18/3/24

Los que no tienen miedo a Miguel Ángel Rodríguez... La soberbia y el descaro son el pasaporte del impune. Isabel Díaz Ayuso es como es porque Miguel Ángel Rodríguez le ha enseñado que el poder preautoritario que tienen en la Comunidad de Madrid se ejerce sin pedir perdón y sin dar un paso atrás... Su chulería y comportamiento de artes mafiosas quedan reflejados en la literalidad de su mensaje: “Os vamos a triturar, vais a tener que cerrar. Que os den. Idiotas”... Solo se atreve a hablar así, de forma abierta, dejándolo por escrito, quien está acostumbrado a levantar un teléfono para dictar a qué periodista quitar de una mesa o de una redacción cuando considera que el mensaje no es el propicio para sus intereses. Escribir en Madrid contra Isabel Díaz Ayuso es la manera más rápida de poner en peligro tu trabajo si eres periodista... Miguel Ángel Rodríguez es el mayor peligro que hay en este país para la libertad de prensa, pero la servidumbre que una parte importante de la prensa de este país le proclama defiende su proceder porque es el que les garantiza la viabilidad empresarial...El temor a sus arrebatos de ira está en los medios en los que puede cortar el suministro de fondos... En Madrid hay miedo a MAR. Miedo a Miguel Ángel Rodríguez, porque saben que Ayuso es la clave de bóveda que sustenta el ingente trasvase de dinero público a las cuentas de resultados de gran parte de la prensa madrileña (Antonio Maestre)

"La soberbia y el descaro son el pasaporte del impune. Isabel Díaz Ayuso es como es porque Miguel Ángel Rodríguez le ha enseñado que el poder preautoritario que tienen en la Comunidad de Madrid se ejerce sin pedir perdón y sin dar un paso atrás. Con soberbia, crueldad y altanería. Solo bajo ese prisma de autopercepción es comprensible que el jefe de gabinete de la lideresa amenazara a este diario tras la publicación de las informaciones sobre la pareja de Ayuso dejándolo por escrito. Su chulería y comportamiento de artes mafiosas quedan reflejados en la literalidad de su mensaje: “Os vamos a triturar, vais a tener que cerrar. Que os den. Idiotas”.

Solo se atreve a hablar así, de forma abierta, dejándolo por escrito, quien está acostumbrado a levantar un teléfono para dictar a qué periodista quitar de una mesa o de una redacción cuando considera que el mensaje no es el propicio para sus intereses. Escribir en Madrid contra Isabel Díaz Ayuso es la manera más rápida de poner en peligro tu trabajo si eres periodista. Puede que otros busquen el mayor riesgo para el ejercicio de la prensa libre entre los que tienen apuntados en su lista de fobias, pero el que de verdad se atreve a perseguirte para acabar con tu carrera está hoy a sueldo de Isabel Díaz Ayuso.

Miguel Ángel Rodríguez es el mayor peligro que hay en este país para la libertad de prensa, pero la servidumbre que una parte importante de la prensa de este país le proclama defiende su proceder porque es el que les garantiza la viabilidad empresarial. Publicar informaciones en contra de Isabel Díaz Ayuso tiene un coste laboral inmediato en todos aquellos lugares donde el jefe de gabinete tiene fuerza para imponer su voluntad. Telemadrid y Mediaset me echaron por publicar informaciones ciertas sobre la gestión de Isabel Díaz Ayuso porque Miguel Ángel Rodríguez tiene que dejar claro ante todo el mundo que cuenta con la capacidad para perjudicar laboralmente. Yo ya lo sé, lo viví, pero además tiene el efecto de influir al resto porque enseña cabezas de periodistas como aviso a navegantes para quien ose perturbar el poder de su señora.

El temor a sus arrebatos de ira está en los medios en los que puede cortar el suministro de fondos. El plan de medios es su arma principal. En Madrid no hay playa, pero la derecha mediática y política tiene talasofobia. Miedo a MAR. Miedo a Miguel Ángel Rodríguez. La talasofobia se siente en los balbuceos de Jorge Bustos cuando le piden que opine sobre el caso del novio de Ayuso, porque entiende que una palabra mal medida le va a propiciar un mensaje furibundo de Miguel Ángel Rodríguez, recordándole quién pone ahí tanto dinero de publicidad institucional y quién tiene la capacidad para acabar con una carrera cuando se sirve a la derecha. Si se atreve a amenazar a una periodista de elDiario.es cómo no va a levantar un teléfono para dar consignas a quien trabajó con él junto a Ayuso y ahora dirige la comunicación de uno de los grupos televisivos de este país.

Pero el miedo también llega a Sol. El periodismo libre les hace daño y las informaciones sobre su pareja la tienen noqueada. Los nervios de Isabel Díaz Ayuso y su jefe de gabinete quedan en evidencia porque conducen a los medios a los que nutren de dinero público en forma de patrocinios y publicidad institucional hacia la pérdida del decoro con la publicación de noticias falsas tan escandalosas que no duran ni un día en ser desmentidas de manera clamorosa. El funcionamiento de la mentira y la posverdad se entienden perfectamente con la noticia de la filtración de los correos de los acuerdos de la pareja de Ayuso para reconocer ante la Fiscalía los delitos que había cometido.

El servilismo del diario El Mundo a Ayuso y las órdenes de su jefe de gabinete es absoluto. Miguel Ángel Rodríguez filtró a Esteban Urreiztieta, subdirector del diario El Mundo, un correo de la Fiscalía. La noticia fue la siguiente: “La Fiscalía ofrece a la pareja de Ayuso un pacto para que admita dos delitos fiscales. El Mundo revela el mail enviado a su defensa apenas dos horas después de estallar el caso”. La noticia era mentira. No sabemos si Urreiztieta sabía que era falsa y simplemente cumplía órdenes de Miguel Ángel Rodriguez o si el jefe de gabinete de Ayuso le engañó. Viendo la reacción posterior del periódico tras modificar la noticia sin disculparse se puede inferir lo que ocurrió de manera muy sencilla.

La realidad es que el abogado de la pareja de Isabel Díaz Ayuso mandó un correo a la Fiscalía pidiendo un acuerdo, reconociendo los delitos fiscales y asumiendo que tendría que pagar la multa con recargo para evitar una pena de prisión. Lo normal en este caso sería replegar velas, callarse y esconderse en una cueva. Pero eso solo es posible si Miguel Ángel Rodríguez te deja hacerlo, y a El Mundo lo va a seguir usando siempre que sea posible. La estrategia para ocultar la mentira es acusar a la Fiscalía de haber filtrado una petición de acuerdo de un abogado cuando lo que hizo es desmentir una información falsa facilitada por una de las partes. Los medios como El Mundo, que quisieron mentirnos para salvar a Ayuso, y el propio Miguel Ángel Rodríguez, señalan a la Fiscalía, con la participación del resto de medios conservadores y el Colegio de Abogados de Madrid, por haberles dejado con el culo al aire al no tolerar que se difundiera una mentira que echaba por tierra el trabajo de la Fiscalía.

Las noticias sobre los delitos de la pareja de Isabel Díaz Ayuso están tensando a la reacción porque ve en peligro cierto a quien proporciona grandes réditos y beneficios al negocio. La misma situación se dio en las primeras semanas de la pandemia, cuando los medios de comunicación sometidos a las directrices del gabinete de Ayuso consideraron que era el momento para derrocar al gobierno de la nación y aupar a la que es su apuesta. La defenderán por encima de cualquier consideración ética, deontológica y moral porque saben que Ayuso es la clave de bóveda que sustenta el ingente trasvase de dinero público a las cuentas de resultados de gran parte de la prensa madrileña.

Las amenazas de Miguel Ángel Rodríguez contra elDiario.es por las investigaciones que se están realizando sobre los delitos fiscales de la pareja de Ayuso y el patrimonio que la presidenta disfruta se deben a la impotencia de saber que no puede actuar contra sus periodistas porque están fuera del alcance de su ira. Miguel Ángel Rodríguez no calculó bien su ansia de venganza, cuando consigue que nos echen de los trabajos donde tiene poder deja de dar miedo y ya no tiene nada con lo que amenazar. Aquí escriben los que no te tienen miedo."                           (Antonio Maestre, eldiario.es, 16/03/24)

14/3/24

La semana pasada un ayudante del fiscal del distrito de San Francisco, Michael Menesini, envió algunos correos electrónicos a Counterpunch. Tuvo palabras muy duras para Counterpunch porque publicó bastantes artículos sobre la limpieza étnica y el genocidio en Gaza"... Estamos acostumbrados a estas cosas, pero viniendo de un ayudante del fiscal del distrito de San Francisco fue alarmante... creo que esto es un disparo de advertencia en cierto modo. Y pienso en muchos de los crímenes de odio contra activistas palestinos y otros y en cómo ocurren (Bob Buzzanco, Counter Punch)

 "(...) Scott Parkin: Voy a cambiar un poco de tema. La semana pasada, resulta que un ayudante del fiscal del distrito de San Francisco, Michael Menesini, envió algunos correos electrónicos a su publicación Counterpunch. Tuvo palabras muy duras para Counterpunch porque publicó bastantes artículos sobre la limpieza étnica y el genocidio en Gaza. Me pregunto si podría explicárnoslo un poco.

Joshua Frank: Creo que el primer correo electrónico que recibimos de él fue a finales de enero. Al parecer, estaba en nuestra lista de correo electrónico y ha estado recibiendo nuestro pequeño boletín de actualizaciones que enviamos. Lo llamamos.

Scott Parkin: ¿Es un donante?

Joshua Frank: [Risas] No creo que sea donante y ya no lo será. Tal vez algún tipo de acuerdo saldrá de esto. Pero no, y creo que en el primer correo electrónico nos dijo que éramos antisemitas porque criticábamos a Israel. Todo lo que publicamos es basura porque no podemos ser tomados en serio, bla, bla, bla.

Realmente no importa, creo que lo sorprendente fue que lo envió desde su dirección de correo electrónico del trabajo, que es una dirección de correo electrónico del gobierno. Estamos acostumbrados a los locos que nos envían cosas, por supuesto, amenazas de muerte y otras cosas también, especialmente desde. El 7 de octubre, incluso nuestro sitio fue atacado justo después del 7 de octubre, porque estábamos tratando de detener la incursión en Gaza.

Estamos acostumbrados a estas cosas, pero viniendo de un ayudante del fiscal del distrito de San Francisco fue alarmante. Y hablamos con un abogado después de que nos lo enviaran. Y sólo pensamos en sentarnos y esperar y ver qué pasaba después. Un par de semanas después, nos envió otro correo electrónico.

Y esta vez repitió una retórica antiárabe bastante horrible, así que en ese momento pensé: "¿Cuál es la mejor manera de responder a este tipo?" Decidí publicar sus correos electrónicos para hacerlos públicos. Pensé en escribir un artículo al respecto, pero dije: "dejemos que las redes sociales hagan lo suyo".

No tengo tiempo para esto. No merece mi tiempo, pero el San Francisco Standard lo recogió e hizo un buen artículo sobre él. Y al hacerlo creo que presionó a la oficina del fiscal para que lo investigara. No sé dónde está ahora con él.

No es parte del equipo que está procesando al Puente de la Bahía 78. Los que cerraron el Puente de la Bahía. Pero la oficina es, y por lo que creo que muestra que el sentimiento anti-árabe dentro de la oficina del fiscal en San Francisco es bastante fuerte. Si este tipo no tiene, siente que puede enviar un email desde su cuenta pública del gobierno.

Entonces el tipo, también fue vicealcalde de Martínez. Él había estado en la vida pública por un tiempo, se podría pensar. Tendría algunos escrúpulos o al menos nos enviaría algún correo de odio desde su cuenta de correo personal, ¿no?

Así que ya veremos, sí, ya veremos qué pasa. Creo que necesita ser removido de su puesto. Ciertamente no debería estar en ningún caso que involucre crímenes de odio o libertad de expresión o protestas de ningún tipo. Creo que su trabajo ha terminado allí y creo que debería retirarse. Así que espero que haya algo de presión para que lo haga.

Bob Buzzanco: Dice mucho de las élites costeras que, en San Francisco, tengas a este tipo y a Pelosi diciendo que el FBI debería empezar a vigilar a la gente, la orientación, las multitudes, y yo también empecé a pensar en ello. No es sólo que él tiene estos sentimientos, ¿verdad?

Joshua Frank: Que creo que mucha gente tiene pocos para compartirlos públicamente. Él lo hizo en este caso, nos lo envió. Pero creo que también fue un intento de silenciar a una organización de medios de comunicación recibir un correo electrónico de una organización de medios de comunicación, recibir un correo electrónico de la oficina de un fiscal sacándonos por algo con lo que no están de acuerdo es, creo, un precedente bastante aterrador.

Y creo que, dependiendo de lo que ocurra en noviembre, obviamente podría empeorar a medida que avancemos en la represión de la libertad de expresión. Pero creo que esto es un disparo de advertencia en cierto modo.

Bob Buzzanco: Se ha despedido a gente por tuitear simpatía por los palestinos, constantemente durante los últimos cuatro meses.

Joshua Frank: Sí. Pero diré que la respuesta una vez que esos correos electrónicos se hicieron públicos no ha sido más que de apoyo a Counterpunch. Y creo que está sintiendo la presión con seguridad. Y no creo que vayamos a tener noticias de él pronto.

Scott Parkin: Es interesante cómo se les permite salirse con la suya, tener un sentimiento anti-árabe es una cosa, pero luego poder hacerlo público en el servidor de su institución o lo que sea.

Joshua Frank: Creo que el sentimiento antiárabe siempre ha estado ahí.

Siempre ha estado ahí. Pero se ha acentuado desde el 11 de septiembre, ¿verdad? Creo que hay muchas pruebas de que este tipo de sentimiento anti-árabe en la oficina del fiscal y los fiscales y el FBI y otros es parte de su formación desde el primer día y estamos viendo que ahora 20, lo que sea, 22 años más tarde, que sigue siendo muy frecuente allí.

Y eso es aterrador. Y pienso en muchos de los crímenes de odio contra activistas palestinos y otros y en cómo ocurren. Sucedió, Bob, ¿verdad? Sucedió en Houston hace un par de semanas, ¿verdad? Si se tratara de un activista judío, un sionista, debería decir.

Sería noticia de portada en el New York Times. Pero lo que ocurrió en Vermont y, puesto que son palestinos, puesto que son árabes, puesto que sostienen sentimientos que no son populares entre la élite, como que quedan fuera del radar. Y eso es lamentable, pero creo que es parte de este problema más grande en nuestra sociedad también, es deshumanizar a los palestinos y deshumanizar a aquellos de nosotros que defendemos los derechos de los palestinos.

Joshua Frank: Y estamos viendo que la represión en los campus, por supuesto, y en todas partes.

Bob Buzzanco: Sí, varias universidades han prohibido grupos como Jewish Voice for Peace y Students for Justice in Palestine.

Mientras tanto, el público se ha vuelto contra esta guerra. Hay ciudades en todo el país que han aprobado resoluciones, resoluciones de alto el fuego, porque la situación está que arde y el público está fuera.

Scott Parkin: Incluyendo San Francisco, por cierto.

Joshua Frank: Sí, incluyendo San Francisco, y luego Chicago, aquí en Long Beach, por todas partes. Así que mientras tanto, la marea ha cambiado. Y por horrible que sea, y sin saber lo que el futuro depara a los palestinos, nunca en la existencia del Estado de Israel ha habido tanto escrutinio de lo que están haciendo a escala internacional día tras día, documentado en las redes sociales, documentado en las noticias.

Incluso el New York Times tiene que cubrir estas cosas, ¿verdad? Intento aferrarme a eso. Trato de aferrarme a eso. Creo que hay una gran oportunidad para un nuevo movimiento contra la guerra. No creo que estemos allí todavía. Me siento muy inspirado por la Voz Judía por la Paz y otros antisionistas de la comunidad judía, así como por nuestra gente antibelicista de base.

Tenemos una gran oportunidad de oponernos al imperio estadounidense, y el aparato que apoyamos en Israel forma parte de ello. Así que creo que tenemos una gran oportunidad de avanzar y eso me inspira, a pesar del horror que estamos presenciando.

Scott Parkin: Sí, estoy totalmente de acuerdo con eso. Y, hablando de la acción del Puente de la Bahía, hicieron un bloqueo en el puente Golden Gate esta mañana. Lo he visto. Sí. Y en respuesta al bombardeo israelí de Rafah.

Joshua Frank: Sabemos que la oficina del fiscal estará bajo escrutinio ahora si van a procesar a alguien.

Scott Parkin: Esperemos que lo tengan en cuenta. Sólo me queda una pregunta, que en realidad no tiene nada que ver.

Bob Buzzanco: Un gran artículo. Creo que he estudiado las guerras toda mi vida. Y este es un elemento que creo que no está realmente cubierto allí. Yo lo llamo ecocidio, pero se ve esto en Corea, sólo la consecuencia del impacto a largo plazo de los bombardeos sin detonar, bombas sin explotar, y cosas por el estilo. Por lo tanto, esto es importante para salir utilizando los alimentos y el agua como un arma.

Joshua Frank: Sí. Sí. Sí, es el otro día. Creo que en cada genocidio que ha sido documentado, muchos de estos elementos han estado en su lugar.

Bob Buzzanco: Sí, yo estaba enseñando el otro día sobre, los orígenes de la Primera Guerra Mundial y el bloqueo británico, que en 1914 fue una violación del derecho internacional, por lo que han pasado más de 100 años, y los EE.UU. es sólo, claramente rechazado objetivamente las normas internacionales.

Joshua Frank: Sí, absolutamente.

Scott Parkin: Mi última pregunta en realidad no está relacionada con un poco más de una cuestión de medio ambiente / clima, y porque usted tiene su sede en el sur de California, hemos estado viendo estos "ríos atmosféricos" en todo el estado. Pero, el sur de California, particularmente el área de Los Ángeles donde estás, va a ser particularmente golpeada.

De hecho, he visto algunos mensajes tuyos con algunos bonitos con el río, casi parecía que se estaba desbordando si no lo era, y me preguntaba si tienes alguna idea sobre eso, ya que también es tu ritmo también.

Joshua Frank: Creo que lo que estamos presenciando aquí es, estamos viviendo en un mundo de extremos. Nunca. Sabemos que el cambio climático está afectando a muchas cosas diferentes de muchas maneras, pero una de las cosas que ahora sabemos con certeza, creo, es que estos fenómenos meteorológicos van a suceder.

Quizá no más a menudo, pero cuando ocurran, serán más feroces. Y ese es ciertamente el caso de los huracanes. Y creo que en el caso de las sequías que vamos a experimentar, van a ser más extremas. Y casos como el del río atmosférico que acaba de ocurrir aquí abajo fueron más extremos.

Y creo que esta es nuestra nueva norma. Por desgracia, creo que esto hace retroceder la idea de rewilding el río L.A. de alguna manera porque ahora la gente tiene miedo de las inundaciones. Y con razón, pero se mantuvo.

La infraestructura de inundaciones aquí se mantuvo, pero ¿lo hará en el futuro? Si nos golpean de nuevo a la espalda podría ser mucho mayor los impactos de los ríos o tormentas atmosféricas aquí abajo. Nos espera otra. No sé si es un río atmosférico, pero creo que esperamos un par de centímetros más este fin de semana.

Y el suelo está saturado. No hay donde ir. Las laderas se están derrumbando. Muchas de las colinas en y alrededor de Los Ángeles están en gran riesgo. Están teniendo que evacuar algunos de los cañones porque tienen miedo de barro, escombros, y el flujo, y sólo creo que esta es nuestra nueva norma. Y, por supuesto, el sur de California, como Mike Davis escribió tan elocuentemente en la documentación de los desastres ecológicos que enfrentamos.

Fue muy clarividente, ¿verdad? Predijo que íbamos a vivir en una época en la que estas cosas se agravarían. Y creo que estamos en el medio de ella en este momento. Si queremos entender todo esto, creo que debemos volver atrás y leer Ecología del miedo y la élite para el sur de California. Y ver lo que nos espera.

Scott Parkin: Josh, ha sido genial hablar contigo de nuevo hoy."              

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19/2/24

El colapso de los medios de comunicación estadounidenses está acelerando nuestra crisis política... Un tercio de todos los periódicos de EE.UU. han cerrado permanentemente, la industria está sufriendo una hemorragia de reporteros, y el capital privado y Big Tech son los culpables... Es muy importante que la gente entienda de qué van las presiones sobre sus vidas. Eso es lo que el periodismo de investigación puede ayudar a ver. Y si no lo tenemos, entonces no van a entender el mundo en el que viven... La superestructura de Washington está formada por las agencias reguladoras, el Departamento de Defensa y los servicios sanitarios y humanos. Son entidades gigantescas que hay que cubrir y comprender. Afectan a la vida de todos en todo el país. Y si no se cuenta con personas sofisticadas, informadas y agresivas para cubrirlas, se les dejará hacer lo que les plazca, lo que tendrá enormes repercusiones para la gente. Va a repercutir en su salud, en sus pensiones, en su futuro, en la vida de sus hijos... Pero no es sólo el colapso del periodismo, es el colapso de la educación... son las empresas de capital privado que llevan escuelas charter para la alfabetización financiera en los barrios pobres para trabajar en una tienda de comida rápida... estamos retrocediendo (Chris Hedges, premio Pulitzer)

 "Otra oleada de despidos en los medios de comunicación está dejando sin trabajo a cientos de periodistas en algunos de los principales medios de comunicación de Estados Unidos, como CNN, LA Times, Vox, Business Insider, CNBC, Garnett y otros.

 En un panorama mediático ya de por sí sombrío, diezmado por décadas de caída de los ingresos, esta última ronda de recortes plantea serios interrogantes sobre el impacto que tendrá en nuestra sociedad la pérdida de tanto periodismo. Los periódicos cerraron a un ritmo de 2,5 por semana en 2023, frente a 2 por semana en 2022. 3.000 de los 9.000 periódicos de EE.UU. han cerrado permanentemente, y desde 2005, dos tercios de todos los periodistas han perdido su trabajo. La periodista ganadora del Pulitzer Gretchen Morgenson se une a The Chris Hedges Report para hablar de la crisis de los medios de comunicación, parcialmente tratada en su libro These Are the Plunderers: How Private Equity Runs-and Wrecks-America.
(Producción del estudio: Adam Coley, Cameron Granadino. Postproducción: Adam Coley, Kayla Rivara)

Chris Hedges:  El panorama de los medios de comunicación en los EE.UU. se está derrumbando a medida que los medios de comunicación a nivel nacional, estatal y local cierran o reducen personal. Un tercio de los periódicos del país han cerrado y dos tercios de sus periodistas han perdido su trabajo desde 2005. Una media de 2,5 periódicos cerraron cada semana en 2023, frente a 2 por semana en 2022. La diezma de los medios de comunicación locales es aún peor, donde el cierre de periódicos y los despidos han sido casi constantes. En las dos últimas décadas han cerrado casi 3.000 de los 9.000 periódicos del país, y 43.000 periodistas de prensa han perdido su empleo.

La sangría no hace más que acelerarse. Business Insider está eliminando el 8% de su plantilla. Los Angeles Times acaba de despedir a 120 periodistas, más del 20% de la redacción, tras suprimir 74 puestos el pasado mes de junio. La revista Time ha anunciado despidos inminentes, The Washington Post recortó 240 puestos de trabajo a finales del año pasado, Sports Illustrated ha sido destripada, y CNN, NPR, Vice Media, Vox Media, NBC News, CNBC y otras organizaciones han realizado enormes recortes de personal.

La cadena de prensa Gannett, propietaria de USA Today y muchos periódicos locales, ha recortado cientos de puestos. La última ronda de despidos se produce tras los peores recortes de empleo en el sector periodístico desde 2020, cuando la crisis de COVID supuso la eliminación de unos 2.700 puestos de trabajo. El consumo de noticias y entretenimiento por parte del público en la era digital ha convertido a muchas de las plataformas de medios tradicionales en dinosaurios. Pero a medida que desaparecen, también lo hace el núcleo del periodismo y la información, especialmente el periodismo de investigación. Las plataformas digitales, salvo contadas excepciones, no sostienen la cobertura repertorial, y menos a nivel local, uno de los pilares fundamentales de la democracia.

El dinero de la publicidad, que antaño sostenía la industria de los medios de comunicación, ha emigrado a las plataformas digitales, donde los anunciantes pueden dirigirse, con precisión, a los clientes potenciales. El monopolio que tenían los antiguos medios de comunicación para conectar a vendedores con compradores ha desaparecido. Los gigantes de las redes sociales y las búsquedas, como Google y Meta, acaparan gratuitamente los contenidos de los medios y los difunden. Los medios de comunicación suelen ser propiedad de empresas de capital riesgo o de multimillonarios que no invierten en periodismo, sino que cosechan y vacían los medios para obtener beneficios a corto plazo, acelerando la espiral de la muerte.

En el mejor de los casos, el periodismo hace que los poderosos rindan cuentas, pero a medida que las organizaciones de medios de comunicación disminuyen y los desiertos de noticias se expanden, la prensa, cada vez más anémica, también está siendo atacada por demagogos políticos y sitios que se hacen pasar por plataformas de noticias, noticias falsas, desinformación, rumores salaces y mentiras llenan el vacío. La sociedad civil está pagando el precio. Me acompaña para hablar de la crisis del periodismo Gretchen Morgenson, reportera financiera de la Unidad de Investigación de NBC News. Anteriormente trabajó para el Wall Street Journal y el New York Times, donde ganó un Premio Pulitzer. Su último libro es These Are the Plunderers: How Private Equity Runs and Wrecks America.

Muy bien, empecemos cuando ambos éramos jóvenes periodistas. Como he dicho antes, no quiero empezar este debate sin reconocer los defectos de la prensa comercial, que son muchos; usted y yo salimos de ella. En mi libro, Death of Liberal Class, cito a Sydney Schanberg, que también ganó el Pulitzer en Camboya, la gente puede ver esa historia en la película, The Killing Fields. Tenía una gran cita, dijo: «Puede que no siempre hayamos mejorado las cosas, pero evitamos que empeoraran». Y pensé que era un buen resumen. Pero como tú, estoy aterrorizado por lo que viene. Y esa pérdida de información, por muy limitada que haya sido, es absolutamente mortal para la sociedad civil y nuestra democracia.
Pero volvamos atrás y hablemos de lo que hacían los periódicos. Yo era corresponsal en el extranjero y usted era periodista de negocios. Quiero comparar eso con el vacío que ha ocurrido ahora. Hablemos, y volvamos a su propia experiencia como reportera, ¿qué es lo que hizo que contribuyó a la salud de nuestra sociedad abierta?

Gretchen Morgenson: Lo que siempre traté de hacer como periodista de negocios fue cuestionar la sabiduría convencional. Cubrir los negocios durante décadas fue un remanso. Estaba poblado de periodistas que habían sido expulsados de otras redacciones y que reescribían comunicados de prensa y se arrimaban a los ejecutivos de las empresas.

Chris Hedges:  Puedes ganarte bien la vida así.Se puede. Se puede. Pero yo entré en este negocio en los años 80, cuando las cosas estaban empezando a cambiar y los negocios se convirtieron en un tema mucho más central en las conversaciones de sobremesa. La gente solía tener pensiones, ahora, tienen que invertir su propio dinero ellos mismos. Necesitaban más información sobre cómo lo hacemos.

Chris Hedges:  Esto es a través de 401 (k) s.

Gretchen Morgenson: 401(k)s, etcétera. La democratización del mercado de valores estaba ocurriendo. Así que estaba montando esta ola de interés en la información empresarial. Pero mientras que hay muchos periodistas de negocios que sólo están interesados en escribir sobre los poderosos, los ricos, y cómo llegaron a ser así, lo que yo quería hacer era tratar de ayudar al individuo medio a entender a lo que se enfrentaba y ayudarle a ver la realidad del mundo de las finanzas, desmitificarlo, explicarlo de manera que fuera comprensible para ellos, y lo más importante, cuestionar la sabiduría convencional de la brillantez del CEO, por ejemplo, u otros temas o elementos de los negocios donde se veneraba a la gente. Eso no era lo mío y era muy importante despojarse de esas capas y mostrar a la gente lo que estaba pasando.

Chris Hedges:  Pero hiciste aún más que eso, Gretchen. Se trataba de hacer que esta gente rindiera cuentas.

Gretchen Morgenson: Hacerles rendir cuentas, hacer brillar la luz sobre los rincones oscuros, hacer brillar la luz sobre las prácticas que estaban llenas de conflictos, que les permitían aprovecharse de los inversores, aprovecharse de los trabajadores, y dar voz a las personas que generalmente no tienen voz. Siempre intentaba llegar al individuo y evitar a los directivos o a los consejeros delegados porque no me iban a decir nada importante. Muchas de mis mejores fuentes eran trabajadores que me llamaban; veían que pasaba algo en su empresa y me lo contaban porque no les parecía lo correcto. Así que, de nuevo, era ese periodismo de base, que usted conoce bien, y que hizo durante décadas sobre el terreno como corresponsal de guerra. La mejor forma de conseguir esas historias es con la gente sobre el terreno, en las trincheras, haciendo el trabajo. No vas a conseguir las historias de los directores generales.

Chris Hedges:  Sí. Yo solía decir, que en la guerra, cuanto más subes en el sistema de clasificación, más falsedad vas a encontrar. Por eso es mejor quedarse con los soldados rasos y los cabos primeros. Pero eso conlleva presiones, porque hay intereses poderosos a los que no les gusta. Y tenemos que reconocer que tenían influencia dentro de las organizaciones. Ambos trabajamos para el New York Times y usted para el Wall Street Journal. Hablemos de las presiones que pueden ejercer dentro de un medio comercial que necesita esos dólares de publicidad para funcionar.

Gretchen Morgenson: Bueno, hay un efecto amedrentador que intentan ejercer cuando uno se pone en contacto con una empresa con la historia. Siempre soy muy abierta con las empresas sobre las que escribo y con la gente sobre la que escribo, sobre cuál es mi tema, lo que estoy diciendo, lo que he oído, por qué estoy informando y por qué me pongo en contacto con ellos. Cuando esas ruedas empiezan a girar y entienden que va a ser una narración potencialmente crítica, un aspecto de mostrar un lado de su negocio que no quieren que salga a la luz, entonces empiezan a ejercer presión, envían cartas de abogados, atacan al reportero, atacan la información que el reportero ha obtenido de las fuentes, cuestionan las fuentes, etcétera.
Pero así es como funciona el mundo y tienes que ser capaz de enfrentarte a ello como reportero. Pero lo que es aún más importante, tienes que tener un editor que lo defienda contigo, y aquí es donde empezamos a ver algunas de las líneas divisorias. Es probable que todavía haya una serie de reporteros dispuestos a salir y conseguir la historia pase lo que pase. Pero, ¿tienen jefes que estén dispuestos a soportar la presión y seguir por ese camino? Esa es la cuestión.

Chris Hedges:  Bueno, estas organizaciones se han vuelto más anémicas, se han vuelto más cautelosas porque no quieren perder los menguantes dólares de publicidad que tienen. El gran teólogo Paul Tillich dijo: «Todas las instituciones, incluida la Iglesia, son inherentemente demoníacas». – Pero a pesar de sus muchos defectos, teníamos abogados. Había 19 abogados en la plantilla del New York Times, y creo que, cuando yo estaba en el periódico, nunca había habido una demanda que prosperara. Sin la superestructura de esa institución, gran parte de nuestra protección… Por ejemplo, si uno era periodista de investigación independiente, era mucho más vulnerable.

Gretchen Morgenson:  Absolutamente.

Chris Hedges:  Y esas instituciones son importantes en términos de crear una estructura organizativa que nos proteja.

Gretchen Morgenson: Sí. Sí. Pasé una buena parte de mi carrera en la revista Forbes, que era una publicación de negocios, y entonces, no tomaba prisioneros, llamaba a las cosas por su nombre, y celebraba a las buenas empresas y a los buenos directores generales, pero también criticaba a los demás.

Chris Hedges:  Y creo que tenías un editor, me lo mencionaste, tal vez mencionaste su nombre, pero hablaste de la importancia de un editor con ese coraje e integridad, y creo que ese fue el caso en Forbes.

Gretchen Morgenson: Sí. Su nombre era Jim Michaels. Era un viejo reportero de UPI que había publicado la historia del asesinato de Gandhi en la India años antes. Era duro. Era exigente. Era exigente. Era un cascarrabias, pero te apoyaba frente a las presiones de los directores generales. Recuerdo una vez que había hecho una historia sobre Time Warner y Steve Ross. Herb Siegel era la otra persona. Steve Ross era un CEO muy rico y dominante y no le gustó la historia y exigió que fuéramos a verlo. Y Jim Michaels dijo, no, maldita sea. Vas a venir a mi oficina si quieres hablar conmigo sobre esta historia. Así que es ese tipo de actitud y enfoque lo que me preocupa que ya no tengamos. No tenemos gente que esté dispuesta a enfrentarse a gente tan poderosa. Es más fácil no hacer esas historias, y eso es un problema.

Chris Hedges:  Siempre me sorprendió en el Times, entre los principales editores, el nivel de mediocridad. Usted y yo éramos dolores de cabeza para la dirección, que es lo que deberían ser los buenos reporteros. No voy a dar nombres, pero usted los conoce tan bien como yo. Pero siempre me quedaba de piedra. Y es que eran completamente obsecuentes con el poder de la institución y entendían lo que era bueno para sus carreras y ascensos, y que más allá de eso, no tenían mucho.

Gretchen Morgenson: Bueno, no olvides que se trata de personas que tal vez no eran muy buenos reporteros.

Chris Hedges:  Bueno, esa es la otra cosa. Tienes razón, es cierto.

Gretchen Morgenson: Tal vez no eran tan buenos reporteros. ¿Y cuál era su opción? Bueno, su opción era subir al palo grasiento si podían. Cuando eres un excelente reportero y tienes una gran historia, quieres continuar por ese camino. Quieres conseguir la siguiente y la siguiente y la siguiente. Pero si no eres un gran reportero, ¿qué opciones tienes? Bueno, puedes convertirte en editor.

Chris Hedges:  Correcto. Eso es. Una vez tuve un profesor en Harvard que llamaba a un ayudante de decano, «un ratón entrenándose para convertirse en rata».

Gretchen Morgenson: Divertidísimo. Es una frase genial, vaya.

Chris Hedges:  Resume la jerarquía de los periódicos. Son instituciones que hacen dinero. Te ascienden dentro de esas instituciones si saben que, al final, servirás en gran medida a la institución. Hay algunas excepciones, pero tu servicio no es, al final, para el reportero, es para el bienestar de la institución y el sustento de la institución, que se define en términos de precio de las acciones. Esa es la fría realidad. Y uno trabaja dentro de esas limitaciones.

Gretchen Morgenson:  Correcto. Así es. Así es.

Chris Hedges:  Estuve en el extranjero durante 20 años. Si estaba informando sobre un conflicto, por ejemplo, la guerra en la antigua Yugoslavia, donde no había un interés directo de EE.UU., a diferencia de cuando informaba en El Salvador o Nicaragua, o cuando informaba en Israel, tenía mucha más libertad. Podía escribir cosas sobre Slobodan Milosevic; prácticamente podía llamarle asesino genocida y nadie en el New York Times pestañearía. Pero si llegara a Gaza y empezara a escribir con la misma ferocidad contra Israel, oh, no podría. Así que me interesa saber, como periodista de negocios, si había ciertas zonas a las que se podía ir y otras en las que estaba más restringido.

Gretchen Morgenson: Nunca me he encontrado en una situación en la que me dijeran que no escribiera sobre algo o en la que una historia que ya había empezado a escribir fuera rechazada. Nunca me he encontrado en esa situación, por lo que estoy muy agradecida. El periodismo de negocios es un poco diferente del periodismo de guerra porque lo que está en juego en la zona de guerra es mucho más importante, mucho más alto. Y estás involucrado. La política está muy, muy involucrada en esas situaciones. Washington, eso es todo…

Chris Hedges:  Bueno, tienes bufetes de abogados corporativos.No es de vida o muerte como el periodismo de guerra. Simplemente no lo es, el periodismo de negocios. No lo sé. Nunca he tenido a nadie que me diga, no, no puedes escribir esa historia. Tal vez soy inusual en ese sentido, pero me contrataron para aportar un nivel de experiencia a la cobertura de Wall Street en el Times. No es que no tuvieran las piezas necesarias, sino que yo mismo había estado en Wall Street y había visto algunas de las prácticas y sabía dónde estaban enterrados los cadáveres, y había hecho algunos reportajes bastante serios en Forbes. El Times quería tener cierta seriedad en la cobertura de Wall Street, así que tal vez esa es la razón por la que no se cuestionó.

Chris Hedges:  Aunque usted fue cuestionado sobre el cambio, al final.

Gretchen Morgenson: Bueno, al final, hubo un nuevo editor de negocios que llegó…

Chris Hedges:  Ese es tu punto. Ese es tu punto.

Gretchen Morgenson: – Y dijo cosas poco entusiastas sobre algunos de mis…

Chris Hedges:  Oh, no, tienes que citar lo que dijo, no tiene precio. Adelante. Quiero decir, usted tenía posiblemente la columna de negocios más respetada del país. Incluso yo lo sabía y ni siquiera leo negocios. Así que empecemos por ahí. Pero, ¿cuál fue la respuesta de la editora? No tenemos que nombrarla, pero ¿qué dijo?

Gretchen Morgenson: – Dijo que le gustaba mi reportaje.

Chris Hedges:  Eso es malo… Sabes que estás en problemas cuando eso es… [risas]

Gretchen Morgenson:  Le gustó mi reportaje pero que la columna era de izquierdas y de opinión.

Chris Hedges:  Era una columna de opinión.

Gretchen Morgenson: Era una columna informativa. No era de opinión. Fue tan chocante para mí que esa fuera la percepción que no respondí en ese momento. Me dije, vale, interesante. Pero luego decidí que no iba a trabajar para esa persona porque cualquiera que hiciera ese comentario sobre el trabajo que yo había hecho durante 20 años en el Times, no voy a trabajar para esa persona.

Chris Hedges:  Correcto. Bueno, de todos modos dictan la sentencia de muerte.

Gretchen Morgenson: Sí.

Chris Hedges:  Lo siguiente que sabes es que estás en la reescritura nocturna.

Sí. O ganancias. Tengo que hacer las ganancias del New York Times cada trimestre.

Chris Hedges:  Sí. Hablemos de un par de las historias de las que se siente más orgullosa y explique por qué.

Gretchen Morgenson:  Bien. Bueno, una ocurrió durante la gran crisis financiera de 2008, que fue algo que pareció salir del campo izquierdo para mucha gente, pero que había estado construyéndose, construyéndose, construyéndose como hacen estas cosas, durante varios años. Fue la crisis hipotecaria. Se basó en demasiado dinero persiguiendo casas, gente volviéndose un poco loca y la maquinaria de Wall Street de agrupar hipotecas y vendérselas a la gente a pesar de que eran malas hipotecas. De todos modos, había mucho que cubrir, y era un momento fructífero para un periodista financiero porque estás explicando por qué había sucedido esto, cómo había sucedido y cómo había afectado a la gente. Y esta fue una situación en la que había seres humanos que, debido a que no podían pagar sus hipotecas porque las tasas de interés se dispararon después de un cierto período de tiempo –

Chris Hedges:  Bueno, debemos ser claros. Esas hipotecas subprime fueron vendidas por entidades que sabían que no iban a poder pagarlas. Y luego las descargaron tan rápido como pudieron. Correcto.

Correcto, correcto. Así que las personas que estaban atrapadas en esas hipotecas literalmente tenían sus muebles en la acera. Fueron expulsados de sus casas y sus hijos ya no podían ir a las escuelas donde estaban. Y estas fueron tragedias reales. Así que escribir sobre eso era importante para mí. Y la respuesta del gobierno fue demasiado escasa y demasiado tardía. Intentaban ayudar a la gente a renegociar sus hipotecas. Realmente no funcionó. De todos modos, ya sabes cómo sucedió, ya sabes lo que pasó en esa situación.
Pero hubo una historia que ocurrió después de la quiebra de Lehman, después de que Bear Stearns fuera comprada por J.P. Morgan en marzo. Entonces Lehman quebró, y luego AIG quebró y tuvo que ser rescatada. AIG era una compañía de seguros por lo que era un poco diferente. No era un banco, no era una empresa de corretaje, no era una empresa de Wall Street que se había sobrepasado en las hipotecas, pero sin embargo, era la compañía de seguros más grande del mundo. Y así, por lo tanto, su fracaso iba a ser un gran problema.

Chris Hedges:  Y había asegurado las hipotecas subprime que no eran buenas.

Gretchen Morgenson: Tenía algunos seguros, sí, que había escrito estos derivados. Se había hecho la apuesta de que las hipotecas eran dinero bueno, no eran dinero bueno, y por lo tanto estaban en el gancho para ello. Pero yo quería entender este rescate. ¿Por qué el gobierno estaba rescatando a una compañía de seguros? Era inusual y era un montón de dinero. Era como $ 180 mil millones o algo así. Así que investigué y descubrí que se trataba de rescatar a Goldman Sachs, que habría estado en la cuerda floja y se habría enfrentado a un agujero de 5.000 millones de dólares en su balance si se hubiera permitido que AIG cayera por el precipicio. Así que este rescate de una compañía de seguros fue un rescate de Goldman Sachs. Y durante ese tiempo, el secretario del Tesoro era un ex ejecutivo de Goldman Sachs. Goldman Sachs –

Chris Hedges:  ¿Este es Rubin?

Gretchen Morgenson: – Esto fue… Oh, cielos, me vas a avergonzar.

Chris Hedges:  No, está bien.

Gretchen Morgenson:  De todos modos, Goldman Sachs tenía un término, eran conocidos como Government Sachs porque eran muy poderosos en el gobierno. Hank Paulson era su nombre.

Chris Hedges:  Así es, Paulson.

Gretchen Morgenson: Así que esto fue de interés periodístico que el gobierno estaba rescatando a una compañía de seguros, pero rescatando a Government Sachs, Goldman Sachs. Y así esta historia apareció en la primera página del New York Times. Fue literalmente un par de semanas después del rescate, así que esto es en tiempo real explicando esta situación entre bastidores. Recibí una llamada telefónica ese domingo. Fue un domingo que apareció en la primera página. Y recibí una llamada telefónica de Timothy Geithner, que era el jefe de la Fed de Nueva York, que luego se convirtió en el secretario del Tesoro bajo Obama. Y me llamó para decirme que la historia, que había engañado a mis lectores al escribir esa historia, que Goldman Sachs no estaba en peligro en absoluto por una quiebra de AIG, y que esto era muy malo para Goldman. Les estaba haciendo quedar mal.

Y le pregunté ¿cómo sabes que Goldman Sachs no estaba en peligro por esto? Y él dijo, bueno, estaban cubiertos, su posición estaba cubierta. Ahora lo que eso significa en la jerga financiera es que tenían algún tipo de inversión que cancelaría el problema que enfrentaban si AIG se plegaba. Eso es una cobertura contra lo que sea. De todos modos, dije, interesante. Dije que si la compañía de seguros más grande del mundo cae por un precipicio, no estoy seguro de que esas coberturas se hubieran mantenido adecuadamente. ¿Has examinado quiénes eran sus contrapartes? ¿Quiénes eran las personas en el otro lado de esas inversiones, las coberturas? Bueno, no, no las examiné, pero Goldman me dijo que estaban cubiertas.

Así que estaba diciendo que la tesis de mi artículo era errónea, que no se enfrentaban a un agujero de 5.000 millones de dólares, y que no era un rescate de Goldman Sachs. Y él estaba criticando la historia y fue a mi jefe, y estoy seguro de que el jefe de mi jefe. Resulta que una investigación del Congreso de Goldman Sachs estaba de hecho en el gancho por $ 5 mil millones y el rescate fue realmente sobre eso. Pero la idea de que me llamara por teléfono el jefe de la Reserva Federal de Nueva York, que luego se convirtió en secretario del Tesoro, para decirme que había engañado a mis lectores, fue un momento interesante. Más tarde me enteré de que el director financiero de Goldman Sachs lo había puesto a ello, y le había pedido a Timothy Geithner que me llamara y me leyera la Ley Antidisturbios y tratara de echar tierra sobre el informe.

Chris Hedges:  Lo que es interesante es que lo que están tratando de hacer es desacreditar tu trabajo, y sobre todo si sigues haciendo ese tipo de trabajo, empujarte fuera. He visto ese tipo de presión ejercida sobre buenos reporteros que informaban sobre hechos reales y que son expulsados y más tarde nos enteramos de que tenían razón. Es un fenómeno que ocurre. Lo he visto varias veces. Así que eso es parte de la presión. Y si juegas el juego, si reescribes esos comunicados de prensa, estarás cenando con Geithner o Hank Paulson o quien sea. Esos son los «periodistas» que se sientan en las mesas junto a nosotros en la redacción.
Así que hablemos del declive y de adónde hemos ido a parar con todos los pecados, cualesquiera que sean, de la vieja industria periodística. No estamos en un lugar mejor. Así que viste Craigslist, el 40% de los ingresos de los periódicos eran anuncios clasificados. Eso desapareció. Así que eso fue un golpe del 40% allí mismo. Luego el auge de los medios digitales donde todos tienen nuestro perfil, pueden dirigirse a nosotros directamente, no necesitan una organización de noticias para dirigirse a nosotros. Los anuncios impresos han caído. El New York Times ha logrado sobrevivir, aunque no están haciendo el dinero que solían hacer. Creo que tienen 10 millones o algo así de suscriptores digitales. Eso no ocurre en otros periódicos, incluido el Washington Post. Pero empecemos por las noticias locales, porque son vitales, y están prácticamente colapsadas.

Gretchen Morgenson:  Absolutamente.

Chris Hedges:  Y hablemos del papel que desempeñan los periódicos locales… Estas son comunidades pequeñas, tal vez sirven a tres o cuatro comunidades, pero cubren la junta escolar, cubren… Y han desaparecido por completo. Así que empecemos por ahí antes de hablar de la prensa nacional.

La evisceración de los medios locales es una situación terrible. Había un periódico de Virginia Occidental que estaba a la vanguardia, por ejemplo, de la cobertura de la crisis de opioides, y ganó un Premio Pulitzer por esta cobertura. Salieron y encontraron estas fábricas de píldoras y descubrieron que estas personas estaban prescribiendo el equivalente de –

Chris Hedges:  Permítanme explicar cómo funciona un molino de píldoras; Un médico llegará a una ciudad – escribo sobre ello en Días de Destrucción, Días de Revuelta – Y se sienta detrás de un escritorio. Solía ver las colas en Virginia Occidental. Hay una cola gigante fuera, entras, les das 50 dólares en efectivo, y te hacen una receta para OxyContin, a la que mucha gente era adicta. Eso es una fábrica de pastillas. Y ese doctor se va con miles de dólares por escribir recetas todo el día.

Gretchen Morgenson: – Así que este periódico analizó el número de píldoras que se prescribían en estos pueblos de Virginia Occidental y era algo astronómico, como 8.000 por persona al día o algo así. Así que fue un gran trabajo, ese es el tipo de trabajo que no vamos a ver. Y estos son vacíos, estos son agujeros que ni siquiera se puede saber lo malo que es, porque significa que usted sabe que hay gente haciendo travesuras en la legislatura o en la junta escolar o en el ayuntamiento, y no están siendo vigilados, y no se les pide que rindan cuentas. Es una receta para el desastre, y no sé cómo va a cambiar.

Chris Hedges:  Es interesante, estaba leyendo acerca de las asambleas electorales de Iowa. Tradicionalmente, los candidatos pasaban mucho tiempo con los periódicos locales de Iowa y podían plantear cuestiones de interés para la comunidad. Pero ahora, con la muerte de esos periódicos, o la pérdida significativa de circulación, he leído que los candidatos ni siquiera se molestan. Es mucho más beneficioso para su campaña salir en Fox o CNN o lo que sea. Ni siquiera se preocupan por la prensa local.

Interesante. Bueno, entonces eso significa que no van a conocer los problemas que esta comunidad necesita que aborden. Si un político quiere hacer lo correcto, no sabrá lo que tiene que hacer.

Chris Hedges:  Así que cuando los periódicos cayeron en declive, cortaron los aspectos más caros del periodismo. Cuando comencé en los años 80, los grandes periódicos regionales como The Boston Globe, The Philadelphia Inquirer, e incluso el Baltimore Sun, no sólo tenían secciones extranjeras, sino también correspondencia extranjera. No tantas como el Times, pero las tenían. Creo que The Inquirer tenía seis, lo mismo que The Globe. Eso está terminado. Y la otra es el periodismo de investigación. Y usted y yo hemos hecho periodismo de investigación; no es una habilidad que se adquiera rápidamente y eso me preocupa enormemente porque quieren un reportero que vaya a producir tres o cuatro historias al día para llenar el… Así que hablemos del periodismo de investigación, del papel que desempeña en nuestra sociedad, de su importancia y de las consecuencias de su pérdida.

Gretchen Morgenson: No creo que se puedan exagerar las consecuencias de su pérdida. Se trata de iluminar los rincones oscuros y arrojar luz sobre el mal comportamiento. Se trata de todas esas cosas que la gente necesita entender y que afectan a sus vidas cada día, pero no lo saben. Así que tú, como reportero, como periodista, tienes el trabajo de contarles lo que está pasando, de mostrarles cómo les afecta, de mostrarles cómo las actividades de los políticos corruptos les perjudican y aumentan sus costes o destripan la escuela a la que van sus hijos o lo que sea. Es muy importante que la gente entienda de qué van las presiones sobre sus vidas. Eso es lo que el periodismo de investigación puede ayudar a ver. Y si no lo tenemos, entonces no van a entender el mundo en el que viven.

Chris Hedges:  Me pregunto hasta ese punto, y usted plantea esto en su libro, Los saqueadores, que la gente sabe que algo está mal. Estas no son las empresas de capital privado, ahora, son una especie de saqueo del país. La gente sabe que algo va mal pero no sabe muy bien qué es y esto lo agrava. ¿Y hasta qué punto eso da pábulo a una figura como Trump?

Gretchen Morgenson: Eleva absolutamente a una figura como Trump, porque puede aprovechar esa incertidumbre. Puede aprovechar ese «no sé por qué estoy disgustado, pero estoy disgustado». Hay una razón por la que lo está. Bueno, la razón es porque no puedes poner comida en la mesa o tu pensión ha sido destripada o tus costes sanitarios están por las nubes. Todas estas son cosas que presionan la vida cotidiana de la gente y si no entiendes esas presiones, de dónde vienen y quién las está ejerciendo sobre ti, entonces vas a tener esta nebulosa preocupación, inquietud e intranquilidad sobre tu vida. Y aquí viene un demagogo que te dice: «Voy a mejorar las cosas para ti. Voy a arreglar todo eso. Estas élites de aquí te están causando problemas. Voy a hacer que desaparezcan. Voy a deshacerme de ellas. Será capaz de llenar un vacío porque dirá esto es lo que os está enfermando y voy a arreglarlo.

Chris Hedges:  Pero también alimenta las teorías de la conspiración porque algo está mal, pero está detrás de la pared. No entiendes la maquinaria. Sólo sabes que algo está mal.

Gretchen Morgenson: Esto es circular porque a menudo, hay algo mal y a menudo, es algo mal dentro de un gobierno, por ejemplo. Pero esto alimenta esta noción del Estado profundo de que el gobierno está fuera para atrapar a todos, que el gobierno no puede hacer el trabajo, y que una industria privada será más capaz de hacer el … Es una cosa circular. Se alimenta de esa noción con seguridad.

Chris Hedges:  Así que una de las cosas que ha sucedido en la industria de las noticias desde que usted y yo empezamos es el aumento de los chismes de celebridades como noticias. Recuerdo que cuando la princesa Di murió en París, al editor del Times, Joe Lelyveld, le preguntaron por qué la cobertura fue tan mínima. El editor anterior puso televisores en la sala de redacción, los sacó todos. Y entonces dijo, oh, no tan mínima. Creo que hicimos demasiado. Eso ciertamente ha cambiado. Y me pareció muy corrosiva esa fusión de entretenimiento y noticias, y me preguntaba si podría hablar de ello.

Gretchen Morgenson: Bueno, yo soy periodista de negocios, y donde veo que eso entra es en la celebración de los CEOs. Y los CEOs son las celebridades en los negocios…

Chris Hedges:  Es como Bezos y estas cifras. Sí, sí, así es.

Gretchen Morgenson: – Informes. Así que mantener a estas personas como genios y no cuestionarlos, eso es muy corrosivo. Tienes toda la razón. Yo no cubro el mundo del entretenimiento, así que no presto atención a eso. Pero veo que ocurre lo mismo con la idea de que hay que alabar y venerar a estas personas en lugar de cuestionarlas y pedirles cuentas por lo que hacen. Es casi como si el hecho de que hayan ascendido a esta posición de poder y todo el dinero que conlleva les aislara de cualquier tipo de investigación, de cualquier tipo de preguntas o de escepticismo. Y hay muchos periodistas que se lo creen. Bueno, son un CEO. ¿Por qué debería cuestionar lo que están haciendo?

Chris Hedges:  Quieren tener acceso a ellos.

Quieren tener acceso a ellos. Quieren ser invitados a la fiesta. Yo no quiero que me inviten a la fiesta.

Chris Hedges:  No, yo tampoco. Pero ellos sí. Y yo solía ver eso en Washington.

Gretchen Morgenson: Washington es otro nivel de ese juego.

Chris Hedges:  Es un pantano de todo, incluido el periodismo.

Gretchen Morgenson: Estoy tan contenta. Todos los días cuento mis estrellas de la suerte de no ser periodista política.

Chris Hedges:  Cuando vas a la Casa Blanca no tienes que tomar notas porque cada palabra que pronuncia el presidente te la imprimen y te la dan. Es un trabajo horrible. No eres más que un taquígrafo y puedes viajar en un gran avión y presentar a tu madre al presidente o algo así. Nunca me sorprendió que alguien quisiera hacerlo. Pero creo que es eso; hay un elemento dentro de la prensa que siempre ha querido estar dentro de ese círculo de poder, ese círculo de celebridad, y eso siempre ha distorsionado la información de Washington durante décadas y décadas.

Gretchen Morgenson:  Y ahora tal vez hay más de eso porque hay menos de lo otro; hay menos inversión en reportajes de investigación y por eso la balanza parece inclinarse hacia eso.

Chris Hedges:  En la introducción, estoy hablando del colapso de los medios nacionales y el Washington Post está en serios problemas. Los periódicos que aún existen han recortado sus oficinas en Washington. Hay muy, muy pocos periodistas. Y eso es importante porque digamos que eres de The Philadelphia Inquirer – que una vez fue un importante periódico regional – Vas a centrarte en cuestiones en Washington que afectan a los residentes de Filadelfia o Pensilvania. Eso ya no se hace. Así que hablamos sobre el colapso de las zonas rurales.

¿Cuáles son las consecuencias del colapso de la prensa nacional? Y debemos ser claros, estos periódicos, como si hace 20-30 años compraras el dominical Philadelphia Inquirer, estás hablando de un periódico de cinco libras. Hablas de 750 reporteros y editores. Eran grandes empresas periodísticas. Eso ya no existe. Estos periódicos son una cáscara de lo que fueron. El personal ha sido destripado. Hablemos de las consecuencias a nivel nacional.

Gretchen Morgenson: Bueno, piénselo en términos de Washington. La superestructura de Washington está formada por las agencias reguladoras, el Departamento de Defensa y los servicios sanitarios y humanos. Son entidades gigantescas que hay que cubrir y comprender. Afectan a la vida de todos en todo el país. Y si no se cuenta con personas sofisticadas, informadas y agresivas para cubrirlas, se les dejará hacer lo que les plazca, lo que tendrá enormes repercusiones para la gente. Va a repercutir en su salud, en sus pensiones, en su futuro, en la vida de sus hijos. En todos los ámbitos. Y si no tienes periodistas cuestionando lo que está pasando en estas enormes agencias y en la Casa Blanca, entonces, oh, Dios mío, da miedo.

Chris Hedges:  Digamos que cubres el Pentágono o el Departamento de Energía. Necesitas un conjunto de conocimientos. No puedes llegar volando y hacerlo; se necesitan años para entender realmente e informar bien. Estamos perdiendo ese sentido de la experiencia, especialmente con los recortes de personal, porque cuando las organizaciones de noticias hacen compras, compran a los que tienen más experiencia.

Gretchen Morgenson:  Correcto. Los que tienen más experiencia son los más caros, y por eso son los primeros en desaparecer. Me siento muy mal por los jóvenes reporteros que empiezan, porque se aprende de la gente que ya tiene experiencia.

Chris Hedges:  Yo lo hice.

Gretchen Morgenson: Todo el mundo va a cometer errores, no hay duda de ello, pero es muy útil tener la experiencia de un reportero sofisticado en una sala de redacción. Puedes decir, oye, ¿qué piensas de esto? ¿Puedes ayudarme con una fuente? Es una colaboración, pero aprender a hacer ese trabajo, no sé cómo lo van a hacer si muchas de estas personas que son capaces y expertas en ello ya no están.

Chris Hedges:  ¿En qué medida esto permite esencialmente que las llamadas noticias falsas, y las teorías de la conspiración, reinen libremente en el panorama de los medios de comunicación?

Gretchen Morgenson: Abre la puerta a un tremendo aumento de ese tipo de historias. Pero también forma parte de ello esta burla de los medios de comunicación reales, que es muy perjudicial y muy peligrosa, cuando se tiene al presidente de EE.UU. diciendo que los medios de comunicación son el enemigo del pueblo. Eso es espeluznante y aterrador.

Chris Hedges:  ¿Crees que tanto Matt Taibbi como Glenn Greenwald, por ejemplo, culpan a los medios de comunicación? Hay algo de mérito en su argumento en términos de que a medida que las cosas se han vuelto más terribles dentro de la industria, nos hemos vuelto menos agresivos. Creo que es cierto, pero ¿hasta qué punto son culpables los medios de esa animadversión del público?

Gretchen Morgenson: Caramba, creo que es algo compartido. No sé si es 50-50, no sé si es 75-25, pero los medios cometen errores. Parte del trabajo es difícil de asumir. Por ejemplo, si hay una tragedia, los periodistas le ponen micrófonos en la cara a la gente y le dicen que cómo se sintió al ver morir a su hijo, o lo que sea. Hay aspectos desagradables en el negocio de las noticias que sin duda pueden desanimar a la gente. Pero es importante conocer los hechos y…

Chris Hedges:  Me pregunto también, con el tipo de silo de los medios de comunicación solía ser que estas grandes organizaciones de medios de comunicación trataban de llegar a un público amplio. Eso se acabó. Matt Taibbi escribió un buen libro sobre ello llamado Hate Inc. Por ejemplo, el New York Times, cuyo servicio digital despegó durante el Rusiagate. Sus lectores odiaban a Trump, alimentaban la narrativa del Rusiagate -y todo el mundo debería leer la brillante investigación de 20.000 palabras de Jeff Gerth sobre la historia del Rusiagate en Columbia Journalism Review-, pero había un incentivo económico para seguir alimentándola porque era lo que quería ese grupo demográfico que se suscribía al New York Times.

Yo había escuchado su podcast llamado El Califato. Después de haber pasado siete años en Oriente Medio, me olí una rata a los cinco minutos. Como lo haría cualquiera que haya pasado mucho tiempo en Oriente Próximo. ¿Hasta qué punto ha corroído eso la credibilidad? MSNBC era incluso peor que el Times en cierto sentido, debido al nuevo modelo económico y a que han recibido tantos golpes, estas organizaciones de medios de comunicación están demasiado dispuestas a satisfacer lo que quieren sus lectores o telespectadores.

Gretchen Morgenson: – Es un gran problema y es muy difícil medir el impacto porque uno piensa en los viejos tiempos cuando uno leía un periódico de interés general y obtenía un amplio espectro –

Chris Hedges:  Bueno, esa es la otra cosa. Es cierto. Obtendrías diferentes…

Gretchen Morgenson: – Obtendrías diferentes puntos de vista, obtendrías información diferente, y tal vez no leerías toda la historia, pero verías el titular y te harías una idea de lo que se trata. Estarías informado sobre algo que no te interesa, que normalmente no te interesa, etc., pero ampliaría tu comprensión del mundo y de su funcionamiento. Eso es importante. Se ha ido. Si estás hablando de gente que va al mercado de «Odio a Donald Trump» y continúa…

Chris Hedges: – O «Amo a Donald Trump».

Gretchen Morgenson: – O «Amo a Donald Trump» y continúan alimentando eso, no estás expandiendo sus mentes, ¿verdad? No estás aumentando su comprensión del mundo. Pero es muy difícil medir cuál es esa pérdida. Es una pérdida a la que no se le puede poner una cifra, pero es enorme e importante.

Chris Hedges:  ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué está pasando en términos de periodismo?

Gretchen Morgenson: Dios, no tengo una bola de cristal sobre esto. Creo que va a peor. Hay todo tipo de gente hablando de lo que se puede hacer, ¿debería intervenir el gobierno? Creo que es una mala idea. ¿Tal vez convertirse en entidades más pequeñas que sirven a un público que está dispuesto a pagar más dinero por –

Chris Hedges:  Pero entonces un problema es un muro de pago. Barbara Ehrenreich dijo, quieres ser periodista, entonces vas a tener que aceptar ser pobre. Nosotros éramos privilegiados en el sentido de que ninguno de los dos ganaba mucho dinero, pero ciertamente teníamos unos ingresos de clase media con pensión y prestaciones sanitarias. No veo cómo los verdaderos periodistas, las personas que quieren hacer periodismo van a ser capaces de replicar eso.

Gretchen Morgenson: – Me temo que podríamos estar entrando en una nueva era oscura en la que se retrocede porque no se es iluminado por los medios de comunicación.

Chris Hedges:  Bueno, creo que eso es cierto. Pero no es sólo el colapso del periodismo, es el colapso de la educación. Usted escribe acerca de las empresas de capital privado que están ejecutando estas escuelas charter, que es todo acerca de la memorización y la alfabetización financiera suficiente en los barrios pobres para trabajar en una tienda de comida rápida. Sí, creo que es cierto. Desafortunadamente, tengo que estar de acuerdo contigo en eso.

Gretchen Morgenson: Si estamos retrocediendo, eso es algo muy malo. Espero que haya un punto en el que se detenga y alguien encuentre una manera de arrojar luz sobre ello de nuevo y llevarnos de vuelta a un lugar y un momento en el que nos estemos educando a nosotros mismos y aprendiendo y comprendiendo e iluminando."

(Chris Hedges, periodista ganadora del Premio Pulitzer, Gretchen Morgenson, SCHEERPOST, 17/02/24; traducción DEEPL, enlaces en el original)

5/2/24

Branko Milanovic: A todos los periódicos que amaba... Soy uno de los últimos mohicanos que lee las noticias impresas... Una amiga me dijo que hacía años que no veía a nadie leyendo un periódico en el metro de nueva York... en Moscú, reté a mi amigo ruso a encontrar un solo quiosco de periódicos en una ciudad de trece millones de habitantes. No pudo... Uno de los pocos países que resiste el embate de la impresión digital y donde todavía se pueden encontrar, cada día, todos los periódicos y revistas impresos, es España. Me gusta merodear por los quioscos, decidiendo qué tipo de letra, color y olor de periódico me gusta más. Luego cojo el periódico, lo abro, huelo su impresión y pienso que nada ha cambiado en cincuenta años

 "Siempre me gustaron los periódicos (impresos).

Antes no había que escribir "en papel". No había otros periódicos. Escribir "impreso" era redundante e incomprensible.

Pero ahora las cosas son distintas. Hoy hemos charlado (entre personas mayores) y hemos observado que en el metro de Nueva York ya nadie lee periódicos impresos. La gente escucha podcasts, mira sus teléfonos inteligentes, lee un ejemplar en papel de un libro (sí, también lo hacen), observa a los demás a su alrededor. Una amiga me dijo que hacía años que no veía a nadie leyendo un periódico en el metro.

A mí tampoco. Pero me encantan los periódicos impresos, y esta tarde, como hago dos o tres veces por semana, he ido a la tienda cercana a comprar el último ejemplar de "The Wall Street Journal" (cuesta cinco dólares). Me gusta no sólo por su contenido (que con la excepción de las páginas editoriales, donde sólo contratan a lunáticos para escribirlas) es excelente. Me encanta porque el olor del periódico es el mismo que recuerdo de hace muchos años.

Cuando era niño, había dos diarios en Belgrado. Uno se llamaba "Politika". Es el equivalente serbio del "New York Times". Fue fundado en 1904 por una rica familia liberal. Ha sobrevivido a todos los regímenes y ha sido y sigue siendo el "periódico de referencia". Siempre ha estado cerca del Gobierno, fuera cual fuera éste: monárquico, comunista, nacionalista, pero nunca un mero portavoz. Tiene un tipo de letra único, diseñado en su fundación y que no ha cambiado desde entonces.

 El otro diario era "Borba" (La Lucha), el periódico clandestino del proscrito Partido Comunista. Cuando dicho partido llegó al poder, el periódico se convirtió en diario y pasó a ser muy oficial. Muy poca gente lo leía, pero siempre estaba expuesto en las oficinas gubernamentales.

Mi familia lo compraba los domingos, cuando su cabecera se publicaba en rojo. Siempre que pienso en los domingos de antaño veo esas cinco grandes letras, todas en mayúsculas rojas.

Durante mi bachillerato en Bélgica, adoraba "Le Monde". Era lo mismo: el periódico de la clase dirigente pensante. No de la clase dirigente primitiva, ni siquiera de la clase dirigente conservadora. Sino de la clase dominante liberal y bienpensante. Pensaba que nunca podía equivocarse. Cuando veía un error o una errata, creía que estaba equivocado. "Le Monde" no podía equivocarse. Pero a veces lo hacía.

Sin embargo, era un gran periódico. Mis opiniones sobre la Unión Soviética estaban influidas por su corresponsal Jacques Amalric; como mis opiniones sobre China estaban influidas por un periodista de "Politika" extraordinariamente dotado de los años setenta, Dragoslav Rančić. El hecho de que medio siglo después aún pueda recordar fácilmente sus nombres, mientras que he olvidado muchos otros, dice algo de la atención casi religiosa con que los leía.

Cuando llegué a Inglaterra, me llamó la atención el tipo de papel (como: papel de verdad) y la impresión que se utilizaba: los periódicos siempre te manchaban las manos, y tenías que lavártelas prácticamente cada vez después de leer el periódico. Pensé que era una costumbre británica, mal entendida por los bárbaros. Pero pronto cambié de opinión. Debía de estar relacionado con el coste de la impresión. Sin embargo, no sé exactamente por qué sólo en Inglaterra he experimentado esto.

Mi primera noche en América fue en un hotel del aeropuerto de Nueva York, donde cogí un ejemplar de un tabloide neoyorquino, sin saber nada de los periódicos del Nuevo Mundo. Aún recuerdo el título que aparecía en toda la portada: "Policía de alto rango despedido". No podía creer que un periódico pudiera publicar un título tan irrespetuoso. En los periódicos que yo conocía, este tipo de noticias se enterraban en la página 4 (es decir, en una página par a la que la gente siempre presta menos atención) bajo el título "El jefe del departamento de policía de Nueva York liberado de sus funciones". La franqueza e irreverencia de los tabloides neoyorquinos me impresionó entonces y me sigue impresionando ahora. No les importa publicar "Trump es un chichón" o "Hillary, la deplorable". Cuando la escena política nacional se calienta, no hacen prisioneros: son directos, brutales. Los compro, de vez en cuando, cuando cojo Amtrak, sólo para disfrutar de su libertad de convenciones. No se trata de "All the news fit to print". A menudo, son las noticias no aptas para imprimir, pero precisamente por eso más importantes para imprimir.

Anwar Shaikh, el economista más izquierdista del mundo, me introdujo en "The Wall Street Journal". Le conocí en su despacho mientras escribía el monumental "Capitalismo: Competencia, conflicto, crisis". Me dijo que leía el WSJ porque dice la verdad sobre lo que ocurre en la economía. Me sorprendió entonces la aparente extrañeza de que el economista más izquierdista del mundo elogiara al diario más derechista del mundo. Pero Anwar tenía razón. Un diario económico tiene que ser, en la parte que trata de la vida real, lo más objetivo posible porque si difunde cuentos de hadas la gente que se los cree perderá dinero. Entonces ningún capitalista lo comprará. Porque no les gusta perder dinero. En la disyuntiva entre los cuentos de hadas y el dinero, eligen lo segundo. Otros diarios que apelan a la "pensée unique" no necesitan preocuparse por ese tipo de verdad elemental. Pueden inventarse cosas.

Soy uno de los últimos mohicanos que lee las noticias impresas. Solía comprar el "China Daily" en Nueva York y Washington por 25 céntimos, pero los quioscos que venden el periódico ya han cerrado en su mayoría. Creo que es porque el gobierno chino lo considera un despilfarro de dinero (es cierto que a veces los diarios no se "renovaban"; así que un jueves por la mañana el número más reciente sería el del lunes). Hace varios años, en Moscú, reté a mi amigo ruso a encontrar un solo quiosco de periódicos en una ciudad de trece millones de habitantes. No pudo. Pero por suerte en el hotel donde me alojaba distribuían el "Kommersant", una excelente versión rusa del "Financial Times".

Uno de los pocos países que resiste el embate de la impresión digital y donde todavía se pueden encontrar, cada día, todos los periódicos y revistas impresos, es España. Me gusta merodear por los quioscos, decidiendo qué tipo de letra, color y olor de periódico me gusta más. Luego cojo el periódico, lo abro, huelo su impresión y pienso que nada ha cambiado en cincuenta años."                

(Branko Milanović es economista especializado en desarrollo y desigualdad, Brave new Europe, 02/02/24; traducción DEEPL)

28/12/23

El coste de dar testimonio... Hay decenas de escritores y fotógrafos palestinos, muchos de los cuales han sido asesinados, que están decididos a hacernos ver el horror de este genocidio... Cuentan al mundo cómo es la guerra, cómo aguantan los que están atrapados en sus fauces de muerte, cómo hay quienes se sacrifican por los demás y quienes no, cómo son el miedo y el hambre, cómo es la muerte. Transmiten los llantos de los niños, los lamentos de dolor de las madres, la lucha diaria frente a la salvaje violencia industrial, el triunfo de su humanidad a través de la suciedad, la enfermedad, la humillación y el miedo... El mal no ha cambiado a lo largo de los milenios. Tampoco la bondad (Chris Hedges, premio Pulitzer)

 "Escribir y fotografiar en tiempos de guerra son actos de resistencia, actos de fe. Afirman la creencia de que un día -un día que los escritores, periodistas y fotógrafos quizá nunca vean- las palabras y las imágenes evocarán empatía, comprensión, indignación y aportarán sabiduría. No sólo narran los hechos, aunque los hechos son importantes, sino también la textura, el carácter sagrado y el dolor de las vidas y comunidades perdidas. Cuentan al mundo cómo es la guerra, cómo aguantan los que están atrapados en sus fauces de muerte, cómo hay quienes se sacrifican por los demás y quienes no, cómo son el miedo y el hambre, cómo es la muerte. Transmiten los llantos de los niños, los lamentos de dolor de las madres, la lucha diaria frente a la salvaje violencia industrial, el triunfo de su humanidad a través de la suciedad, la enfermedad, la humillación y el miedo. Por eso escritores, fotógrafos y periodistas son el blanco de los agresores en la guerra -incluidos los israelíes- para su aniquilación. Son testigos del mal, un mal que los agresores quieren enterrar y olvidar. Desenmascaran las mentiras. Condenan, incluso desde la tumba, a sus asesinos. Desde el 7 de octubre, Israel ha asesinado al menos a 13 poetas y escritores palestinos y al menos a 67 periodistas y trabajadores de los medios de comunicación en Gaza, y a tres en Líbano.

 Experimenté la inutilidad y la indignación cuando cubrí la guerra. Me preguntaba si había hecho lo suficiente o si merecía la pena arriesgarse. Pero sigues adelante porque no hacer nada es ser cómplice. Informas porque te importa. Haces que sea difícil para los asesinos negar sus crímenes.

Esto me lleva al novelista y dramaturgo palestino Atef Abu Saif. Él y su hijo Yasser, de 15 años, que viven en la Cisjordania ocupada, estaban visitando a su familia en Gaza -donde nació- cuando Israel comenzó su campaña de tierra quemada. Atef no es ajeno a la violencia de los ocupantes israelíes. Tenía dos meses durante la guerra de 1973 y escribe: "He vivido guerras desde entonces. Igual que la vida es una pausa entre dos muertes, Palestina, como lugar y como idea, es un tiempo muerto en medio de muchas guerras".

Durante la Operación Plomo Fundido, el asalto israelí a Gaza en 2008/2009, Atef se refugió en el pasillo de su casa de Gaza durante 22 noches con su mujer, Hanna, y sus dos hijos, mientras Israel bombardeaba y bombardeaba. Su libro "El dron come conmigo: Diarios de una ciudad bajo fuego", es un relato de la Operación Borde Protector, el asalto israelí de 2014 contra Gaza que mató a 1.523 civiles palestinos, entre ellos 519 niños.

"Los recuerdos de la guerra pueden ser extrañamente positivos, porque tenerlos significa que debes haber sobrevivido", señala con sorna.

 Volvió a hacer lo que hacen los escritores, como el profesor y poeta Refaat Alareer, que murió, junto con el hermano de Refaat, su hermana y sus cuatro hijos, en un ataque aéreo contra el edificio de apartamentos de su hermana en Gaza el 7 de diciembre. El Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos afirmó que Alareer fue atacado deliberadamente, "bombardeado quirúrgicamente en todo el edificio". Su asesinato se produjo tras semanas de "amenazas de muerte que Refaat recibió en Internet y por teléfono desde cuentas israelíes". Se había trasladado a casa de su hermana debido a las amenazas.

Refaat, cuyo doctorado versaba sobre el poeta metafísico John Donne, escribió en noviembre un poema titulado "Si debo morir", que se convirtió en su última voluntad y testamento. Ha sido traducido a numerosos idiomas. Una lectura del poema por el actor Brian Cox ha sido vista casi 30 millones de veces.

Si debo morir

tú debes vivir

para contar mi historia

para vender mis cosas

para comprar un trozo de tela

y unas cuerdas,

(que sea blanca y con una larga cola)

para que un niño, en algún lugar de Gaza

mientras mira al cielo a los ojos

esperando a su padre que se marchó en una llamarada

y no se despidió de nadie

ni siquiera a su carne

ni siquiera de sí mismo.

ve la cometa, mi cometa que tú hiciste

volando en lo alto

y piensa por un momento que un ángel está allí

trayendo de vuelta el amor.

Si debo morir...

que traiga esperanza

que sea un cuento.

 Atef, que una vez más se encuentra viviendo en medio de las explosiones y la carnicería de los proyectiles y bombas israelíes, publica tenazmente sus observaciones y reflexiones. Sus relatos son a menudo difíciles de transmitir debido al bloqueo israelí de Internet y del servicio telefónico. Han aparecido en The Washington Post, The New York Times, The Nation y Slate.

El primer día del bombardeo israelí, un amigo, el joven poeta y músico Omar Abu Shawish, muere, al parecer en un bombardeo naval israelí, aunque informes posteriores dirían que murió en un ataque aéreo cuando se dirigía al trabajo. Atef se pregunta por los soldados israelíes que lo vigilan a él y a su familia con "sus lentes infrarrojos y sus fotografías por satélite". ¿Pueden "contar las barras de pan que hay en mi cesta, o el número de bolas de falafel que hay en mi plato?", se pregunta. Observa a las multitudes de familias aturdidas y confusas, con sus casas en escombros, cargando "colchones, bolsas de ropa, comida y bebida". Se queda mudo ante "el supermercado, la casa de cambio, la tienda de falafel, los puestos de fruta, la perfumería, la tienda de dulces, la juguetería... todo quemado".

"Había sangre por todas partes, junto con trozos de juguetes de niños, latas del supermercado, fruta destrozada, bicicletas rotas y frascos de perfume hechos añicos", escribe. "El lugar parecía el dibujo al carbón de una ciudad abrasada por un dragón".

 "Fui a la Casa de la Prensa, donde los periodistas descargaban frenéticamente imágenes y redactaban informes para sus agencias. Estaba sentado con Bilal, el jefe de prensa, cuando una explosión sacudió el edificio. Las ventanas se hicieron añicos y el techo se desplomó sobre nosotros en pedazos. Corrimos hacia el vestíbulo central. Uno de los periodistas sangraba, golpeado por los cristales. Al cabo de 20 minutos, salimos a inspeccionar los daños. Me di cuenta de que las decoraciones del Ramadán seguían colgadas en la calle".

"La ciudad se ha convertido en un páramo de escombros y cascotes", escribe Atef, ministro de Cultura de la Autoridad Palestina desde 2019, en los primeros días del bombardeo israelí de la ciudad de Gaza. "Hermosos edificios caen como columnas de humo. A menudo pienso en la vez que me dispararon de niño, durante la primera intifada, y en cómo mi madre me contó que en realidad morí durante unos minutos antes de volver a la vida. Quizá pueda hacer lo mismo esta vez, creo".

Deja a su hijo adolescente con familiares.

"La lógica palestina es que, en tiempos de guerra, todos debemos dormir en lugares diferentes, de modo que si una parte de la familia es asesinada, otra parte viva", escribe. "Las escuelas de la ONU están cada vez más abarrotadas de familias desplazadas. La esperanza es que la bandera de la ONU les salve, aunque en guerras anteriores no ha sido así".

 El martes 17 de octubre escribe:

  "Veo acercarse la muerte, oigo sus pasos cada vez más fuertes. Acabemos de una vez, pienso. Es el undécimo día del conflicto, pero todos los días se han fundido en uno: el mismo bombardeo, el mismo miedo, el mismo olor. En las noticias, leo los nombres de los muertos en el teletipo de la parte inferior de la pantalla. Espero a que aparezca mi nombre.

    Por la mañana, suena mi teléfono. Era Rulla, una pariente de Cisjordania, que me decía que había oído que se había producido un ataque aéreo en Talat Howa, un barrio del sur de la ciudad de Gaza donde vive mi primo Hatem. Hatem está casado con Huda, la única hermana de mi mujer. Vive en un edificio de cuatro plantas en el que también viven su madre, sus hermanos y sus familias.

    Llamé a los alrededores, pero el teléfono de nadie funcionaba. Caminé hasta el Hospital al-Shifa para leer los nombres: Las listas de muertos se pegan a diario en el exterior de un depósito de cadáveres improvisado. Apenas podía acercarme al edificio: Miles de gazatíes habían hecho del hospital su hogar; sus jardines, sus pasillos, cada espacio vacío o rincón libre tenía una familia dentro. Desistí y me dirigí a casa de Hatem.

  Treinta minutos después, estaba en su calle. Rulla tenía razón. El edificio de Huda y Hatem había sido alcanzado sólo una hora antes. Ya habían recuperado los cadáveres de su hija y su nieto; la única superviviente conocida era Wissam, otra de sus hijas, que había sido trasladada a la UCI. Wissam había pasado directamente por el quirófano, donde le habían amputado las dos piernas y la mano derecha. El día anterior se había graduado en la escuela de arte. Tendrá que pasar el resto de su vida sin piernas y con una sola mano. "¿Y los demás?" pregunté a alguien.

    "No los encontramos", me contestaron.

    Entre los escombros, gritamos: "¿Hola? ¿Alguien nos oye?". Gritamos los nombres de los desaparecidos, con la esperanza de que alguno estuviera vivo. Al final del día habíamos encontrado cinco cadáveres, entre ellos el de un bebé de tres meses. Fuimos al cementerio a enterrarlos.

    Por la noche, fui a ver a Wissam al hospital; apenas estaba despierta. Al cabo de media hora, me preguntó: "Khalo [tío], estoy soñando, ¿verdad?".

    Le respondí: "Todos estamos en un sueño".

    "¡Mi sueño es aterrador! ¿Por qué?"

    "Todos nuestros sueños son terroríficos".

    Tras 10 minutos de silencio, dijo: "No me mientas, Khalo. En mi sueño, no tengo piernas. Es verdad, ¿no? ¿No tengo piernas?"

    "Pero dijiste que era un sueño".

    "No me gusta este sueño, Khalo."

     Tuve que irme. Durante 10 largos minutos, lloré y lloré. Abrumado por los horrores de los últimos días, salí del hospital y me encontré vagando por las calles. Pensé distraídamente que podríamos convertir esta ciudad en un plató de películas de guerra. Películas de la Segunda Guerra Mundial y del fin del mundo. Podríamos alquilarla a los mejores directores de Hollywood. El fin del mundo a la carta. ¿Quién podría tener el valor de decirle a Hanna, tan lejos en Ramallah, que su única hermana había sido asesinada? ¿Que habían matado a su familia? Telefoneé a mi colega Manar y le pedí que fuera a nuestra casa con un par de amigos e intentara retrasar que le llegara la noticia. "Miéntele", le dije a Manar. "Di que el edificio fue atacado por F-16 pero que los vecinos creen que Huda y Hatem estaban fuera en ese momento. Cualquier mentira que pueda ayudar".

Desde el cielo flotan octavillas en árabe lanzadas por helicópteros israelíes. Anuncian que cualquiera que permanezca al norte de la vía fluvial del Wadi será considerado colaborador del terrorismo, "lo que significa", escribe Atef, "que los israelíes pueden disparar en cuanto los vean". Se corta la electricidad. La comida, el combustible y el agua empiezan a escasear. Los heridos son operados sin anestesia. No hay analgésicos ni sedantes. Visita a su sobrina Wissam, atormentada por el dolor, en el hospital al-Shifa, que le pide una inyección letal. Dice que Alá la perdonará.

"Pero no me perdonará, Wissam".

"Voy a pedírselo, en tu nombre", dice ella.

 Tras los ataques aéreos, se une a los equipos de rescate "bajo el zumbido como de grillos de drones que no podíamos ver en el cielo". Un verso de T.S Eliot, "un montón de imágenes rotas", pasa por su cabeza. Los heridos y muertos son "transportados en bicicletas de tres ruedas o arrastrados en carros por animales".

"Recogemos trozos de cuerpos mutilados y los juntamos sobre una manta; encuentras una pierna aquí, una mano allá, mientras que el resto parece carne picada", escribe. "En la última semana, muchos gazatíes han empezado a escribir sus nombres en las manos y las piernas, con bolígrafo o rotulador permanente, para que puedan ser identificados cuando les llegue la muerte. Esto puede parecer macabro, pero tiene mucho sentido: Queremos que se nos recuerde, que se cuenten nuestras historias, buscamos dignidad. Como mínimo, nuestros nombres figurarán en nuestras tumbas. El olor de los cadáveres no recuperados bajo las ruinas de una casa siniestrada la semana pasada permanece en el aire. Cuanto más tiempo pasa, más fuerte es el olor".

Las escenas a su alrededor se vuelven surrealistas. El 19 de noviembre, día 44 del asalto, escribe:

 "Un hombre cabalga hacia mí con el cuerpo de un adolescente muerto colgado de la silla. Parece que es su hijo, tal vez. Parece una escena de una película histórica, sólo que el caballo está débil y apenas puede moverse. No ha vuelto de ninguna batalla. No es un caballero. Sus ojos están llenos de lágrimas mientras sostiene la pequeña fusta en una mano y la brida en la otra. Tengo el impulso de fotografiarle, pero de repente me asquea la idea. No saluda a nadie. Apenas levanta la vista. Está demasiado consumido por su propia pérdida. La mayoría de la gente utiliza el antiguo cementerio del campo; es el más seguro y, aunque técnicamente hace tiempo que está lleno, han empezado a cavar tumbas menos profundas y a enterrar a los nuevos muertos encima de los antiguos, manteniendo unidas a las familias, por supuesto."

El 21 de noviembre, tras los constantes bombardeos de los tanques, decide huir del barrio de Jabaliya, en el norte de Gaza, hacia el sur, con su hijo y su suegra, que está en silla de ruedas. Deben pasar por los puestos de control israelíes, donde los soldados seleccionan al azar a hombres y niños de la fila para detenerlos.

"Decenas de cadáveres están esparcidos a ambos lados de la carretera", escribe. "Pudriéndose, parece, en el suelo. El olor es horrible. Una mano se extiende hacia nosotros desde la ventanilla de un coche calcinado, como pidiendo algo, a mí en concreto. Veo lo que parecen dos cuerpos sin cabeza en un coche: miembros y partes preciosas del cuerpo tiradas y abandonadas a su suerte".

Le dice a su hijo Yasser: "No mires. Sigue andando, hijo".

 A principios de diciembre, un ataque aéreo destruye la casa de su familia.

"La casa en la que crece un escritor es un pozo del que sacar material. En cada una de mis novelas, cuando quería representar una casa típica del campo, evocaba la nuestra. Cambiaba un poco los muebles de sitio, cambiaba el nombre del callejón, pero ¿a quién quería engañar? Siempre era nuestra casa".

"Todas las casas de Jabalya son pequeñas. Están construidas al azar, al azar, y no están hechas para durar. Estas casas sustituyeron a las tiendas en las que vivían palestinos como mi abuela Eisha tras los desplazamientos de 1948. Quienes las construyeron siempre pensaron que pronto regresarían a las hermosas y espaciosas casas que habían dejado atrás en las ciudades y pueblos de la Palestina histórica. Ese regreso nunca se produjo, a pesar de nuestros muchos rituales de esperanza, como guardar la llave de la antigua casa familiar. El futuro sigue traicionándonos, pero el pasado es nuestro".

"Aunque he vivido en muchas ciudades del mundo y visitado muchas más, esa pequeña y destartalada morada fue el único lugar en el que me sentí como en casa", continúa. "Amigos y colegas siempre me preguntaban: ¿Por qué no vives en Europa o América? Tienes la oportunidad. Mis alumnos respondían: ¿Por qué has vuelto a Gaza? Mi respuesta era siempre la misma: 'Porque en Gaza, en un callejón del barrio Saftawi de Jabalya, hay una casita que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo'. Si el día del juicio final Dios me preguntara adónde me gustaría que me enviaran, no dudaría en decir: 'A casa'. Ahora no hay hogar".

Atef está ahora atrapado en el sur de Gaza con su hijo. Su sobrina fue trasladada a un hospital de Egipto. Israel sigue golpeando Gaza con más de 20.000 muertos y 50.000 heridos. Atef sigue escribiendo.

La historia de la Navidad es la historia de una mujer pobre, embarazada de nueve meses, y su marido obligados a abandonar su hogar en Nazaret, en el norte de Galilea. El poder ocupante romano les ha exigido que se inscriban en el censo a 90 millas de distancia, en Belén. Cuando llegan no hay habitaciones. Ella da a luz en un establo. El rey Herodes, que se ha enterado por los Magos del nacimiento del Mesías, ordena a sus soldados que cacen y asesinen a todos los niños menores de dos años de Belén y sus alrededores. Un ángel advierte a José en sueños que huya. La pareja y el niño escapan al amparo de la oscuridad y recorren 65 kilómetros hasta Egipto. 

A principios de los años ochenta estuve en un campo de refugiados guatemaltecos que habían huido de la guerra a Honduras. Los campesinos y sus familias, que vivían en la inmundicia y el barro, con sus aldeas y casas quemadas o abandonadas, decoraban sus tiendas con tiras de papel de colores para celebrar la Masacre de los Inocentes.

"¿Por qué es un día tan importante?". pregunté.

"Fue en este día cuando Cristo se convirtió en refugiado", respondió un campesino.

La historia de Navidad no se escribió para los opresores. Fue escrita para los oprimidos. Estamos llamados a proteger a los inocentes. Estamos llamados a desafiar al poder ocupante. Atef, Refaat y otros como ellos, que nos hablan a riesgo de morir, se hacen eco de este mandato bíblico. Hablan para que no callemos. Hablan para que tomemos estas palabras e imágenes y las mostremos a los principados del mundo -los medios de comunicación, los políticos, los diplomáticos, las universidades, los ricos y privilegiados, los fabricantes de armas, el Pentágono y los grupos de presión israelíes- que están orquestando el genocidio en Gaza. El Cristo niño no yace hoy sobre paja, sino sobre un montón de hormigón roto.

El mal no ha cambiado a lo largo de los milenios. Tampoco la bondad."         

(Chris Hedges, Premio Pulitzer, fue corresponsal extranjero durante quince años para The New York Times, donde se desempeñó como jefe de la oficina de Medio Oriente, Brave New Europe, 27/12/23; traducción DEEPL)

17/12/23

No digas “guerra contra Hamas”, di “masacre”: el libro de estilo de El Salto para informar sobre Palestina

 "Las palabras importan. Los términos elegidos pueden llegar a decir más que una información presentada con aparente neutralidad. Las palabras aportan marco, contexto, otorgan o quitan legitimidad y muestran el posicionamiento del medio. ¿Es “terrorista” una persona que dispara desde un edificio en ruinas en Gaza contra los tanques israelíes que avanzan sobre su ciudad?

Un medio crítico debe reflexionar sobre las palabras que utiliza. En este pequeño libro de estilo, desde la Redacción de El Salto hacemos un esfuerzo por señalar las expresiones y los términos que queremos evitar o, por lo menos, no utilizar sin una reflexión previa. Y también destacar aquellas fórmulas que resultan más ajustadas a la posición que El Salto quiere adoptar en el mayor ataque del Estado israelí sobre la población de Palestina de la historia y el mayor crimen de lesa humanidad de las últimas décadas.

Guerra contra Hamas

Aunque esta ofensiva israelí ha sido desencadenada por el ataque de Hamas del 7 de octubre, el trasfondo de esta masacre es la ocupación de los territorios palestinos. Y hace mucho que la operación israelí se ha convertido en una operación de venganza y castigo “cruel y desproporcionada”, según reconocen los propios ministros de Netanyahu, contra toda la población palestina, y no solo la de Gaza. No es correcto hablar de una guerra entre Israel y Hamas. Este partido islámico gobierna la franja desde 2006, al igual que la ultranacionalista y supremacista coalición de Netanyahu liderada por el Likud lo hace en Israel. Sería ridículo hablar de “guerra entre el Likud y Hamas”, decía Manu Levin en Canal Red. Sostener que el objetivo de la operación militar israelí es “acabar con Hamas” es pura propaganda y contradice las acciones y las intenciones declaradas por el propio Gobierno israelí.

Terrorista, atentados

Grandes medios españoles y extranjeros —al igual que buena parte de los países del mundo— llaman “terrorista” a Hamas y a otros grupos palestinos que luchan contra la ocupación israelí. En contraposición, el propio Papa Francisco ha dicho que lo que está haciendo Israel en Gaza “no es una guerra, es terrorismo”. 

El uso del término “terrorista”, tanto como sustantivo como adjetivo, marca la posición del medio en cualquier conflicto y deja en una segunda posición el relato de las acciones o las razones de uno u otro bando. La BBC británica prefiere el uso de los términos “militantes”, “milicianos” o “combatientes”. El Salto comparte esta visión y no utilizará la palabra “terrorista” ni para los grupos armados palestinos ni para la Fuerzas de Defensa de Israel ni para los ataques de los colonos. Tampoco utilizaremos la palabra “atentados” para los ataques israelíes o palestinos. En ambos casos, nos referiremos a los responsables de los ataques con sus nombres sin adjetivos relatando con hechos y fuentes contrastadas las violaciones a los derechos humanos cometidas.

Guerra, catástrofe humanitaria y masacre

Una guerra da a entender que hay dos o más bandos activos, con capacidad de ataque y/o defensa que están causando bajas o daños humanos o materiales considerables en su enemigo. En el caso de Palestina, no existe un Estado y un ejército organizado como tal y tras el ataque de Hamas, el número de víctimas israelíes se ha estancado y solo ha habido algunos cientos de soldados israelíes abatidos en su avance por la Franja de Gaza —aunque hay que tomar este dato con cautela, ya que la propaganda israelí está intentando minimizar el alcance de la resistencia palestina a la invasión y el número de bajas israelíes—.

Aunque la defensa de un territorio que está siendo ocupado podría entrar dentro de la categoría de guerra y hay que procurar no quitar agencia a Hamas y el pueblo palestino en la protección de su territorio, hablar de “guerra” sin mayor reflexión o intención nos puede llevar a un reflejo distorsionado de la realidad. El uso de la expresión “catástrofe humanitaria” lava las culpas del Estado de Israel y de sus aliados internacionales de las consecuencias de un operativo militar que no tiene nada de “natural”. 

Creemos que es mucho más ajustado hablar de masacre, matanza o incluso genocidio, limpieza étnica o campaña de exterminio. Nunca desde el nacimiento del Estado de Israel se habían producido tantos asesinatos de civiles en tan poco tiempo. Para no abusar del término “guerra” podemos hablar de “ofensiva israelí”, “operación de venganza”, “operación de castigo” o “invasión de Gaza”. Y si queremos utilizar el término “guerra”, sería interesante acompañarlo de algún matiz: “guerra contra Gaza” o “guerra contra la población palestina”.  A la hora de elegir estos términos conviene no olvidar que el ataque israelí también ha alcanzado Cisjordania, donde se han multiplicado los asesinatos y detenciones, y al sur del Líbano.

Para enmarcar y dar contexto a lo que está ocurriendo en Palestina, en El Salto preferimos hablar de “ocupación israelí” o apartheid, porque es Israel el Estado que somete a un pueblo con un uso de la fuerza totalmente desproporcional y con prácticas que suponen un apartheid contra la población palestina, como los checkpoints o el encarcelamiento de palestinos sin seguridad jurídica, que van más allá de la escalada de bombardeos que han realizado en las últimas semanas.

Muertes, asesinatos y bajas

Se pueden utilizar ambos, teniendo en cuenta que el término “asesinato” incluye un matiz condenatorio. Las muertes violentas de civiles a manos de grupos armados o cualquier ejército merecen condena por lo que se podría utilizar el término “asesinato”, pero también el de “muertes”, para evitar redundancias, eso sí, siempre con una referencia a quien ha provocado esa muerte (p. ej. “El ejército israelí causa 14.500 muertes en 50 días”). Tampoco es recomendable hablar de “bajas” en el lado palestino, ya que este término se utiliza para soldados muertos en conflicto.

Muerte de mujeres y niños

Hay que evitar en los recuentos de víctimas generales hablar de víctimas mujeres junto con las víctimas de niños y niñas (p. ej. “El ataque israelí ha provocado 200 muertos, un tercio de ellos mujeres y niños”). Lleva a una infantilización y pérdida de agencia de las mujeres —¿no puede haber mujeres que tomen las armas para enfrentar la ocupación israelí?—, a sugerir que la muerte de varones adultos es menos terrible y contribuye a afianzar la idea de que todo hombre palestino es un terrorista en potencia y por tanto su muerte está más que justificada. 

Esto no quita que se puedan hacer menciones o artículos concretos sobre cómo está afectando la ofensiva israelí en las mujeres o incluir un párrafo sobre el número de mujeres víctimas. El problema reside en los recuentos conjuntos entre mujeres y niños.

Evacuación

En El Salto no utilizamos la palabra “evacuación” para referirnos al desplazamiento de casi la totalidad de palestinos de Gaza que han perdido sus hogares o han huido por la amenaza de las bombas. Una evacuación es un proceso ordenado, voluntario y realizado con criterios humanitarios. Lo que está ocurriendo en Gaza solo puede describirse como un “éxodo forzado”, “desplazamiento” o “expulsión”, siempre indicando que se trata de una acción realizada bajo coacción, amenazas y violencia. 

Rehenes

La categorización de las personas cautivas entre “prisioneros” o “rehenes” supone una toma de partido de cualquier medio o declaración pública. Los medios suelen utilizar el concepto “prisionero”, “detenido” o “preso” cuando la detención se produce en el bando propio o aliado (en este caso Israel), al que se le otorga legitimidad. Esta terminología da a entender que estas personas fueron detenidas siguiendo los procedimientos judiciales y respetando los derechos humanos y procesales del detenido, cuando en el caso de los presos palestinos sabemos que muchas veces no es así. Por el contrario, los medios utilizan el término “rehén” cuando la detención la realiza el grupo o bando enemigo, independientemente de si tiene o no un poder estatal constituido. En términos estrictos, un rehén es una persona capturada para realizar un intercambio o conseguir algo a cambio de su liberación.

Sin embargo, el abuso de este término y la evidencia de que Israel también utiliza prisioneros palestinos para realizar intercambios, ha llevado a El Salto a la decisión de no utilizar el término “rehén” en ninguno de los dos casos. En su lugar hablaremos, en ambos bandos, de personas capturadas, detenidos o prisioneros. Hay que tener mucho cuidado con el uso del término “preso”, porque denota el cumplimiento de una condena o la purga de un delito que, tanto en el caso de los capturados por Hamas como los detenidos palestinos que se oponen a la ocupación israelí, es más que discutible. En el caso palestino, se puede utilizar el término “presos políticos”.

Tregua

Se conoce como “tregua” al cese temporal de hostilidades. Las acciones de Hamas tuvieron lugar el 7 de octubre y desde entonces el grueso de los ataques son de Israel, que está bombardeando y masacrando al pueblo palestino. Desde entonces, el uso de la fuerza por parte de la población y los grupos palestinos es meramente defensivo. Conviene no hablar de tregua cuando no hay ataques entre dos partes, no hay dos ejércitos bombardeando cada territorio y el uso de la fuerza entre ambas partes es totalmente desigual. Resulta más ajustado hablar de “alto al fuego temporal” o “suspensión de los ataques”. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que Hamas es un actor activo en el conflicto y, junto con otros grupos políticos y armados, están intentando frenar el avance del ejército israelí, aunque sus recursos son muy limitados y las bajas israelíes son ínfimas comparadas con las personas asesinadas entre la población palestina. 

Estado judío, ejército judío, gobierno judío, lobby judío

El Estado de Israel es laico por lo que sería incorrecto y peligroso utilizar los términos “Estado judío”, “ejército judío” o “Gobierno judío”. La palabra “judío” no es sinónimo de “israelí” y en El Salto preferimos la redundancia antes de identificar las prácticas de un gobierno y un Estado concreto con los millones de personas que practican el judaísmo o que se sienten enmarcados en la identidad judía en todo el mundo y que no concuerdan necesariamente con las política de apartheid y de exterminio del Estado israelí. La utilización de la palabra “sionista” (“el gobierno sionista”, “el Estado sionista”, el “lobby sionista”) sería más exacta si se quieren evitar redundancias excesivas, teniendo en cuenta que hay sectores minoritarios dentro de Israel que no se consideran sionistas. 

En esta y otras crisis no pretendemos ser objetivos ni contar “grandes verdades” sino poner en valor el punto de vista de los pueblos frente a los Estados y los ejércitos, de quienes sufren y luchan contra la opresión. Y para eso hay que sopesar no solo lo que decimos sino también cómo lo decimos. (...)"              ( Editorial El Salto, 12 dic 2023)