13/9/22

«Ha habido una intención clara en la prensa de ir contra Podemos, de vincularlo al eje del mal»

 "«Bolivarianos, comunismo 2.0, eje del mal… expresiones manipuladas y sesgadas de la prensa española contra Podemos. Lo hizo La Sexta. Pero también El País y ABC”, escribió en Twitter la profesora de Estructura de la Información de la Universidad de Sevilla Aurora Labio-Bernal tras conocer los audios del excomisario Villarejo referentes al periodista Antonio García Ferreras. La profesora basa sus afirmaciones en un estudio académico que elaboró sobre el tratamiento informativo, entre 2014 y 2016, del entonces recién nacido partido liderado por Pablo Iglesias.

En él analizó una muestra compuesta por 150 artículos periodísticos de las versiones online de El País y ABC, “dos diarios representativos del sistema político bipartidista”, con una estructura empresarial detrás que, explica Labio-Bernal, permiten comprender que su mensaje está directamente relacionado con los intereses del grupo al que pertenecen y del sistema del que forman parte.

Su conclusión es rotunda: “El surgimiento de Podemos como una nueva fuerza política en el contexto del dominio bipartidista ha constituido un desarrollo sin precedentes en la historia reciente de la democracia española. Las estructuras de poder tradicionales, herederas del franquismo pero actualizadas en el contexto de la globalización, se han sentido así amenazadas (al menos en los primeros días de existencia de Podemos) por este nuevo partido”.

Y prosigue: “Como resultado, los otros partidos políticos y los principales medios de comunicación (tanto en papel como digitales) lo han identificado como un nuevo enemigo al que se han apresurado a etiquetar como izquierdista radical, haciendo así un nuevo uso del comunismo como medio para conjurar los peligros planteados al orden establecido. Si bien es cierto que el anticomunismo no opera como lo hacía en el pasado, es claro, sin embargo, que el binomio de buenos y malos, de nosotros contra ellos, sigue funcionando con eficacia. Además, en el caso que aquí nos ocupa, he demostrado que la identificación de ellos, el enemigo o el malo está estrechamente asociada con el resurgimiento de una posible amenaza comunista”.

¿El caso de Antonio García Ferreras y los audios de Villarejo reconfirman esa intuición científica que usted tenía al plantearse este estudio?

Sí. Tras la consolidación del ultraliberalismo y el bipartidismo, el sistema económico y político estaba muy tranquilo. La amenaza comunista había desaparecido e incluso el socialismo más tradicional se había diluido con personajes como Blair o González. La crisis de 2008 supuso una vuelta de tuerca a los ejes del neoliberalismo, con recortes e imposición de medidas de organismos internacionales, acatadas a nivel nacional. El primer desafío a todo esto fueron las movilizaciones del 15-M, en 2011, pero muy pronto el poder descubrió que había más de buena voluntad que de posibilidades de cambio en aquellas movilizaciones. Algo que parecía más improbable es que de aquello saliera un partido, como Podemos, y que, además, se posicionara pocos meses después de su nacimiento en 2014 con cinco diputados en Europa.

No era la Izquierda Unida desinflada, sino una fuerza política capaz de hacer tambalear al bipartidismo, statu quo político, por lo que los medios de comunicación iniciaron su cruzada. Una cosa era que Pablo Iglesias actuara como agitador en tertulias, incluso de televisiones ultraconservadoras, y otra distinta, que osara crear un partido que, además, cosechaba una importante intención de votos. La entrada en escena de Podemos en la política nacional significó la irrupción de un elemento extraño para el poder, y la estructura mediática se puso a funcionar a pleno rendimiento para desacreditar al partido y sus figuras visibles. De agitador televisivo, Iglesias pasó a ser enemigo.

En el estudio pone varios ejemplos.

Sí, hay acusaciones muy graves e informaciones que tienen una fuerte carga criminalizadora. A manera de ejemplo, este hallazgo en ABC, cuando se reproduce una entrevista con el coronel boliviano Germán Cardona, con el titular Germán Cardona: “Militares bolivianos y venezolanos exportan cocaína en aviones oficiales” (21/05/2015). La entrevista, que intenta destapar una red de tráfico de cocaína, tiene dos momentos que reflejan el tratamiento negativo del presidente de Bolivia y la contaminación de este sesgo sobre Podemos. De esta forma, preguntado Cardona sobre si Evo Morales está implicado en el tráfico de cocaína, el coronel responde: “Yo no puedo acusarlo directamente, pero Evo es el máximo dirigente de los cocaleros y todo lo que ocurre en el Chapare, en zonas de cultivo y de producción de cocaína pasa por él”.

El segundo y más preocupante momento de la entrevista se produce cuando se pregunta a Cardona sobre la posible entrada de cocaína por cárteles de la droga utilizando influencias políticas. Cardona contesta lo siguiente: “El cártel quiere que el partido Podemos llegue al Gobierno en España y eso les abra una puerta directa de ingreso de cocaína a Europa. Mis fuentes me decían ‘mi coronel, el MAS (Movimiento Al Socialismo, el partido de Evo Morales) va a tener su presidente en España, ya tenemos un partido, Evo está financiando al hermano Pablo (Iglesias), que ha venido al Chapare, lo ha traído el hermano presidente’. Pregunté si se le entregó dinero a Pablo Iglesias y me dijeron que no, que se lo dan ‘a una organización en España’. Mi informador asegura que Evo Morales dice que con el partido ‘masista’ -Podemos-, vamos a entrar directamente a España con nuestros productos, que ‘se lo ha dicho el hermano Pablo’ (Evo Morales recibió en Santa Cruz a Pablo Iglesias el pasado septiembre). Pregunté si iban a aprovechar ese comercio legal para meter cocaína y me dijo ‘puede ser’”.

¿Cree que La Sexta ayudó efectivamente al ‘huracán Podemos’, como alega, por ejemplo, Ferreras? ¿Esto casa después con querer hundirlos, tratarlos como el enemigo? ¿Cambia algo en medio en esas estructuras?

No. La Sexta pertenece al grupo A3Media, donde también está Antena 3. Su dueño principal, además del grupo alemán Bertelsmann, es Planeta. Desde el inicio, Planeta tenía claro que la fusión 6ª+Antena 3 era una apuesta para segmentar el mercado por target de audiencia. No podemos olvidar que, en origen, La Sexta competía con Cuatro por captar al público de izquierdas. Pero también dejó claro su entonces propietario, José Manuel Lara, que quería que La Sexta fuera una “cadena de centroizquierda respetuosa con la derecha”. Sin olvidar sus halagos hacia Francisco Marhuenda, hombre fuerte de La Razón, que pertenece también al mismo grupo.
Es decir, La Sexta acogió a Iglesias y trufó sus programas de cierto izquierdismo como estrategia comercial, pero tenía muy claros los límites y Podemos seguía siendo un elemento que, aunque dentro de las instituciones, se salía de lo políticamente correcto en determinados asuntos. Ferreras en un periodista que forma parte de las estructuras de poder, como en su momento estuvo Juan Luis Cebrián o Pedro J. Ramírez. Esto recuerda mucho al libro de Amy Goodman En la cama con el enemigo, que proyecta la idea de cómo, en demasiadas ocasiones, los periodistas están tan cerca del poder que olvidan su papel vigilante para pasar a ser cooperantes de ese poder.

Obviamente, ningún periodista va a reconocer públicamente esto, porque sería reconocer su falta de independencia o, lo que es lo mismo, que no informan de manera veraz y, por tanto, incumplen con su función profesional. Podemos no ha pasado a ser el enemigo. Podemos siempre fue un partido al que vigilar y ello a pesar de que ha demostrado su clara intención de formar parte de las instituciones.

¿Cree que el verlo como amenaza se ha ido diluyendo con el descenso en votos de Podemos?

Ha habido dos cuestiones para rebajar el tono criminalizante contra Podemos. Por un lado, su entrada en el poder institucional. Podemos forma parte del Gobierno, lo que ha desencantado a parte de sus votantes pero, también, ha hecho que el sistema compruebe que no se van a producir grandes cambios. La fragmentación de la izquierda y del propio partido, además, ha sido aprovechada por los medios mainstream para señalar la debilidad de la formación y el distanciamiento de sus líderes. Digamos que esta realidad ha facilitado a la estructura mediática mostrar a Podemos como un partido en declive, algo que viene a añadirse a la criminalización anterior. Es decir, un partido desprestigiado por las mentiras informativas, por un lado, y por la división interna, mostrada como desorden político, por otro.

También se ha usado, y mucho, ese anticomunismo del que habla en su estudio para detener el impulso que tomó la vicepresidenta Yolanda Díaz en el escenario político. ¿Ocurrirá con su nuevo proyecto, Sumar, lo mismo que ocurrió con Podemos? Es decir, esa izquierda representada por Yolanda Díaz será el nuevo enemigo de las estructuras de poder en las que, como sostiene, medios, políticos y corporaciones parecen compartir los mismos intereses? Porque en este caso, por ejemplo, Díaz sí ha llegado a acuerdos con la patronal.

Es difícil predecir qué va a ocurrir con Yolanda Díaz. Es cierto que es un personaje contemplado como más amable que Pablo Iglesias. Muestra un perfil más moderado, menos personalista y más conciliador. Todo depende de hasta qué punto Díaz represente una opción contraria a los intereses del bipartidismo y de la estructura económica. Hay que tener algo claro: el sistema tolera algo de disidencia, incluso como forma de autolegitimación, pero nunca va a consentir la disidencia transgresora. Nunca va a permitir al herético que ponga en peligro las bases del sistema. Y para ello pondrá en marcha todas las herramientas posibles que impliquen su erradicación.

¿Cree, entonces, que esas estructuras de poder han conseguido finalmente su objetivo a la vista de los últimos resultados electorales, por ejemplo, en Andalucía, donde ha vuelto a imponerse el bipartidismo?

Las estructuras de poder tienen que estar muy contentas con los resultados en Andalucía, pero la cuestión es más compleja. Por un lado, la división de la izquierda se ha proyectado como una debilidad y se ha ‘vendido’ como los problemas tradicionales de la formación. En Andalucía no benefició nada que la coalición de izquierdas formada lo hiciera in extremis y que Teresa Rodríguez fuera por libre. Ojo, que ya Marta Harnecker avisaba a finales de los 90 de la necesidad de luchar contra las disputas electorales y el individualismo en campaña como grandes desafíos de la izquierda en el terreno electoral. Pero parece que no se ha conseguido y diría, incluso, que se penaliza más a la izquierda por estas cuestiones, pidiéndole una “pureza” política y humana que no tiene en cuenta las tensiones propias de la esfera política. Esta cuestión y el hecho de participar en las instituciones ha separado a la izquierda de sus votantes.

 Por otro lado, han aparecido fuerzas políticas de ultraderecha que han sabido canalizar la rabia y el enfado de muchos trabajadores. No es nuevo. La idea de antistablishment, que gravita en torno a “todo el sistema me ha fallado”, la creación de “enemigos que me quitan el trabajo” y la noción de la patria como elemento de identificación, han sido aprovechadas por una ultraderecha que ha rentabilizado el descreimiento y el desencanto de una parte de la sociedad. Y ello con ayuda de las nuevas redes sociales, donde se libra una guerra cultural en la que la derecha ha sacado mucho rédito. Si añadimos el descrédito al que se ha visto sometido Podemos por parte del mainstream mediático, podemos concluir que no ha sido fácil mantenerse en el escenario político y que el poder aplaude este debilitamiento.

Volviendo a su estudio, ¿si estos medios hubieran contado otra historia, basada en la independencia y la ética, Podemos habría obtenido un mejor resultado electoral?

Hay algo evidente. Los medios no han visto nunca a Podemos como un partido afín al bipartidismo, fundamentalmente porque tampoco lo ven así las estructuras de poder. Recordemos que, en primer término, el PSOE prefería pactar con Ciudadanos para gobernar, pero no pudo ser. Así que se vio abocado a hacerlo con Podemos. Pero no porque lo tuviera en su agenda, sino porque el bipartisdismo se quebró y había que sacar a España de otras nuevas elecciones. Podemos, y sus líderes, han sufrido un descrédito que ha llegado a niveles insultantes. No solo por el acoso al que se sometió a Pablo Iglesias, sino por las críticas a otros líderes, como Irene Montero, de quien ABC ha llegado a decir que impone leyes para convertir al hombre en culpable o la retirada del acta a Alberto Rodríguez, a quien, por cierto, se le denominaba desde los medios como el rastas de Podemos.

Dicho de otro modo, y como demuestra el estudio, ha habido una intención clara de ir contra Podemos, de vincularlo al eje del mal, de hacer creer que ‘vienen’ los comunistas, recuperando ese filtro del anticomunismo de Herman y Chomsky. No ha sido excluvivo de España. Así se refería Trump cuando hablaba de Sanders, o los medios franceses sobre Mélenchon, o hasta el propio Blair, cuando habló de Corbyn como cracy revolutionary socialism. Tenemos que tener claro que es difícil que una izquierda que no esté dentro de los límites del bipartidismo alcanzará el poder y, que si lo hace, se le intentará someter, tal y como demostró el caso de Syriza y Tsipras en Grecia. A pesar del No al rescate, Grecia terminó aceptando la imposición de la Troika. Se trataba de dar una lección al resto de países en los que estaba despegando una izquierda alternativa."                         (Olivia Carballar, La Marea, 12/09/22)

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