Se trata de un fenómeno importante, tanto por su cantidad, no menos de tres millones de ciudadanos de audiencia media diaria, como por su cualidad, pues contradice la hipótesis de la desideologización y moderación de las clases medias urbanas, perfil dominante entre los destinatarios de esos medios. ¿Cómo debe ser interpretado?
La industrialización de la comunicación ha subrayado dos tendencias paralelas. De un lado, acentúa la capacidad de los medios para condicionar las conciencias y "fabricar" consensos, los lugares comunes desde los que se articula la hegemonía ideológica y cultural, mientras desbordan la conocida sentencia de Cohen (1963) por la que "quizá no dicen a la gente qué tienen que pensar, pero sí los temas sobre los que hay que pensar". De otro, los grupos de presión toman conciencia de su importancia y prefieren actuar directamente desde ellos antes incluso que desde las instituciones. El resultado es que hoy -aquí, en Estados Unidos o en el resto del mundo- las campañas ideológicas que construyen o desequilibran el poder se articulan en buena medida desde los medios, aunque reviertan luego en los partidos como centros formales de ese poder.
Mientras esto ocurre, su importancia para los ciudadanos se acrecienta al actuar como semáforos que les alivian de las incertidumbres de un mundo crecientemente complejo y les proveen de noticias, el alimento que nutre los mapas ideológicos que orientan sus vidas. El problema surge, precisamente, cuando su comportamiento pone de manifiesto una evidente y declarada ausencia de vocación informativa. Puede que los hombres de Obama pequen de inoportunidad o incorrección política al acusar directamente a Fox de "no estar ya en el negocio de la información", de ser sólo "una marca ideológica", pero pocos dudan sobre la veracidad de la acusación. El canal de Murdoch se caracteriza, precisamente, por no ocultar su voluntad de "construir una realidad a la medida de su público", como declaraba David Boylan, patrón de la Fox en Florida, mientras añadía: "Las noticias serán lo que digamos que son".
Volviendo a suelo patrio, el tratamiento del 11-M seguirá estando presente por mucho tiempo en la historia del periodismo, una muestra de hasta dónde se es capaz de llegar. ¿Periodismo? Difícil afirmarlo cuando se insiste en presentar mil veces como novedad lo que se sabe agotado. La reiteración de portadas sobre Trashorras o el titadine hace mucho tiempo que dejó de ser supuestamente informativa, sólo se justifica por el deseo de activar una asociación subliminal entre el 11-M y las ideas de confusión, duda o chapuza, un mero ardid destinado a condicionar el comportamiento político de sus audiencias, lo que los estudios de comunicación denominan efecto priming de la agenda." (IGNACIO MURO. Una derecha mediática en plena forma. El País, ed. Galicia, opinión, 23/12/2009, p. 33)
2 comentarios:
Me parece muy interesante este blog, ¿podrías poner una lista de seguidores para poder mantener un contacto con él?
gracias!!!
Publicar un comentario