oasis de credibilidad, equilibrio, precisión, objetividad y profesionalismo. Sin embargo, para ellos, los palestinos ocupados siguen siendo los villanos: el partido que realiza la gran mayoría de las matanzas y masacres.

La misma lógica sesgada se aplica al gobierno de Estados Unidos, cuyo discurso político diario sobre democracia, derechos humanos, justicia y paz continúa cruzándose con su descarado apoyo al asesinato de palestinos, a través de bombas tontas, destructores de búnkeres y miles de millones de dólares en otros armas y municiones.

El intercepto informar sobre este tema es muy importante. Aparte de los memorandos filtrados, la deshonestidad del lenguaje utilizado por The New York Times –compasivo hacia Israel e indiferente al sufrimiento palestino– no deja dudas de que el The New York Times, al igual que otros medios de comunicación estadounidenses, sigue estando firmemente del lado de Tel Aviv.

Mientras Gaza continúa resistiendo la injusticia de la ocupación militar y la guerra israelíes, el resto de nosotros, preocupados por la verdad, la precisión en la información y la justicia para todos, también deberíamos desafiar este modelo de periodismo pobre y sesgado.

Lo hacemos cuando creamos nuestras propias fuentes de información profesionales y alternativas, donde utilizamos un lenguaje adecuado que expresa la dolorosa realidad de una Gaza devastada por la guerra.

De hecho, lo que está ocurriendo en Gaza es genocidio, una horrible matanza y masacres diarias contra pueblos inocentes, cuyo único crimen es resistir una violenta ocupación militar y un vil régimen de apartheid.

Y, si sucede que estos hechos indiscutibles generan una respuesta “emocional”, entonces es algo bueno; tal vez a esto le seguiría una acción real para poner fin a la matanza israelí de palestinos. La pregunta sigue siendo: ¿por qué The New York Times ¿Los editores consideran esto objetable? "

(Ramzy Baroud es periodista y editor del periódico Crónica de palestina. Consortium News, 20/04/24)

18/10/21

El artista de comics ‘Puño’ narra un caso de censura que sufrió en la época de Ana Botella al frente del Ayuntamiento de Madrid por culpa de Florentino Pérez

 "David Cortés Ruiz, ‘Davín’, era el nombre del ya fallecido dibujante de cómics al que invitó ‘Puño’ a exponer en un conocido ciclo de exposiciones de la capital en los años en los que gobernó la polémica Ana Botella, del Partido Popular, entre 2011 y 2015.

‘Davín’, un obstinado dibujante de relatos relacionados con ciudades, decidió llevar al evento una obra donde llamaba “Florentino” a la urbe en la que ocurrían los acontecimientos que quería contar. “Hizo un cómic sobre un Madrid (aún más) apocalíptico que se fagocitaba a sí mismo (aún más) y que cambiaba su nombre por FLORENTINO”, cuenta ‘Puño’ en su timeline.

Se imprimieron las hojas en tamaño de dos metros, como era habitual, sin embargo, los organizadores de la exposición decidieron que el cómic de ‘Davín’ no podía salir. “Cuando llegué a la inauguración, los responsables del lugar estaban alarmados. ESTO NO PUEDE SALIR ASÍ, me dijeron. PÍDELE AL AUTOR QUE LO CAMBIE. Cada página expuesta medía dos metros, eran enormes, y habían tapado el nombre de Florentino con esparadrapo blanco”.

 ‘Puño’, en ejercicio de sus funciones, puso en conocimiento del autor de Florentino de los acontecimientos. “Si no podía decir que la ciudad pertenecía a Florentino PORQUE la ciudad pertenece a Florentino, pues prefería que esa censura con esparadrapo fuera evidente”, contestó para, posteriormente, rellenar a mano en cada fanzine repartido los huecos en blanco con el nombre de su ciudad.

“Sí, sí que existe la censura en España. Sigue existiendo”, concluye ‘Puño. “Cada vez que alguien lo niega me acuerdo del Florentino tapado con esparadrapo”.      (Alba González, LHU, 23/07/21)

16/5/17

“Muchos periodistas están siendo callados mediante legislación antiterrorista”

"La censura que los medios de muchos países siguen sufriendo en pleno siglo XXI fue uno de los temas que más minutos ocupó durante los seminarios del Festival Internacional de Periodismo de Perugia, celebrado el pasado mes de abril.

Rachael Jolley es editora de la revista Index on Censorship (IOC), publicada por la plataforma del mismo nombre. IOC es una red de colaboración internacional para la defensa de la libertad de expresión que publica trabajos censurados de periodistas y artistas, promueve el debate y registra amenazas para la libertad de expresión a nivel global.  (...)

¿Cómo surgió IOC? 

IOC se estableció en 1972 porque una serie de escritores se pusieron en contacto con otros autores residentes en Londres para pedirles ayuda, porque en sus países no les dejaban publicar. Entonces, estos poetas y escritores se unieron y crearon IOC como una revista donde publicar este tipo de trabajo considerado ‘sensible’.   (...)

¿Cómo ha evolucionado la censura desde que se fundó Index on Censorship?

A veces pensamos que la censura sólo tiene una forma, que se practica desde el gobierno, pero la realidad es que ha ido adoptando muchas formas distintas. 

Por ejemplo, está la censura corporativa por parte de empresas, también censura social, por ejemplo hacia artistas que hacen un trabajo controvertido y no encuentran galerías para exponerlo, lo mismo con obras de teatro que tocan temas tabú, como puede ser la religión. 

Por eso desde Index on Censorship apoyamos todo tipo de libertad de expresión, desde artistas hasta periodistas.También a ciudadanos anónimos, como estamos haciendo en China con los derechos de expresión del colectivo LGTB. 

¿Se reúnen con gobiernos o instituciones públicas regularmente? 

Sí, tenemos reuniones de cuando en cuando con instituciones y, sobre todo, organizamos conferencias y seminarios que sirven para hacer llegar estas realidades a los cuerpos gubernamentales. Es un proceso muy largo conseguir que un gobierno escuche lo que estás denunciando y realice cambios al respecto.

Por ejemplo, ahora nos gustaría que se tomaran más medidas contra la represión y la censura en Turquía. Pero es complicado políticamente, por el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía respecto a la migración.

 Parece que las manos de la Unión Europea están atadas en este sentido. No quieren ‘hacer enfadar’ a Turquía, porque interesa que el acuerdo siga adelante. De todas formas, algunos gobiernos ya han criticado lo que pasa en el país, así que tenemos que seguir recogiendo pruebas y abogando por un cambio.

¿Han sido contactados directamente por algún gobierno en relación con sus investigaciones?

IOC ha molestado a muchos gobiernos a lo largo de los años, pero esa es precisamente nuestra intención. En las protestas a las puertas de la Embajada de Azerbaiyán en Londres, la Policía intentó que nos moviésemos de esa zona, por orden directa de la embajada. No les gusta que protestes y les dejes en evidencia en la puerta de su casa. 

Desafortunadamente para ellos, la ley permite las manifestaciones en la vía pública, así que no nos movimos del sitio. También hemos recibido una carta de la misma embajada, reprendiendo nuestra cobertura del juicio contra el defensor de los derechos humanos Rasul Jafarov

Recientemente, alguien de la Embajada de México habló con un miembro de nuestra junta sobre nuestra cobertura de las muertes de periodistas en el país. Obviamente, no les gustaba nuestra investigación sobre el asunto. Pero es importante que el mundo conozca estas muertes terroríficas de periodistas mexicanos, y cómo se están utilizando para silenciar a la prensa.  (...)

¿Qué tipos de censura se practican en Europa en la actualidad?

En Europa destaca últimamente la reacción de los gobiernos tras sufrir ataques terroristas en su territorio. La tensión y el miedo hacen que la reacción primera de los gobiernos sea no permitir que se publiquen ciertas cosas, y se introducen leyes más restrictivas. El terrorismo se está utilizando, de alguna manera, contra los periodistas que generan intranquilidad a los gobiernos. 

Por ejemplo, están aumentando los casos de acusación por enaltecimiento del terrorismo. Muchos periodistas están siendo callados mediante legislación antiterrorista, porque se les acusa de ensalzar el terrorismo, o de publicar información antipatriótica. Hay una tendencia clara en esta dirección, y es algo que nos preocupa mucho en IOC. Esto, además, hace que otros periodistas, al tener miedo de ser acusados, decidan no escribir sobre ciertos temas.

En Italia, por ejemplo, se está utilizando la legislación sobre difamaciones contra los periodistas constantemente. Si otros periodistas se contagian de miedo, trabajan bajo mucha presión y finalmente pueden decidir no escribir sobre asuntos controvertidos.

Las nuevas tecnologías también juegan un papel determinante a la hora de ejercer la censura. Por ejemplo, ciertos gobiernos que las utilizan para acceder al correo electrónico privado de los ciudadanos. 

En Reino Unido se está discutiendo la posibilidad de que se pueda acceder a las conversaciones encriptadas de WhatsApp cuando lo crean conveniente, lo que supondría al final que nadie confiase más en la aplicación como medio de comunicación privado. 

Esto demuestra que la censura y la represión no están desapareciendo, sino cambiando y adaptándose a nuevas formas y a las nuevas tecnologías. 

¿Considera la influencia de la publicidad una forma de censura autoimpuesta en algunos medios tradicionales?

La tensión entre los anunciantes y los periodistas es ‘saludable’, porque, nos guste o no, son los que financian el periodismo. Los medios siempre van a enfrentarse a la presión comercial, esta realidad no creo que cambie. Lo importante es que haya un equilibrio. 

Hay que ser consciente de que el periodismo necesita también de un modelo financiero que lo sostenga. Deberíamos tener miedo de que la publicidad desapareciese como medio de financiación. Si nadie está dispuesto a pagar por el periodismo, ¿cómo vamos a sobrevivir? 

Me preocupa más la injerencia de los gobiernos. En países como Polonia o Hungría, los gobiernos están cada vez más involucrados en los medios de comunicación. En Polonia, por ejemplo, sólo están quedando medios afines al gobierno, mientras que los independientes están desapareciendo. También existen restricciones al número de periodistas que pueden acceder al Parlamento, por ejemplo.
En Europa del este sucede esto desde hace tiempo, al igual que en Latinoamérica.

Pensemos también en la prohibición de Trump de que ciertos medios como BBC, The New York Times, CNN y Politico estuvieran presentes en sus ruedas de prensa. Es fácil observar cómo las mismas técnicas de represión y censura se replican alrededor del mundo. 

¿Qué opina sobre la situación de España en cuanto a libertad de expresión?

España está en una situación muy preocupante. Me sorprendió mucho tanto la condena a Cassandra como el caso de los titiriteros del año pasado.* Parece que España ha perdido su sentido del humor. Es muy raro que esto ocurra en una democracia moderna, que haya problemas con marionetas que siempre han sido algo satírico e incisivo, pero esto no debería crear este tipo de controversias y procesos judiciales. 

En cuanto al caso de Cassandra Vera, condenar a prisión a alguien por un chiste de algo que pasó hace años no es una respuesta adecuada. ¿Están intentando reescribir la Historia? ¿No quieren que la gente conozca el pasado del país? Las bromas son parte de la libertad que tenemos en una democracia. ¿Cuál es el sentido de restringir y penar este tipo de declaraciones?

La combinación de estos dos casos [Cassandra Vera y los titiriteros] hace que la gente se cuestione ¿qué problema hay en el Gobierno español? 

El verdadero peligro está en que esto genera una especie de autocensura, porque otros artistas pueden evitar expresarse sobre ciertos temas por miedo a represalias. Esta es una atmósfera muy preocupante, se crean tabús que antes no existían.

[Días después de la realización de la entrevista, tres activistas fueron imputadas en Sevilla por un “delito contra los sentimientos religiosos”, por participar en la procesión de la «Hermandad del Sagrado Coño Insumiso a la Explotación y la Precariedad». Rachael Jolley nos comentó: “¿Qué está pasando en España? Parece que la libertad de expresión está retrocediendo a pasos agigantados”].

¿Qué papel juegan las redes sociales en la defensa de la libertad de expresión?

La visión ‘original’ de las redes sociales sostenía que serían beneficiosas para abrir la comunicación de ideas de manera global, y es cierto que lo han hecho… Pero también han facilitado que, por ejemplo, los servicios de seguridad o agencias de inteligencia rastreen a periodistas y artistas.

Recientemente, algunos gobiernos han creado campañas en redes sociales para minar la reputación de ciertos periodistas que han publicado historias que dejen en evidencia al gobierno o a ciertas organizaciones. Este aspecto negativo de las redes sociales no se predijo cuando éstas comenzaron a usarse.

Se está hablando mucho de las llamadas fake news, o noticias falsas, que están llenando las redes sociales de desinformación. ¿Cómo podemos compaginar la libertad de expresión con un buen periodismo libre de este tipo de noticias?

El término fake news en realidad no significa nada en concreto, porque cubre un amplio espectro de significados. Simplemente, cuando a los políticos no les gusta una noticia, la llaman así. Como si quisieran decir “no me interesa lo que digas o publiques.”

Es cierto que hay cada vez más gente creando historias que no son verdad. Nosotros, como receptores de la información, tenemos que ser más escépticos con lo que leemos. Es nuestra propia responsabilidad tener un filtro y saber lo que podemos creer y lo que no, discernir lo que es creíble. Las escuelas deberían enseñar a analizar la información que recibimos, a ser más inquisitivos como individuos. Pensar más antes de compartir noticias.

También se están generando nuevas técnicas de propaganda, hay un uso más ‘inteligente’, por ejemplo en campañas electorales. 

Tenemos también que cuestionarnos cómo encajan las leyes actuales en esta nueva realidad basada en los algoritmos. Quizá las leyes que tenemos no son lo suficientemente sofisticadas. Se están utilizando algoritmos en redes sociales para dirigir noticias contra individuos específicos. Puede que la legislación no esté adaptada al momento que vivimos como sociedad. 

En la cultura de las noticias 24 horas todo se quiere muy rápido, es más fácil atrapar a la gente. Antes se dedicaba más tiempo a pensar en qué ángulo darle a una pieza, cómo desarrollarla… 

En países como Turquía, muchos periodistas han tenido que exiliarse ante la imposibilidad de hacer un periodismo de investigación de calidad. Esto está generando que los medios controlados por el poder sean mayoría. Lo mismo sucede con artistas que no pueden publicar sus obras en su país. ¿Se puede considerar esto una victoria de la censura?

Ni el país más represivo del mundo puede matar la sátira. Si los gobiernos creen que pueden silenciar a una nación actuando contra, por ejemplo, unos cómicos, como en el caso de España, están muy equivocados. La sátira siempre busca nuevas formas de sobrevivir.

Si miras hacia atrás en la Historia, ves cómo los artistas simplemente se vuelven más inteligentes y encuentran nuevas formas de hablar de temas controvertidos de una manera indirecta. Es muy claro en las obras de teatro de Broadway, por ejemplo.

Además, un gobierno que trata de parar a un cómico, lo que consigue es atraer el foco de atención hacia esa noticia y lo más probable es que consigan el efecto contrario al deseado: dar más publicidad al artista, empeorar la imagen del gobierno entre la población, generar más sátira.

Consiguen atención internacional y magnifican lo ocurrido, porque la noticia se reproduce en todo el mundo. 

En este contexto, ¿qué futuro le augura al periodismo independiente?

Tenemos que ser realistas, pero también mantener una actitud positiva.Se está observando un aumento en el número de lectores de periódicos a nivel global. El periodismo de investigación, libre e independiente está cada vez mejor valorado y es más demandado. 

Por ejemplo, la revista de investigación británica Private Eye ha tenido recientemente el mes con mayor ventas de su historia. Hay señales de que el público quiere apoyar un mundo con libertad de acceso a la información y comprometerse con el periodismo de calidad. 

*En su edición de abril, la revista de Index on Censorship publicó una entrevista con Alfonso Lázaro de la Fuente, uno de los titiriteros arrestados en 2016 por enaltecimiento del terrorismo. Se puede consultar aquí. "                       (Entrevista a RACHAEL JOLLEY / EDITORA DE INDEX ON CENSORSHIP, Silvia Nortes, CTXT, 10/05/17)

22/11/16

La mano negra de Florentino: así presiona a la prensa y pide la cabeza de periodistas

"Corría el año 2013, José Mourinho dirigía sus últimos partidos en el Santiago Bernabéu y en Unidad Editorial recibieron un mensaje helador desde el Real Madrid: el club había prohibido que Marca hiciera promociones con su escudo. 

Florentino Pérez cortaba así, de raíz, una importante fuente de ingresos para el periódico por considerar que había torpedeado los intereses del equipo blanco.

En el momento en que tomó esta decisión, As tenía firmados seis contratos para lanzar otros tantos productos con la imagen corporativa del conjunto blanco. Pérez aprovechó esa circunstancia para acercarse a algunos periodistas de este rotativo y tratar de ganarse su favor, pero el director, Alfredo Relaño, uno de sus mayores detractores en la prensa, se negó a bailarle el agua. 

Unos meses después, tras realizar la última campaña promocional, esta cabecera también sufrió su represalia y fue vetada.

El dirigente madridista nunca ha ocultado en su entorno su malestar porque la prensa deportiva de la capital se niegue a cerrar filas alrededor del Real Madrid, al igual que -considera- hacen Mundo Deportivo y Sport con el FC Barcelona. 

El presidente de ACS podría permanecer impasible ante esta circunstancia, pero la realidad es que trata de influir casi a diario en los periodistas y en sus jefes para intentar encaminarlos hacia la senda de la verdad. De su verdad.

Dentro de la redacción de Marca son varias las personas que conocen los detalles de la reunión que mantuvo Pérez con los máximos responsables de Unidad Editorial poco después de que Eduardo Inda fuera relevado como director del diario.

 En ese encuentro, “sin un excesivo rubor”, pidió la cabeza de Santiago Segurola, de Roberto Gómez y de Roberto Palomar, al considerar que sus artículos eran perjudiciales para los intereses de la institución deportiva que abandera. Para intentar persuadir a sus interlocutores, puso el ejemplo de Jorge Valdano, a quien despidió en 2011 para evitar “disfunciones” en el club.

Cuentan fuentes del periódico deportivo más vendido de España que, como Óscar Campillo -su antiguo director- se negara a concederle esta prebenda, le borró de su lista de periodistas de cámara y comenzó a expandir el infundio de que era “del Barça”. 

Cinco años después de que acaecieran esos hechos, Campillo fue cesado de su puesto. Pocas semanas después, Segurola recibió su carta de despido y el grupo decidió fichar como colaborador a Juanma Rodríguez, mucho menos incisivo con la gestión de Pérez.

La filosofía de este periodista es muy similar a la de Pérez, tal y como se deduce de las declaraciones que realizó a Vozpópuli en abril de 2015: "Yo creo que lo que falta en Madrid es un periódico deportivo madridista, creo que tendría su espacio (...). Lo que debemos de hacer, lo digo de verdad, es proteger al Real Madrid. No me cabe en la cabeza que un periódico angelino esté el día entero dando palos a los Lakers".

Durante la pasada primavera, en el staff de Marca se recibió la orden de no excederse con las críticas hacia el Real Madrid y sus dirigentes, pues su nuevo director, Juan Ignacio Gallardo, es partidario de fomentar una buena relación con el club.

 Los más veteranos se mostraron escépticos cuando recibieron esa consigna, a sabiendas de que, tarde o temprano, Florentino Pérez volvería a manifestar sus quejas por el rumbo del periódico. Así fue. Recientemente, ha expresado su malestar, en conversaciones privadas, por la reforma del cuadro de mando del diario que ha realizado Gallardo.

Todo por el socio

Quienes han sido objeto de las represalias del presidente del equipo blanco inciden en que, para justificarlas, siempre pone como excusa el hartazgo que le transmiten los socios del club blanco sobre la línea editorial de los periódicos deportivos capitalinos. Los más radicales incluso lo expresan en el Santiago Bernabéu y en el Palacio de los Deportes: “las manos de la prensa, fuera del Madrid”.

 Y, por lo que relatan las fuentes consultadas por este periódico, el presidente tiene muy en cuenta estas opiniones. Aunque sea para avalar sus acciones contra estos diarios.

Algunos medios críticos incluso han sido vetados 'extraoficialmente' en el Santiago Bernabéu, bien de forma temporal o bien permanente. Cuando sus periodistas deportivos contactan con el club para intentar acreditarse para los partidos, su interlocutor siempre les responde: “lo siento, no hay espacio”.

El deseo de Florentino Pérez de hacer prevalecer la versión oficial del club sobre lo que cuentan los periódicos explica que Real Madrid TV esté presente actualmente en la televisión en abierto. "Es difícil para defender la institución salir a desmentir informaciones (...). Vamos a potenciar nuestros medios para que ninguno confunda. Tendremos un canal en alta definición, emitiendo en internet y quizás en TDT en el área de Madrid", afirmó en la Asamblea General Ordinaria del club blanco en octubre de 2013.

Dos años después, obtuvo un premio bastante más suculento: Mariano Rajoy le concedió una licencia para emitir en todo el territorio nacional. Eso sí, este regalo no ha atraído la felicidad hacia la casa blanca, puesto que el clima en este canal es muchas veces irrespirable y sus resultados de audiencia son paupérrimos. De hecho, ocupa el farolillo rojo de la TDT. Y programas concebidos para atacar a la ‘prensa enemiga’, como 90 Minuti, registran una cuota de pantalla prácticamente residual.

Hermanos y enemigos

Aunque sus relaciones con algunos medios son “tirantes”, Florentino Pérez también tiene amigos en las redacciones de los periódicos. Su contacto con esta cohorte de periodistas es frecuente y se sustenta gracias a la información 'privilegiada' que el club les filtra. En algunas ocasiones, esta mercancía es falsa o interesada.

 “Sobre todo cuando un jugador pide más dinero para renovar. Entonces, determinados medios comienzan a difundir noticias negativas que, por arte de magia, desaparecen cuando firma su nuevo contrato”, explican fuentes de un periódico deportivo, que señalan que estas maniobras son de sobra conocidas dentro del vestuario del equipo.

Pese a que estos periodistas intuyen o tienen la certeza de que la información que reciben en algunas ocasiones es “una milonga”, muchas veces la publican para que su relación con Pérez no se resienta, lo que genera recelos entre sus propios compañeros de sección. “El propio Florentino ha llegado a desmentir noticias que el propio club ha filtrado”, reconocen otros informantes.

De su grupo de amigos no forma parte Alfredo Relaño, el director de As, a quien se acusó de conspirar para impulsar una candidatura alternativa a la de Florentino en el año 2013, cuando el constructor fue reelegido en su cargo sin oposición. Tampoco figura entre los aliados del dueño de ACS el exjefe de Deportes de El País, José Sámano, a quien también culpó de torpedear al Real Madrid y de beneficiar al FC Barcelona con sus informaciones. 

“Yo he hablado con Florentino y lógicamente no le gustaba la línea que llevaba el periódico pero no me consta ninguna llamada”, dijo en su día, en unas declaraciones recogidas por el portal Periodista Digital.

Especial trascendencia cobraron los artículos del periodista Diego Torres durante la ‘era Mourinho’, en los que contó al detalle la mala relación del entrenador y del propio presidente con algunos jugadores de la plantilla. Pérez llegó a dudar en público de la veracidad de sus informaciones. “A usted le gusta mucho la novela”, le espetó a Torres en una rueda de prensa.

Pocos meses después de que Juan Luis Cebrián decidiera situar a Antonio Caño como director del periódico –madridista confeso y habitual en los palcos del Bernabéu-, Amaya Iríbar fue nombrada jefa de la sección de Deportes y Sámano fue designado editor general de la sección, lo que ha limitado su poder de decisión en la práctica. Hace unos meses, Diego Torres dejó de informar del Real Madrid tras criticar a Álvaro Arbeloa en las redes sociales.

Caño no tardó en llamarle a consultas y, tras el rapapolvo de rigor, le comunicó su sanción: "Viajarás a Riazor y luego abandonarás tus labores como redactor del Real Madrid". En la redacción del periódico, esa frase corrió como la pólvora y, como es lógico, no tardó en difundirse una incómoda interpretación de los hechos: las presiones de Florentino Pérez al fin han dado su fruto.

Esto sucedió en mayo.  Dos meses antes, con Campillo ya destituido, Pérez contactó con un conocido periodista de Unidad Editorial y le confirmó que había dado orden de que Marca pudiera volver a realizar promociones con la imagen corporativa del Real Madrid. La primera, se lanzó en verano: un ‘pack’ de vasos.

Aprovechando el cambio de director, el “ser superior” -como le definió Emilio Butragueño- intentó templar gaitas con el diario deportivo más leído. Eso sí, su relación no ha sido idílica desde entonces, dado que la reforma de su organigrama no le ha satisfecho, y así lo ha hecho saber.

Son las “reacciones habituales” de Pérez, un empresario que recomienda y desaconseja la inclusión de contertulios en los debates televisivos –así lo reconoce un productor de TVE-, que limita la entrada en el Santiago Bernabéu de los medios de comunicación críticos, que utiliza un grupo de conocidos periodistas afines para lanzar informaciones interesadas de forma frecuente y que presiona a los ‘popes’ de la prensa para que aparten a los redactores que considera que perjudican sus intereses en el Real Madrid."                 (Vox Populi, 19/11/16)

3/11/16

Los medios de comunicación crean realidades interesadas que pasan a denominarse opinión pública, pero escorada hacia la ideología de las elites dominantes

"(...) Se argumenta también que los medios de comunicación son libres para mantener su línea editorial limpia e independiente de contaminaciones externas. ¿Independiente de qué o quiénes? Un periódico, una emisora de radio o una cadena de televisión se debe a sus accionistas: ellos marcan sus preferencias políticas y el estilo del medio del que son dueños.

Antes que la libertad de expresión, una empresa se debe al beneficio de su objeto social, al dividendo capitalista y a su cuenta de resultados. Se falsea la realidad cuando se afirma que un medio de comunicación solo busca la verdad. 

Más acertado sería decir que su verdad comunicativa siempre está distorsionada por los intereses de sus amos. De ese maridaje complejo surgen equívocos fundamentales para la comprensión de la realidad social, política y económica de cualquier país.

En suma, de la colisión entre libertad de expresión y libertad de empresa lo que queda es un producto elaborado para consumo de la masa, mercancía comunicativa de cierta textura que suele contar tanto como oculta: indica lo que no puede causar daño a sus dueños mientras que elude el contexto y las razones del relato que traslada a sus lectores, oyentes o televidentes. 

No es excesivo asegurar que los medios de comunicación crean realidades interesadas que debidamente aderezadas pasan a denominarse opinión pública, mayoritariamente escorada hacia la ideología de las elites dominantes.

Como dijera Noam Chomsky es más fácil manipular en democracia que en una dictadura: en el primer sistema resulta más complicado identificar a los adversarios o enemigos políticos, que tienden a refugiarse de la luz solar bajo un manto, discurso o barniz ecléctico o populista de difícil interpretación crítica y ponderada.

Los que mandan en España

Un somero análisis de los mass media españoles, sin profundizar en las ramificaciones entre sociedades anónimas y fondos de inversión o buitres internacionales que anidan en multitud de consejos de administración, nos descubre que Telefónica, Caixabank y Banco Santander son dueños del 27 por ciento en total del Grupo Prisa (El País y Cadena SER).

La sociedad que controla El Mundo está participada en un 90 ciento por RCS Media Group (el 20 por ciento de su capital en manos de FIAT), que edita los famosos diarios Corriere della Sera y La Gazzeta dello Sport.

ABC pertenece a Vocento, en cuyo accionariado se sientan diferentes integrantes de la familia Ybarra (siderurgia vasca vinculada al BBVA), que tienen un 17 por ciento de interés directo en el diario monárquico.

El magnate Silvio Berlusconi es dueño mayoritario de Cuatro y Telecinco y el rotativo La Vanguardia está dominado por un Grande de España, el tercer Conde de Godó.

Apuntar igualmente que el Grupo Planeta, a través de Atresmedia y otras sociedades menores, marca las pautas editoriales de La Sexta, Antena 3, Onda Cero, La Razón y El Periódico de Catalunya.

El clan Lara, mediante un conglomerado mediático tan heterogéneo, ha sabido crear un nicho de izquierdas dirigido a un público específico, prácticamente exento de contenidos propios, haciendo de La Sexta un referente distintivo en cuanto a su aparente y eficaz pluralismo informativo.

Ese oasis que rompe el bipartidismo PP-PSOE tradicional lo contrarresta con absoluta eficiencia mediante sus otros productos informativos. Estamos ante una estrategia comunicativa de una gran inteligencia corporativa.

Por último RTVE, la cadena pública por excelencia, un predio privado del PP.

La inmensa mayoría de la gente busca la información por los cauces antes reseñados. La opinión pública en gran medida toma cuerpo y consistencia de las noticias vertidas por estos medios y por las opiniones e intereses de sus dueños en la sombra. La realidad que percibimos mucho tiene que ver con las informaciones que nos dan los mas media mencionados.

Es evidente que la democracia va más allá del mero hecho de introducir una papeleta en la urna. Desde que nuestro voto viaja del pensamiento privado hasta el conducto democrático, muchas ideas y prejuicios se han ido formando merced a las informaciones que nos han servido los medios de comunicación más fuertes y con mayor presencia en el mercado.

Una gran paradoja se presenta ante nuestra mirada. Las únicas instituciones de calado que no son democráticas son las empresas, sean del tamaño que sean. En ellas, tanto tienes (capital, créditos), tanto vales (beneficio, dirección). Y nadie dice nada, ante un hecho tan escandaloso y antidemocrático.

De esas colosales corporaciones salen las directrices que moldean la realidad social y la opinión pública y los dedos acusadores o el beneplácito y las financiaciones irregulares que quitan y ponen líderes en los partidos afines a sus tesis e intereses particulares. 

A los trabajadores solo les resta acatar órdenes o irse al paro (como a los demás de otros sectores laborales). Para saber más sobre estos y otros tejemanejes mediáticos sería saludable darse una vuelta por el libro de Pascual Serrano, Desinformación, cómo los medios ocultan el mundo.

La supuesta virginidad rota de Pedro Sánchez que le provocó diarrea verbal, aun de agradecer, es pura fanfarria de autoafirmación personal para recuperar un imposible metafísico: que el PSOE regrese a la senda de la izquierda.

En efecto, el neoliberalismo cuenta con una fuerza brutal para deponer o aupar dirigentes a su santo antojo. Sánchez ya lo sabía de largo y tuvo que decirlo con franqueza antes de que el presidente de los sobresueldos volviera a usurpar el palacio monclovita con muchos escaños indignos de la bancada socialista. Ahora, a joderse tocan."             (Armando B. Ginés , Rebelión, 02/11/16)

15/11/15

El País rompe con el New York Times tras la publicación de un artículo crítico: “los medios españoles son presionados por el gobierno y la deuda”



"Ampollas levantadas y sangre por el artículo sobre la escasa solvencia y pérdida de independencia editorial de la prensa española que The New York Times publicó el pasado 5 de noviembre. El diario más afectado por esas críticas, El País, ha decidido romper sus largas relaciones con el medio neoyorquino. 

 “El País no ha publicado este jueves el suplemento de 12 páginas con artículos de The New York Times que venía difundiendo todas las semanas desde mayo de 2004.” Así, lo señala el digital infolibre.es quien asegura que según le han confirmado “fuentes oficiales de Prisa, no se volverá a publicar porque la colaboración entre ambos se ha cancelado de forma “definitiva”.”

Indignado, señala El País que el artículo que dio origen al conflicto “apareció en la portada de la edición norteamericana en papel el viernes 6 de noviembre, fue traducido al español y publicado en la sección América de The New York Times cuatro días después, este martes 10 de noviembre, así como difundido a través de las redes sociales”.

El diario estadounidense informó de la “tormenta perfecta” que ha sufrido en España la industria de la información, acosada por grandes deudas que han provocado una rápida reestructuración financiera que ha llevado a la pérdida de su puesto de trabajo a 11.000 periodistas en siete años y a la pérdida de libertad de los editores para decidir qué noticias ofrecer o cómo, favoreciendo a las entidades a las que deben enormes cantidades de dinero. También citó el informe crítico sobre la situación de la libertad de información en España de International Press Institute, publicado esa misma semana.

Postdigital analizó el artículo de Raphael Minder el pasado 6 de noviembre remarcando cómo el periódico estadounidense “destripa la libertad de prensa española, sometida por el Gobierno y los bancos”: New York Times también disecciona al diario El País, recogiendo las denuncias de los periodistas del periódico español sobre la eliminación o modificación de artículos en su web, como los que hacían referencia a Qatar en un momento en el que el grupo Prisa negociaba con una empresa qatarí para que invirtiera en su grupo empresarial.

O también artículos críticos con Telefónica, incluida en el grupo Prisa, que fueron alterados en la publicación del diario, motivo por el cual dos periodistas de su redacción decidieron dimitir recientemente.

El artículo pudo ser el detonante del despido del veterano periodista Miguel Ángel Aguilar, que en ese reportaje se mostró crítico con los principales diarios españoles. Estas fueron algunas de sus sinceras reflexiones en el artículo crítico: “los periódicos están en manos de los acreedores y también en las de un gobierno que ha ayudado a convencer a esos acreedores de que los rotativos deben conservarse vivos aunque sigan asfixiados debido a sus deudas […]

Esta es una situación de dependencia que ha hecho un daño terrible a la credibilidad de los medios de comunicación en este país”. Con tono melancólico, Aguilar añadió que “trabajar en El País era el sueño de cualquier periodista español […] ahora hay gente tan exasperada que se está yendo, a veces incluso con la sensación de que la situación ha alcanzado niveles de censura”.

El reputado periodista, que tenía una columna semanal en El País desde el año 1994, fue despedido fulminantemente el pasado martes: “le llamó José Manuel Calvo, el jefe de opinión, y le dijo que para liberarle de la presión que denunciaba en el artículo de The New York Times quedaba suspendida su columna”.

El NYT también recogió críticas de Juan Pedro Velázquez-Gaztelu, que dejó El País hace dos años y ahora es el jefe de la oficina de Madrid de Alternativas Económicas: “creo que no existe un momento peor para la libertad de expresión en España desde la muerte de Franco”.
El resentimiento de El País hacia el periódico norteamericano no se queda ahí. A la cancelación del suplemento hay que sumar un par de noticias que estos días pretenden devolver infructuosamente la bofetada; Los editores responden a las acusaciones de ‘The New York Times’ [1] y Crisis en `The New York Times´. Los problemas económicos limitan la expansión de ‘The New York Times’ [2].

En el primer texto, AEDE califica como “caricatura de la realidad informativa española” la crítica del NYT que no “describe la realidad” de la prensa. Añade que el reportaje es “desafortunado” y está lleno de “convencionalismos sin contrastar”,  algo “particularmente sorprendente en un medio de tanto prestigio”, pero no cita en ningún momento el informe sobre la situación de la libertad de información en España del International Press Institute, en el que se basa en buena medida el artículo del NYT.

Concluye la Asociación de Editores de Diarios Españoles: “la libertad de prensa goza de muy buena salud y lo demuestran los más de 17 millones de lectores fieles que eligen la prensa como el mejor medio para informarse”, pero omite la evolución de los últimos años, y que desde el comienzo de la crisis los diarios impresos han visto reducidas sus ventas en más de un 30% y su difusión en casi un 40%.

Es más, El País ha perdido unos 800.000 lectores desde 2008 según informó el portal especializado prnoticias en abril de este año. Esa situación podrá definirse con muchas expresiones, pero nunca con la cínica “muy buena salud” empleada por la AEDE.

 La otra noticia -o pataleta de niño mimado- se publica justo tras la ruptura de la relación entre ambos rotativos, y recoge trapos sucios como el despido de 300 periodistas desde 2008, las pérdidas de 1,5 millones de dólares el pasado año, y la deuda total de 430 millones.

 Concluye su pataleta relatando el desembarco del magnate mexicano Carlos Slim, propietario de algo más del 12% de las acciones, una “vinculación ha suscitado dudas sobre la dificultad para The New York Times de mantener su línea editorial independiente con un accionista de tanta influencia en el país en el que va a tener una nueva edición”.

La paja en el ojo ajeno, y eso que el periódico estadounidense ni siquiera hizo referencia en su reportaje a detalles tan feos como que seis entidades financieras, una inmobiliaria, Telefónica y Rucandio son propietarias del 52,9% de las acciones del grupo PRISA, o a los 129 periodistas despedidos de El País vía mail en 2012.
[1]http://politica.elpais.com/politica/2015/11/12/actualidad/1447357988_299143.html
[2]http://economia.elpais.com/economia/2015/11/12/actualidad/1447283141_805260.html

"Hace unos días, uno de los diarios más conocidos hoy en el mundo, el New York Times, publicó un artículo señalando la falta de libertad de prensa en España debido a la influencia que los poderes financieros (la banca) y los gobiernos (y muy en especial del gobierno central –aunque podría haber incluido los gobiernos autonómicos como el madrileño y el catalán) tenían sobre los mayores rotativos españoles. 

Y, como era de esperar, la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) inmediatamente respondió indicando que el New York Times estaba guiado por prejuicios que le habían llevado a conclusiones en su reportaje sobre la prensa en España que eran claramente erróneas y carentes de objetividad y rigor, acentuando que la prensa en España “se caracteriza por la pluralidad mediática, (…) como resultado del claro compromiso de los medios de información españoles con la libertad de prensa en España”.

Hace también unas semanas que el programa “Salvados”, de la Sexta, hizo referencia a una encuesta europea sobre la credibilidad de los medios de información en varios países europeos que mostraba que la población española era una de las que creía menos en la información recibida a través de los mayores rotativos en España, hecho que los dirigentes de dos de estos rotativos (El Mundo y La Razón), entrevistados en el programa, atribuyeron a que el público español era más exigente que el de los otros países europeos, rechazando que esta amplia percepción de falta de credibilidad respondiera a la falta de objetividad y rigor de los medios.

El New York Times y la población española llevan razón

La evidencia es abrumadora de que el New York Times y la percepción popular sobre los grandes medios de información llevan razón. En realidad, el New York Times se quedó corto, pues incluso podría haber aportado más evidencias de cómo los gobiernos compran la complicidad de los medios (tanto públicos como privados) a base, en el caso de estos últimos, de subvenciones públicas. 

Un ejemplo claro de ello son las subvenciones que el gobierno de sensibilidad liberal de la Generalitat de Catalunya da a los mayores rotativos que se publican en esta comunidad autónoma, cantidades más que respetables, que aumentan según la docilidad de tales rotativos hacia el gobierno. 

Según la revista El Triangle, el Departamento de la Presidencia de la Generalitat ha dado 810.719 euros a La Vanguardia, 463.987 euros a El Periódico, 457.496 euros a El Punt Avui, 205.484 a Nación Digital, 136.998 a Vilaweb, y un largo etcétera, cantidades que el público tiene dificultades para conocer, a pesar de que son fondos públicos.

Esta compra de la complicidad de los medios explica el silencio ensordecedor de la prensa en Catalunya hacia los numerosos casos de corrupción de los partidos gobernantes, uno de tendencia neoliberal (CDC) y el otro cristianodemócrata (UDC), recientemente investigados (¡por fin!) en una comisión del Parlament de Catalunya. 

Dicha comisión analizó la corrupción del clan Pujol, dirigido por el ex Presidente Pujol de la Generalitat de Catalunya, fundador del partido liberal CDC y dirigente de la hasta hace poco coalición gobernante de Catalunya, CiU, que la ha gobernado durante la mayor parte del periodo democrático, como si fuera su finca particular, comprando silencios y alianzas a base de un Estado clientelar en el que la complicidad de los medios (incluyendo los públicos radiotelevisivos –como TV3 y Catalunya Ràdio-, y los privados) era esencial para la reproducción de su poder. 

El que fue director de La Vanguardia, el Sr. Lluís Foix, ha reconocido que esta práctica era (y continúa siendo) masiva durante el gobierno Pujol, que controlaba así los medios de información y persuasión (El Triangle, 08.10.14). 

Sorprendentemente, la comisión parlamentaria que analizó la corrupción en el clan Pujol no analizó la complicidad de los grandes medios en Catalunya, manteniendo silencio y ocultando la extendida corrupción existente no solo en tal clan, sino en los partidos gobernantes CDC y UDC.

Un tanto igual ocurre con los medios televisivos

Y el New York Times también se quedó corto, pues podría haber incluido los medios tanto públicos como privados televisivos en donde la influencia de la banca y de los partidos gobernantes es incluso más acentuada. La evidencia es también abrumadora y contundente de que no hay en España ni libertad de prensa, ni libertad de exposición mediática televisiva, ni pluralidad mediática. 

 En realidad, no es exagerado hablar de dictadura mediática en España, pues la diversidad de los medios es limitadísima, con una carencia de medios críticos y de sensibilidad de izquierdas. La enorme hostilidad, sin excepciones, de los mayores medios hacia el nuevo partido progresista Podemos y hacia IU, en contraste con la enorme promoción de Ciudadanos, el instrumento del IBEX-35 (incluyendo de la banca), es un indicador más de esta dictadura.

Pero otro ejemplo es que no hay ningún rotativo en España que publicaría este artículo que está usted leyendo. De ahí que tengo que pedirle al lector que lo distribuya extensamente. 

En este sentido, creo que sería esencial que las fuerzas democráticas en este país, como el movimiento 15-M, se movilizaran para denunciar a tal dictadura mediática, por lo que naturalmente estos protestarían presentando tales denuncias como “ataques a la libertad de prensa”, el argumento que siempre esgrimen (como lo hacen en Latinoamérica) cuando sus intereses económicos y financieros quedan afectados. 

El mayor obstáculo que existe en la democracia española, que es a su vez el mayor indicador de su baja calidad democrática, es precisamente esta dictadura mediática que incluso el New York Times ha señalado."           (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 19 de noviembre de 2015, en www.vnavarro.org, 19/11/15)

"(...) El New York Times también arremete contra el Gobierno de Mariano Rajoy como causante del deterioro de los medios en España, acusando al Partido Popular de actuar agresivamente contra la crítica pública y de ejercer opresión contra la libertad de prensa, apuntando directamente a la “Ley Mordaza”, que impone severas multas contra las protestas ciudadanas y penaliza la grabación en vídeo de las actuaciones policiales.  (...)

Sin embargo, según el diario, son las presiones menos evidentes las que han incrementado la preocupación sobre la libertad de expresión en España. “Muchos en el sector señalan que la formidable combinación del Gobierno y de las presiones financieras han anulado su capacidad para cubrir noticias en las que se da un conflicto de intereses con las grades empresas y los políticos, en un momento en el que se multiplican los escándalos financieros y políticos que han surgido a raíz de la crisis de la deuda española”.

El artículo, escrito por el periodista Rapahel Minder, recoge los testimonios de diversos profesionales de la información y ejemplos de casos en los que esta manipulación se ha dado en los medios de prensa españoles, destacando también el caso de RTVE y las denuncias de sus propios trabajadores sobre el control del Gobierno en la programación de los informativos del ente público, mencionando el cambio de ley introducido por el Ejecutivo de Mariano Rajoy en 2012, “sin el consentimiento del resto de partidos”, para designar a los directivos de RTVE favorables al Partido Popular. (...)

Como ejemplos del control político y la censura en RTVE, el New York Times incluye la ausencia de noticias sobre el conflicto de intereses entre el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y los contratos públicos a una empresa de su propiedad, o los múltiples casos de corrupción por los que el ente ha pasado de puntillas.

En este sentido, el New York Times también disecciona al diario El País, recogiendo las denuncias de los periodistas del periódico español sobre la eliminación o modificación de artículos en su web, como los que hacían referencia a Qatar en un momento en el que el grupo Prisa negociaba con una empresa qatarí para que invirtiera en su grupo empresarial. O también artículos críticos con Telefónica, incluida en el grupo Prisa, que fueron alterados en la publicación del diario, motivo por el cual dos periodistas de su redacción decidieron dimitir recientemente.  (...)"             (Postdigital, 15/11/15)


"Sobre la imagen del periodismo español.

 El “incidente” generado a partir del artículo del New York Times titulado Spain’s news media are squeezed by Government and debt y la posterior reacción en tres fases de El País primero despidiendo fulminantemente a uno de sus más renombrados colaboradores, después publicando un artículo en modo pataleo (pdf) pretendiendo patéticamente desacreditar al New York Times, y finalmente forzando a la AEDE a publicar una nota de protesta (pdf) como “defendiendo el mancillado honor de sus miembros” me pilló fuera de España y pendiente de otros temas, pero no quería dejar de comentarla, al menos por lo que modestamente pueda aportar la opinión, la experiencia el pensamiento de un profesor que lleva muchos años estudiando la transición de los periódicos, y en particular de los españoles, desde el papel a la pantalla.

No, la situación no es la que pinta el New York Times. Es todavía peor. Estamos hablando, sin duda, del mayor deterioro de la calidad democrática en España en toda la historia de su democracia. Todas y cada una de las afirmaciones que se hacen en el artículo del New York Times son rigurosamente ciertas:

España es un país donde un gobierno completamente obsesionado con el control de la prensa se dedica, sin ningún tipo de problemas, a ajusticiar directores de medios, a relevarlos de sus funciones y sustituirlos en cuestión de pocas horas y sin resistencia alguna (impresionantes las declaraciones de Pablo Casado citadas en el artículo… “no veo ningún problema con la prensa en España”, dice… ¿es posible mayor y más sangrante nivel de hipocresía???), a llamar a consultas a los responsables de los medios para revisar puntualmente qué temas cubren y cómo los cubren, y a crear una interlocución permanente entre los directores y la vicepresidencia del gobierno para generar un clima de permanente control y de “aquí nada se mueve si no lo muevo yo”.

La situación es completamente asfixiante, y llevo tiempo escribiendo sobre ella. El gobierno no solo corta la cabeza a los tres directores de tres de los medios más importantes (La Vanguardia, El País y El Mundo) en un brevísimo lapso de tiempo y sin preocuparse lo más mínimo ni siquiera por la estética (en poco más de un mes, Marius Carol sustituye a José Antich en La Vanguardia, Pedro J. Ramírez es defenestrado de forma sumaria y se nombra a Casimiro García-Abadillo en El Mundo, y Antonio Caño sustituye a Javier Moreno en El País), sino que además, la cobertura de los escándalos de corrupción y de las noticias que motivaron su cese desaparece de manera inmediata con ellos.

Una vez cercenadas las cabezas de los directores díscolos, los medios afectados dejan de cubrir las noticias críticas con el gobierno que motivaron su cese, siguiendo una relación causal completamente imposible de negar.

 A partir de esa situación, los medios entran en un escenario de compadreo constante con la vicepresidencia del gobierno: pasan a ser “llamados a consultas” de manera habitual, a recibir llamadas habituales impidiendo la difusión de determinadas noticias y solicitando la cobertura de otras, y se convierten en lo más alejado que pueda conocerse de una prensa libre.

Aquellos medios que por su línea editorial ya estaban próximos a la ideología gubernamental se ven favorecidos en la adjudicación de publicidad institucional, que también se usa como forma de remunerar los “favores” realizados por otros. 
En el entramado de relaciones mediáticas, podemos ver casos tan patéticos como el de La Razón, un diario con una línea editorial tan claramente marcada que parece directamente una gaceta de partido, que recibe amplísima cobertura y destacados en los informativos de las televisiones pese a que su difusión y relevancia real es ínfima, por debajo de muchos otros medios que no obtienen dicho privilegiado posicionamiento.  (...)

La situación, en realidad, proviene directamente de la personalidad de Mariano Rajoy, con quien tuve la oportunidad de hablar antes de que se convirtiese en presidente, y que se mostró en aquella conversación como una persona prácticamente obsesionada con lo que los medios decían de él y la cobertura que daban a sus acciones y declaraciones… pero que restringía claramente el concepto de “medios” a aquellos que estaban impresos en papel.

Una persona claramente desactualizada, que no habla idiomas ni utiliza jamás un ordenador, y que, consecuentemente, se informa únicamente a través de medios clásicos: prensa de papel, radio y televisión. Los medios online, además de estar completamente excluidos del reparto de una publicidad institucional utilizada claramente como “pago de favores”, deben ser ignorados y ninguneados a toda costa, privados de cualquier posible eco en los medios convencionales, o incluso amenazados con demandas o puestos bajo la atenta mirada de una ley mordaza destinada, entre otras cosas, a ponerlos bajo control tanto a ellos como a esas díscolas redes sociales que se empeñan en destacar lo que, según el gobierno, no debe ser destacado ni destacable.

Después está el asunto corporativo. Nunca, en ya bastantes años de colaboración con medios, he vivido tantas situaciones de censura de una columna como en los últimos años. Mi situación es, obviamente, privilegiada: no necesito escribir para vivir, escribo porque me gusta, a medios que generalmente han solicitado mi colaboración o, al menos de forma general, parecen valorarla.

 Eso me permite escribir sin cortapisas, expresas mi opinión de maneras que, posiblemente, muchos no pueden plantearse, y soy consciente de que mis columnas, en ocasiones, pueden ser incómodas. Sin embargo, no había tenido habitualmente más que alguna situación de censura, meramente anecdótica, o incluso alguna en la que posiblemente yo mismo había sobrepasado la línea con un tono impropio.

 Hasta que, durante los últimos años, me he ido empezando a encontrar más situaciones de este tipo, y lo que es peor, situaciones de censura combinadas con amenazas veladas de represalias – no hacia mí, sino hacia, por ejemplo, la empresa en la que trabajo – si reaccionaba a esa censura de la forma que me parecía apropiada, que era publicando la columna censurada en mi página con la información añadida de que había sido censurada. Y me consta, porque estoy en el mundo, leo y hablo con otras personas que se dedican a estos temas, que mi caso no es en absoluto aislado.

Es algo general. La influencia que determinadas empresas tienen ahora sobre algunos medios es ilimitada, infinita, y llega hasta los últimos detalles: esas empresas, generalmente con abultados presupuestos publicitarios, de las que no escuchamos hablar prácticamente nunca, que nunca son noticia, o que si llegan a serlo, son capaces de silenciar la cobertura para que las noticias pasen prácticamente de puntillas.

Lo que empezó siendo algo característico de tan solo dos o tres compañías, ahora se ha generalizado, y son muchas las que juegan a ese juego de la llamada, de la presión, o incluso de la velada amenaza. Preocupante. Muy preocupante.

Esa es la situación. Y no soy el único que lo dice. Si alguien quiere informarse de verdad de lo que ocurre en España, que no opte por medios con edición en papel: salvo escasísimas excepciones, son medios controlados, que no informarán de nada que le resulte incómodo al gobierno o a algunas empresas.

 La AEDE, esa asociación que solo incluye determinados medios pero que rechaza a todos los demás con la excusa que les venga en gana en cada momento, es una asociación que ha conseguido el dudosísimo honor de sentarse a negociar con un gobierno para vender connivencia a cambio de que presionen a Google para que les pague. Así de alucinante, así de increíble… así de triste.

 España es la única democracia con cierta madurez en la que Google News ha tenido que irse, porque una asociación de medios había forzado a un gobierno a arrinconar a Google hasta que no tuviese más opción que cerrarla, y que se había encontrado con un gobierno tan irresponsable como para poner semejante barbaridad encima de la mesa a cambio de una cobertura benigna.

Suena increíble, algo difícil de aceptar o de procesar en el caso de una democracia consolidada. Leída rápidamente, no parece que refleje la realidad de mi país, y sí la fantasía de alguien con algún tipo de interés por transmitir una imagen sesgada. Pero lamentablemente, no es así.

Si algo ha hecho el gobierno actual es deteriorar la calidad democrática hasta el límite de lo aceptable, y una de las consecuencias más palpables de ello, una de las industrias en la que más se nota, es la prensa. Si quieres saber lo que pasa en España, no leas medios de AEDE. Lee otras cosas. Porque el artículo del New York Times, por mucho que lloriquee El País o pretenda defender AEDE… tiene TODA la maldita razón."                  (Enrique Dans, 17/11/15)

25/6/15

Cebrián censura noticias sobre Catar en El País mientras negocia la entrada de petrodólares en Prisa

"El Grupo Prisa aprobó a finales de febrero una ampliación de capital de 75 millones de euros con motivo de la inminente entrada en su accionariado de la empresa catarí International Media Group, presidida por el sultán Ghanim Alhodaifi Al-Kuwari

Desde que se inició esta negociación, aún abierta, los periodistas de El País han observado que la línea editorial de este diario ha sido demasiado complaciente con los gobernantes de este emirato, salpicados por asuntos tan turbios como el posible soborno a la FIFA para que les adjudicara la organización del Mundial de fútbol de 2022. 

Sin ir más lejos, el Comité de Redacción del periódico ha criticado recientemente la censura de informaciones que denunciaban las condiciones de semi-esclavitud a las que se somete a los trabajadores extranjeros que han sido contratados para construir los estadios donde se disputará este campeonato.

En concreto, este órgano ha expresado su malestar por la repentina desaparición de una noticia publicada hace unos días en la web de El País, en la que se informaba sobre la detención de dos periodistas de la BBC que habían viajado a Catar para realizar un reportaje sobre el maltrato a los empleados de las obras del Mundial. 

También ha reconocido su incredulidad por la retirada de la planilla de su edición impresa, sin previo aviso, de una información sobre una denuncia de Amnistía Internacional a la FIFA por el mismo tema. A la vista de estos sucesos, el Comité pidió explicaciones al director del periódico, Antonio Caño, y a su mano derecha, David Alandete. Sin embargo, no les aclararon los motivos que les llevaron a tomar esta decisión.

No es la primera vez que Catar recibe un trato especialmente favorable en los medios impresos de Prisa desde que se anunció la futura entrada de petrodólares en el grupo. Fuentes internas recuerdan a Vozpópuli que el pasado 9 de abril la sección de Deportes de El País abrió con una "intrascendente" entrevista con el ministro del ramo de Catar, Salah Bin Ghanem Bin Nasser Al Ali, en la que no se le preguntaba por temas fundamentales como la adjudicación fraudulenta de la Copa del Mundo.

De hecho, el cuestionario daba pie a que el entrevistado se explayara sobre los puntos fuertes de su país en materia deportiva ("¿Qué significa para un país como Qatar organizar un Campeonato del Mundo de Fútbol?", "¿Cómo quiere que se vea a Qatar en el extranjero?" o "Su equipo de balonmano fue medalla de plata en el Campeonato del Mundo, ¿en qué otros deportes esperan tener éxitos similares?"), pero no recogía ninguna pregunta que pudiera incomodarle lo más mínimo, apuntan fuentes del diario, que inciden en que, tan sólo un día después, el periódico Cinco Días incluyó un "generoso reportaje" a doble página en el que se exponían las virtudes de Doha.

La búsqueda de inversores para salvar Prisa de la quiebra

El tono suave de esta entrevista al ministro de Deportes catarí no es ninguna casualidad, si se tiene en cuenta que el futuro accionista de Prisa es un hombre de gran influencia política en el emirato desde hace más de dos décadas. Situado en la órbita de los Al Zani, está al frente de International Media Group, un holding empresarial fundado en la década de 1970 que cuenta con negocios en sectores como el energético, el de transporte, el inmobiliario o el de las tecnologías de la información, tal y como se puede observar en la web de la empresa

Según publicó hace unas semanas el medio CTXT, este sultán también dirige el canal de televisión Fadaat Media Limited; y juega un papel importante en la estrategia de comunicación adoptada por este país.

Su inversión en Prisa servirá para reducir una pequeña parte de la multimillonaria deuda que arrastra esta compañía que, a 31 de marzo de 2015, era de 2.406 millones de euros. Eso sí, a costa de dar entrada en su accionariado a un empresario sobre el que pende la sospecha de que pueda condicionar la línea editorial de la compañía

A este respecto, fuentes del periódico observan una relación directa entre la defensa que realiza El País de las políticas del presidente de México, Enrique Peña Nieto, y la entrada en la compañía en 2014 de Roberto Alcántara Rojas, empresario "sospechosamente" cercano a este mandatario que inyectó 100 millones de euros en la compañía hace unos meses.

Estos informantes también recuerdan que este diario sufrió un "gran cambio" tras la refinanciación de Prisa, pues desde entonces se ha mostrado más suave en sus críticas hacia los bancos -que accedieron a capitalizar su deuda- y hacia el Gobierno. 

En este último caso, por el importante papel que se atribuye a Soraya Sáenz de Santamaría en la culminación de esta maniobra para salvar al grupo de la quiebra."           (Vox Populi, 25/06/2015)