26/3/19

¿El que defiende la libertad de expresión quiere que el medio sea de un banco?... En Brasil, los partidos políticos, las iglesias y los políticos en el gobierno no pueden ser accionistas de un medio. Nadie dudaría hoy que no sería bueno que el 70% del capital de un partido político fuera de un banco, nos parecería una barbaridad. Teniendo en cuenta que un periódico o una televisión tiene más actividad política y creación de opinión que un partido, que haya detrás del medio un banco es negativo. En muchas ocasiones nos encontramos con que tertulianos, articulistas, opinadores están a sueldo de un banco. Eso hay que intentar evitarlo...

"(...) Ayer, Podemos proponía una medida programática basada en la prohibición de que los bancos puedan ser accionistas de los medios de comunicación, una medida que inmediatamente causó revuelo en los despachos de cadenas y emisoras, en las redacciones y tertulias.

 Serrano analiza la medida de Podemos en una charla que, necesariamente culmina con la situación del periodismo en el Estado español y de los periodistas. En el mundo de las fake news, hacen falta análisis que nos expliquen quién nos cuenta lo que ocurre en el mundo.

– Podemos proponía ayer la prohibición de que los bancos puedan ser accionistas de los medios de comunicación. ¿Qué valoración hace de esta medida? 


– Es una idea positiva, creo que hay que desarrollarla, pues en nuestra economía las posibilidades de participación pueden ser directas o indirectas. Es decir, no solamente puede ser accionista el banco, también puede ser una inmobiliaria del banco, una aseguradora del banco o un fondo financiero del banco. Existen muchos modos de que los bancos sean dueños de un medio.

En segundo lugar, esto ya se ha hecho en otros sitios. Concretamente, en la Constitución de Ecuador esto ya consta. Creo que es un tema muy fundado desde el punto de vista teórico. Es muy importante asegurar que nuestros medios tengan garantizada la máxima independencia y pluralidad y, para ello, es necesario que no sean propiedad de sectores potencialmente intencionales en la información. 

Nadie dudaría hoy que no sería bueno que el 70% del capital de un partido político fuera un banco, nos parecería una barbaridad. Teniendo en cuenta que un periódico o una televisión tiene más actividad política y creación de opinión que un partido, que haya detrás del medio un banco es negativo. En muchas ocasiones nos encontramos con que tertulianos, articulistas, opinadores están a sueldo de un banco. Creo que eso hay que intentar evitarlo.

También hay muchos medios que, sin ser propiedad de los bancos, deben mucho dinero a los bancos. Están prácticamente hipotecados, prácticamente en bancarrota con una deuda enorme a los bancos. Si se mira el accionariado, el medio no es de los bancos, pero el consejo de administración toma todas las decisiones teniendo en cuenta que debe ese dinero. Quiero decir que la ley, además, debería contemplar un mecanismo para limitar el poder de influencia de los bancos, que no solo es el ser accionariado, también el ser acreedor.

– ¿Y por qué la propuesta de Podemos excluye los bancos y no otras grandes empresas o multinacionales?

– Yo creo que debería irse a más de eso. En países como Brasil, los partidos políticos, las iglesias y los políticos en el gobierno no pueden ser accionistas de un medio. Creo que una vez se abre el melón de qué accionistas pueden ser perniciosos para la actividad informativa, tampoco deberían poder serlo ni la Iglesia ni los partidos políticos.

– Han habido críticas que señalan que la propuesta de Podemos es un ataque a la libertad de expresión. ¿Qué opina al respecto?


– Hace ya mucho que los dueños de los medios llaman ataque a la libertad de expresión a todo lo que le afecta a su oligopolio. Lo que ataca la libertad de expresión es que los ciudadanos no tengan acceso a los medios de comunicación, que no haya pluralidad informativa, el derecho a la censura que tienen los propietarios de los medios para elegir quién publica y quién no, quién participa en la tertulia y quién no, quién es entrevistado y quién no.

La libertad de expresión es un derecho del ciudadano, no de los medios de comunicación y sus propiedades. Esta propuesta no está destinada a recortar la libertad de expresión, sino a garantizar la pluralidad de los medios.

– La cadena La Sexta publicó ayer un vídeo en el que comparan el discurso de Podemos y el de Vox con respecto a los medios de comunicación. ¿Cree que se puede hacer esa comparación?


– No conozco las propuestas de Vox con respecto a los medios de comunicación, no sé si la tienen porque están solamente en su bucle de Franco, caza y toros. Dudo mucho que tengan una propuesta destinada a fomentar la pluralidad de la información.

 Me temo que antes todo lo que no gustaba a los propietarios de los medios se comparaba con ETA y ahora se compara con Vox para desprestigiar.

Hay que analizar la propuesta en sus términos justos y con inteligencia. ¿Quien defiende la libertad de expresión quiere que el medio sea de un banco? Es curioso y muy elocuente. Si de verdad tan independientes, libres y plurales son, no entiendo el deseo de que su dueño sea un banco. La gente no tiene deseo de que el propietario de su casa sea un banco. Es curioso que los defensores de la libertad de expresión quieran que los propietarios de los medios sean los bancos.

– ¿Qué papel están jugando los medios de comunicación en el ascenso de Vox?


– Yo defendí que Vox era noticia, en la medida que irrumpió con fuerza en Andalucía. Tenía sentido hablar de este partido. Ahora, el tema se ha pasado de madre. El último ejemplo, el de las armas. 

Que un señor que no representa a nadie, que no es diputado, que se le ocurre que todo el mundo tiene derecho a tener un arma en su casa para pegarle un tiro a quien se presente ahí, que eso sea objeto de la agenda mediática me parece que es una prueba del desvarío de los medios por evitar los temas que de verdad interesan a la gente. No hay movimiento ciudadano que se esté planteando la necesidad de la legalidad de las armas. Es un debate absolutamente artificial y los medios han hecho hasta encuestas. Es desmedido el fenómeno que los medios están creando sobre Vox.

Quizás no forme parte tanto de una estrategia de apoyo a Vox, sino de un desvío que hace tiempo tienen determinados medios de comunicación de sobre lo que es y no es noticia. Otro ejemplo de esto sería cómo nuestra agenda diaria se ve colapsada por la cuestión de los lazos amarillos. 

Evidentemente, la cuestión de Catalunya es importante en la agenda informativa, pero el hecho de si ponemos o quitamos lazos, no lo creo. Algunos saben que tocando la tecla de lo trivial consiguen ocupar la agenda.

– ¿Puede hacer un esquema sobre cuál es el panorama mediático español y los intereses que hay detrás de los principales medios?


– Sabemos que detrás del Grupo Prisa hay fondos de inversión que entraron como accionistas simplemente porque eran acreedores que no cobraban. También hay familias millonarias, como la familia Godó, que es un  grupo de comunicación importante. Hay grupos italianos que controlan televisiones y prensa, el Grupo Planeta, televisiones.

Para hacernos una idea, el 90% de la publicidad en televisión se la llevan dos empresas. Dicho de otra manera, el dinero que ingresan las televisiones en abierto se lo reparten solo dos empresas. Esto es una muestra de cuál es nuestra pluralidad. Sabemos que son Atresmedia, con Antena 3 y La Sexta, y Mediaset, con Cuatro y Telecinco. Esto es una demostración de la ausencia de pluralidad.

– En la información internacional, vemos un claro sesgo tendencioso. ¿Cómo definiría la información internacional que el ciudadano medio español se encuentra en los medios mayoritarios?

– El principal problema de la información internacional es que no es rentable y es cara. Ya el mercado nos va a impedir estar informados sobre lo que ocurre internacionalmente porque no es rentable enviar un corresponsal a Siria, Ucrania, Rusia o Ecuador. Si a eso le añades las claves de los grupos económicos y sus intereses extranjeros, se entiende perfectamente. Nuestros medios estarán al servicio de los intereses económicos de las grandes empresas en cada uno de los países.

Como anécdota, una vez un ministro cubano me preguntó qué podía hacer para que El País no atacara continuamente al gobierno cubano. Le dije que la solución era muy sencilla, que privatizaran la sanidad, los recursos naturales, la electricidad, la telefonía, el agua y las costas y que todo eso se lo quedaran empresas españolas, a poder ser, accionistas de Prisa. Así, con toda seguridad, les tratarían muy bien, como hicieron con Argentina en el año 2000, un año antes de que colapsara el país.

– Ayer, los portavoces de Podemos apostaban por un nuevo modelo de la radiotelevisión española pública. ¿Qué modelo propondría usted?

– Zapatero en parte lo inició. Una de las condiciones es crear un grupo de administración plural, donde estén representados los sectores económicos, los sindicatos, los sectores sociales… Eso es muy importante, que diferentes órganos técnicos que supervisen todo eso. Yo nunca he creído que tienen que ser solamente los sindicatos los que elijan a los representantes, tampoco se trata de darle todo el poder a los sindicatos de la radiotelevisión pública.

 Tienen que estar representados, también, sectores económicos, movimientos sociales, académicos, en órganos que auditen esa pluralidad en los medios públicos.

Luego, fundamentalmente, que haya suficiencia económica y autonomía financiera, es decir, que no tenga que depender siempre de decisiones arbitrarias del gobierno para poder subsistir.

– En algunos países el reparto de licencias se hace entre privadas, públicas y comunitarias…


– Una de las cuestiones pendientes en España es el reparto de las licencias. Para los profanos, hay que explicar que el espacio radioeléctrico es limitado y propiedad del Estado. Por tanto, es el Estado el que decide a quién le da licencia para operar. Es limitado, por lo que solo caben los canales que caben, y nada más. No es como los periódicos, que se pueden crear los que sean y allá quien los cree.

Dicho esto, hay que ver cómo se reparte ese espacio. El criterio que se ha seguido en los países más progresistas del mundo, que a mí me parece bien, es el dividir ese espacio en tres tercios. Un tercio, para las empresas privadas y sus negocios. Otro tercio, para el Estado, para que tenga sus medios públicos, repito, públicos, es decir, ni partidistas ni gubernamentales, controlados por sistemas democráticos.

 El otro tercio para la sociedad organizada a través de organizaciones sin ánimo de lucro o colectivos comunitarios o vecinales, que no dependen del mercado o la realidad financiera y tienen autonomía total del gobierno.

Estos últimos son los que están siendo peor tratados por la legislación española. Un ejemplo, la ley audiovisual española que se aprobó con Zapatero estableció que las televisiones sin ánimo de lucro no podían facturar más de 100.000 euros al año y las radios más de 50.000 euros al año.

 Es decir, que una radio de estas no podía tener más de dos personas en plantilla, por si acaso con el mercado no fueras ya precario, con esta ley te obligan a ser precario por imperativo legal. ¡Tienes que ser pobre obligado! Ya hay una intencionalidad por parte del ejecutivo de que los medios que no sean mercantiles tienen que ser, obligatoriamente, desgraciados.

Por otro lado, está el problema de las licencias. Históricamente se han dado a los amigos y afines. El caso más elocuente es el paso de la televisión analógica a la digital. Hablo de cifras a ojo: donde había seis televisiones iban a haber 30. Parecía que estaba bien, se iba a multiplicar por cinco la pluralidad.

 ¿Cuál fue la realidad? Que a cada propietario de las seis televisiones se le iba a dar cinco más. Pasamos de seis a 30 pero con los mismos tipos. Los jueces lo vieron tan infames que lo acabaron anulando. En todo caso, no se buscaron otras 20 entidades para multiplicar por cinco la pluralidad.

– Un tema que siempre queda pendiente, legislatura tras legislatura, es el Estatuto del Periodista. ¿Qué elementos principales debería recoger este documento?


– Se elaboró ya uno, lo hizo IU hace unos 15 años´, con el gobierno de Zapatero. El gobierno socialista estaba por la labor, pero se murió en la comisión correspondiente y nunca se llevó a pleno. Se hizo, además, en colaboración con el Sindicato de Periodistas, una formación muy importante. 

Creo que el estatuto debe contemplar la estabilidad del periodista, no solo por una cuestión laboral como para cualquier otro trabajador, también para asegurarnos una verdadera información. Lo que decía el Sindicato de Periodistas es: “Nuestra precariedad es vuestra desinformación”.

Un ejemplo: cuando estos medios hablan de que no quieren legislaciones sobre el periodismo y la información, apelan a sus códigos deontológicos y éticos. Mi opinión es que el capitalismo solo aplica un código ético: lo que hagas le tiene que gustar a tu jefe para mañana volver a trabajar. Eso sirve para la cajera del Mercadona y para el periodista. Es mentira lo del código ético como un mecanismo para garantizar deontología en esta profesión. El trabajador periodista solo tiene que responder ante el gusto del jefe para que no le despidan.

Por tanto, si no se crean las condiciones laborales que garanticen la libertad, la autonomía y la independencia de un periodista, como es el ejemplo de la libertad de cátedra de un profesor público, no podremos tener la garantía de que haya pluralidad, profesionalidad e independencia en un medio de comunicación."                        (

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