8/11/10

"El periodismo digital hace de todo menos dinero"

"Pregunta. Los medios en papel impreso están volviéndose locos para encontrar un modelo económico que les permita sobrevivir. Die Zeit lo tiene. ¿Cómo lo han logrado?

Respuesta. Yo rechazo el término "sobrevivir". Porque Die Zeit, el año pasado, en el momento más terrible de crisis económica mundial, registró el mejor año de su historia, tanto en tirada como en ingresos. Este año nos va aún mejor. No digo esto para jactarme, lo digo porque no es obvio que el papel impreso tenga que estar en crisis. Rechazo las definiciones autodestructivas. Me molestan.

En los últimos años hemos hecho mucho para dañar la imagen del papel, al que, en el fondo, debemos todo. ¿Cómo lo hemos conseguido? Desoyendo todo lo que nos aconsejaron los asesores de medios. Seguimos haciendo textos muy largos, no nos adaptamos a las modas y continuamos haciendo un periódico bastante difícil.

Creo que esta fue una de las razones de nuestro éxito. En un momento en el que la gente necesita orientación, se dirige a medios que no han cedido ante compromisos.

P. En concreto, ¿qué estrategias han empleado?

R. Hemos introducido el color y la "cover story", la historia de portada, en lugar del artículo de opinión; hemos estudiado un nuevo diseño, moderno y bonito, y hemos creado nuevas ofertas: páginas para niños, la revista, páginas dedicadas a temas religiosos, páginas que pertenecen solo a los lectores...

Para ello hemos estudiado muy bien las necesidades de nuestros lectores. A menudo, nosotros, los del papel impreso, hacemos diarios solo para nosotros y para nuestro sector y nos olvidamos del público que paga. También hemos abierto nuevos campos para competir: hemos fundado ocho nuevas revistas con la marca Die Zeit, tenemos una oficina de viajes y una tienda de marca que vende nuestras ediciones.

Hemos ampliado actividades, pero no hemos traicionado nuestra propuesta de calidad. Creemos que la calidad trae dinero.

P. ¿En qué medida la revolución digital ha cambiado Die Zeit?

R. Lo ha cambiado relativamente. Buscamos no hacer lo que hacen los diarios, ni siquiera soñamos con hacer lo que hacen los online. Buscamos la profundización, la orientación, el acercamiento distinto. Nuestra tentación como periodistas es tratar siempre el tema que está en pleno debate y genera polémica.

En plena polémica acerca del libro de Thilo Sarrazin -crítico con la contribución social de los inmigrantes musulmanes- y del proyecto de Stuttgart 21 -tren de alta velocidad rechazado por su impacto ecológico-, abrimos hace dos semanas con una sobre el misterio de la autoridad, Das Rätsel Autorität -una investigación político filosófica sobre la autoridad-, que no tenía nada que ver con las discusiones actuales y que, sin embargo, era un debate sobre los valores de nuestras vidas.

Fue el número más exitoso de este año. Significa que han cambiado las necesidades de los lectores. Tenemos que cuidar a nuestro público, que es fantástico. (...)

P. La página web elabora contenidos propios, ¿cómo está organizada?

R. La redacción online es grande, está separada y se divide entre Hamburgo y Berlín. Ahí trabajan en total unas 60 personas. Un tercio de los redactores del papel además, contribuyen, de manera absolutamente voluntaria, a la web. Nos estamos comprometiendo mucho con el digital, no negamos en absoluto su valor, y creemos en ello.

Pero quiero hacer una observación: este medio celebrado en todas partes como el futuro, de momento, sabe hacer de todo menos ganar dinero. Por eso estamos invirtiendo en el digital, porque nosotros también creemos en él, pero evitamos, con todas nuestras fuerzas, hablar mal del papel. (...)

P. ¿Hay entonces un futuro para el periodismo de calidad, ése que cuesta dinero?

R. Yo no estoy negando la crisis, es inútil cerrar los ojos. Digo, sin embargo, que no está escrito en las tablas de Moisés que todos los periódicos vayan a desaparecer. Habrá excepciones. Tenemos que cambiar los periódicos, pero no podemos atribuir nuestros problemas solo a la revolución de Internet. Hubo otros errores.

P. ¿Cuáles?

R. La falta de credibilidad. El abandono de la calidad. Si se empieza a hacer diarios demasiado sensacionalistas o demasiados parecidos entre sí, se pierde tirada. La crisis de los diarios estadounidenses empezó con la actitud de la prensa hacia la guerra en Irak.

Los diarios se dejaron instrumentalizar por el aparato propagandístico, por eso los lectores empezaron a buscar en Internet, porque ahí estaba la promesa de encontrar otra información. La crisis empezó ahí." (Giovanni di Lorenzo: "El periodismo digital hace de todo menos dinero". El País, Domingo, 31/10/2010, p. 8/9)

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