3/11/16

Los medios de comunicación crean realidades interesadas que pasan a denominarse opinión pública, pero escorada hacia la ideología de las elites dominantes

"(...) Se argumenta también que los medios de comunicación son libres para mantener su línea editorial limpia e independiente de contaminaciones externas. ¿Independiente de qué o quiénes? Un periódico, una emisora de radio o una cadena de televisión se debe a sus accionistas: ellos marcan sus preferencias políticas y el estilo del medio del que son dueños.

Antes que la libertad de expresión, una empresa se debe al beneficio de su objeto social, al dividendo capitalista y a su cuenta de resultados. Se falsea la realidad cuando se afirma que un medio de comunicación solo busca la verdad. 

Más acertado sería decir que su verdad comunicativa siempre está distorsionada por los intereses de sus amos. De ese maridaje complejo surgen equívocos fundamentales para la comprensión de la realidad social, política y económica de cualquier país.

En suma, de la colisión entre libertad de expresión y libertad de empresa lo que queda es un producto elaborado para consumo de la masa, mercancía comunicativa de cierta textura que suele contar tanto como oculta: indica lo que no puede causar daño a sus dueños mientras que elude el contexto y las razones del relato que traslada a sus lectores, oyentes o televidentes. 

No es excesivo asegurar que los medios de comunicación crean realidades interesadas que debidamente aderezadas pasan a denominarse opinión pública, mayoritariamente escorada hacia la ideología de las elites dominantes.

Como dijera Noam Chomsky es más fácil manipular en democracia que en una dictadura: en el primer sistema resulta más complicado identificar a los adversarios o enemigos políticos, que tienden a refugiarse de la luz solar bajo un manto, discurso o barniz ecléctico o populista de difícil interpretación crítica y ponderada.

Los que mandan en España

Un somero análisis de los mass media españoles, sin profundizar en las ramificaciones entre sociedades anónimas y fondos de inversión o buitres internacionales que anidan en multitud de consejos de administración, nos descubre que Telefónica, Caixabank y Banco Santander son dueños del 27 por ciento en total del Grupo Prisa (El País y Cadena SER).

La sociedad que controla El Mundo está participada en un 90 ciento por RCS Media Group (el 20 por ciento de su capital en manos de FIAT), que edita los famosos diarios Corriere della Sera y La Gazzeta dello Sport.

ABC pertenece a Vocento, en cuyo accionariado se sientan diferentes integrantes de la familia Ybarra (siderurgia vasca vinculada al BBVA), que tienen un 17 por ciento de interés directo en el diario monárquico.

El magnate Silvio Berlusconi es dueño mayoritario de Cuatro y Telecinco y el rotativo La Vanguardia está dominado por un Grande de España, el tercer Conde de Godó.

Apuntar igualmente que el Grupo Planeta, a través de Atresmedia y otras sociedades menores, marca las pautas editoriales de La Sexta, Antena 3, Onda Cero, La Razón y El Periódico de Catalunya.

El clan Lara, mediante un conglomerado mediático tan heterogéneo, ha sabido crear un nicho de izquierdas dirigido a un público específico, prácticamente exento de contenidos propios, haciendo de La Sexta un referente distintivo en cuanto a su aparente y eficaz pluralismo informativo.

Ese oasis que rompe el bipartidismo PP-PSOE tradicional lo contrarresta con absoluta eficiencia mediante sus otros productos informativos. Estamos ante una estrategia comunicativa de una gran inteligencia corporativa.

Por último RTVE, la cadena pública por excelencia, un predio privado del PP.

La inmensa mayoría de la gente busca la información por los cauces antes reseñados. La opinión pública en gran medida toma cuerpo y consistencia de las noticias vertidas por estos medios y por las opiniones e intereses de sus dueños en la sombra. La realidad que percibimos mucho tiene que ver con las informaciones que nos dan los mas media mencionados.

Es evidente que la democracia va más allá del mero hecho de introducir una papeleta en la urna. Desde que nuestro voto viaja del pensamiento privado hasta el conducto democrático, muchas ideas y prejuicios se han ido formando merced a las informaciones que nos han servido los medios de comunicación más fuertes y con mayor presencia en el mercado.

Una gran paradoja se presenta ante nuestra mirada. Las únicas instituciones de calado que no son democráticas son las empresas, sean del tamaño que sean. En ellas, tanto tienes (capital, créditos), tanto vales (beneficio, dirección). Y nadie dice nada, ante un hecho tan escandaloso y antidemocrático.

De esas colosales corporaciones salen las directrices que moldean la realidad social y la opinión pública y los dedos acusadores o el beneplácito y las financiaciones irregulares que quitan y ponen líderes en los partidos afines a sus tesis e intereses particulares. 

A los trabajadores solo les resta acatar órdenes o irse al paro (como a los demás de otros sectores laborales). Para saber más sobre estos y otros tejemanejes mediáticos sería saludable darse una vuelta por el libro de Pascual Serrano, Desinformación, cómo los medios ocultan el mundo.

La supuesta virginidad rota de Pedro Sánchez que le provocó diarrea verbal, aun de agradecer, es pura fanfarria de autoafirmación personal para recuperar un imposible metafísico: que el PSOE regrese a la senda de la izquierda.

En efecto, el neoliberalismo cuenta con una fuerza brutal para deponer o aupar dirigentes a su santo antojo. Sánchez ya lo sabía de largo y tuvo que decirlo con franqueza antes de que el presidente de los sobresueldos volviera a usurpar el palacio monclovita con muchos escaños indignos de la bancada socialista. Ahora, a joderse tocan."             (Armando B. Ginés , Rebelión, 02/11/16)

No hay comentarios: